Para nadie es un misterio que las relaciones de Chile con sus vecinos no han sido fáciles en el último tiempo, justo cuando el país ha logrado una estabilidad económica y política envidiable para varias naciones.
En este contexto, las constantes alusiones de Bolivia al tema marítimo ha sido un tema aparte para la administración de Michelle Bachelet. Pero no solo por las peticiones que vienen desde la propia nación altiplánica, sino que además por las constantes "presiones" solapadas o no, del presidente de Venezuela Hugo Chávez, al respecto.
Y aunque Chávez no pierda oportunidad de decir públicamente que el es "Michelista" o que en cada cumbre en que se topa con la mandataria chilena asuma ante ella una actitud de verdadero "galán de teleserie" , lo cierto es que Chávez tampoco desperdicia sus palabras a la hora de exigir para Bolivia una salida al mar.
Esas alusiones son las que tanto han molestado al Gobierno chileno, porque aunque todos saben que la verborrea del presidente venezolano alcanza para pedir mar y mucho más, el tema de la petición boliviana para que Chile le otorgue salida al mar es un asunto que se considera absolutamente bilateral.
En el entendido de que las relaciones del gobierno de Bachelet con Bolivia sigan gozando de buena salud, como ha sido desde que asumió el poder Evo Morales, la presencia de Hugo Chávez en la presidencia venezolana y sus dichos que se consideran intromisiones seguirán siendo una piedra en el zapato para la presidenta chilena.
Por eso La Moneda mira con atención lo que pasará este 3 de diciembre en Caracas, y aunque de ser reelecto el presidente Chávez es posible que las relaciones entre Venezuela y Chile no sufran grandes cambios, lo cierto es que para la diplomacia chilena seria un gran alivio no seguir escuchando las presiones del mandatario venezolano sobre la forma en que se maneja con sus vecinos más cercanos.
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