Por
Pascual Hernández del Moral.
jueves 16 de abril de 2015, 10:43h
Pues hombre, ya se ha pasado otro aniversario
de la proclamación de la segunda, con más pena que gloria, o sea con pocas
manifestaciones conmemorativas: cuatro en Madrid, y alguna que otra por varias
capitales de España, como en Sevilla. A esa concurrieron unos cientos de
personas, y marcharon desde los Jardines de María Cristina al muelle de la Sal.
En ella, se reclamaba la proclamación ya de la III REPÚBLICA. Curiosamente, a
ninguna de estas manifestaciones ha asistido una representación "oficial" del
más joven de los partidos antimonárquicos españoles (de PODEMOS), quizás porque
estaban guardandole la cara a su líder PABLO IGLESIAS, que esperaba juntarse
con el joven rey en Bruselas. ¡Cosas veredes, Sancho amigo! ¡El revolucionario
chavista Pablo Iglesias cuidando su imagen ante el rey! Los comunistas y los
republicanos catalanes han sido bastante más coherentes: los eurodiputados de esas
formaciones, se han ausentado de la recepción del rey.
La que están pidiendo muchos sería la tercera República.
La primera duró apenas dos años: de febrero de 1873 a diciembre de 1874,
después de grandes discusiones sobre la "legalidad" de su proclamación; en
enero de 1874, el general Pavía entraba en las cortes (sin caballo, dígase lo
que se diga) y disolvía las Cortes, instaurándose un gobierno republicano
provisional, presidido por el general Serrano, que lo mismo servía para un roto
que para un descosido. ¡De eso, hace ya la friolera de 142 años! La
facción cantonalista la hicieron famosa
por las barbaridades de su Constitución: la estructuración de España, en
diecisiete "Estados", cada uno de ellos con una "Constitución" y un
"Presidente" (¿a qué nos suena eso?). Y Cataluña, ya entonces, dando la barrila
como siempre, y no digo más. Se cuenta como chiste que el Cantón de Cartagena
le declaró la guerra a Murcia; y de entonces viene la malquerencia que se
tienen entre ambos "Estados". Castelar, último presidente de esta primera
República, se planteó como primera exigencia el restablecimiento del orden
público. ¡Poco duró, y la experiencia no fue ni próspera y plácida! Y acabó con
la restauración borbónica.
De la segunda es más reciente, aunque la
mayoría de nosotros no podemos tener nostalgia de ella, porque no la vivimos.
Hace ya 84 años que se proclamó, tras unas municipales, y muy pocos de los hoy vivos
tenía conciencia a su proclamación. Tras los años de hierro del autoritarismo,
en los que nadie aquí se atrevía a reivindicar el régimen republicano (la mano
de Franco era alargada), cuando se murió (en la cama, todo sea dicho), se
comenzó, al albur de los historiadores comunistas, la creación en los "relatos"
de la izquierda de una cierta "nostalgia" de la II República. Y en la llamada
"lucha antifranquista" y durante los años de la construcción del sistema
democrático, la exaltación del régimen republicano tuvo el valor de símbolo
"progresista" y de modernidad. Y se transmitió un concepto de República que ha
durado hasta hoy, el que conocemos todos; y que las izquierdas, especialmente
los comunistas, han difundido y mantenido hasta hace poco. Y han adaptado a su
ideario el "imaginario" de muchos jóvenes de hoy. Recuérdese la frase de
Orwell: "QUIEN CONTROLA EL PASADO, CONTROLA EL FUTURO; QUIEN CONTROLA EL
PRESENTE CONTROLA EL PASADO". Los ideólogos independentistas lo saben muy bien.
Hoy día, sin embargo, los tópicos repetidos día
tras día por los comunistas y por los de las izquierdas republicanas han
entrado en crisis. Uno de los conceptos en revisión por los modernos
historiadores es el desprestigio en que ha caído la llamada "HISTORIA ESTRUCTURAL DE CLASE".
Los revisionistas dan hoy más relevancia al "discurso que crea realidades, a
los factores políticos y al liderazgo" que a los tópicos repetidos. Las
determinaciones estructurales se consideran COARTADAS EXCULPATORIAS PARA
DIFUMINAR LAS RESPONSABILIDADES CONCRETAS DE LOS PROTAGONISTAS. Por eso,
intentan saber qué pasó, para que quienes habían vivido como vecinos toda la
vida, se convirtieran en enemigos irreconciliables durante la Segunda República.
Yo, y muchos compatriotas, no tenemos ningún
empacho en aceptar una III República. Sólo que conviene que los que lo proponen,
nos digan qué tipo de república quieren traer: si una república al estilo de
EEUU (recuerde que el partido republicano de EEUU es de corte conservador), si
una al estilo europeo (Francia, o Alemania, por ejemplo) o una al estilo
bolivariano, cubano o de Corea del Norte. Una exposición clara del modelo
propuesto por los distintos partidos políticos, ¡y a las urnas!
¡Salud y República, amigos!