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El fútbol fue injusto con el Barça

La grandeza del deporte rey es que nos siempre gana el que mejor juega. Por eso las incertidumbres dan emoción a partidos en los que hay una manifiesta superioridad de uno de l los dos conjuntos. Como aconteció, con Barça e Internacional de Portoalegre, en la finalísima del Mundial de clubes, ganada por los brasileños que jugaron a la contra y dejando el espectáculo par los azulgrana, pero con mucha inteligencia. Si atendemos a los méritos futboleros de cada uno de los equipos, el Barça, a pesar de su comportamiento espeso, desperdiciando algunas ocasiones claras de gol, amén de un clarísimo penalti sobre Ronaldinho, fue mejor. Pero no se trataba de eso, sino de meter la bolita en la meta contraria. Y eso lo hizo el Internacional, por lo que ganó este título que parece estar maldito para los barcelonistas, que también pegaron el petardo en Japón hace 14 años con el ‘dreamrteam’ de Cruyff.

La verdad es que para los amantes del fútbol, lo justo e incluso lo necesario era que el equipo que mejor lo juega en el mundo oficialiazara tal cualidad ganando el torneo, pero no basta con ello. Y ahí ha podido estar la clave del segundo fiasco de los azulgrana fuera de sus fronteras este año, porque es la segunda final consecutiva que pierden: el Sevilla les pasó por encima y les humilló en la Supercopa de Europa (0-3), y ahora los brasileños de Portoalegre, sin ser mejores, han acertado en lo fundamental: el gol. Pero, como ya se indicó tras la paliza sevillana, todo indica que a muchos jugadores del Barça, desde Ronaldinho a Márquez, desde Valdez a Deco, empieza a faltarles hambre de triunfos, y se limitan a afrontar los partidos al tran tran, convencidos de su superioridad técnica, pero sin dejarse toda la carne en el asador.

Porque al margen de justicias y moralejas; al margen del espectáculo a que están obligados los artistas del balón, es indudable que en el fútbol profesional es justo y necesario entregarse a tope en el terreno de juego, sudar al máximo la camiseta para que esa superioridad técnica e incluso táctica se refleje en el marcador. O sea, algo similar a lo que le pasaba al Madrid los tres últimos años, cuando con la mejor plantilla y con los más galácticos, se dejaba ganar muchos partidos a base de fuerza y bemoles de sus rivales domésticos.


De modo que si para el Barça, e indirectamente para el fútbol español –al que representaba en este Mundial-, el traspiés es importante, para los espectadores lo es en mucha mayor medida. El Mundial no lo ganó el favorito, Barça, ni el que mejor y más bonito juega, Barça, ni el que más gusta a los aficionados dabuten del deporte rey, el Barça. Eso sí, ha demostrado que en muchas ocasiones querer es poder. Y el Barça, que se paseó ante el blando América de México (4-0) en semifinales, no quiso mucho o quiso ganar sin esfuerzo a los más expertos futbolistas del Internacional, que hicieron lo justo: sacar máximo rendimiento a sus fuerzas. No tan justo habrá sido el fútbol con los azulgrana, pero goles son amores y no buenas razones…sin esfuerzo máximo, sin sudar la camiseta como en las dos temporadas anteriores.
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