Por
Ismael Álvarez de Toledo
lunes 23 de marzo de 2015, 12:44h
Aunque el panorama político
en el parlamento andaluz, ha cambiado significativamente, los andaluces parecen
resignados a vivir en la precariedad política y social. Los resultados de las
elecciones en Andalucía, demuestran dos cosas: la primera es que treinta años
de gobierno, ininterrumpido, del Partido Socialista Obrero Español, han servido
para crear una conciencia política basada en desdeñar todo lo que venga de
fuera, como un agravio a la propia región andaluza. Todo lo que viene de fuera,
claro está, tiene que ver con esos partidos que tienen su feudo en Madrid,
Galicia, Valencia o Castilla y León, y que aquí en Andalucía representan una
quimera. La segunda, tiene que ver directamente con la corrupción. Si en las
anteriores elecciones de 2012 se pensó en el Partido Popular para dignificar la
política y combatir la corrupción que campaba a sus anchas por Andalucía, hoy
por hoy, se ha visto que es materialmente imposible, y que el PP no es
diferente al PSOE, por lo que se hace bueno el dicho de "más vale lo malo
conocido que lo bueno por conocer".
El pueblo soberano, que no
tiene un pelo de tonto, da una oportunidad única a Susana Díaz, en la esperanza
de que sea limpia, de que luche por lo que tanto proclama; los andaluces, y se
despegue de la memoria de la corrupción en su partido. Esos si, no le deja la
suficiente fuerza como para enfrentarse en duelo a Pedro Sánchez, y le advierte
el electorado, de que juntos pueden caminar mejor, sobretodo para la que se
avecina de cara a las generales.
Pero si algo ha quedado
meridianamente claro en estas elecciones, es que Izquierda Unida ha pagado en
sus propias carnes el apoyo de Valderas, y compañía, a la política de los Eres,
a la política del chanchullo, en una región machacada por el paro y la
desigualdad. Ese mirar para otro lado de IU, en su apoyo al PSOE, ha servido
para que el electorado se radicalice y muestre su apoyo a Podemos, los
verdaderos ganadores de estos comicios, junto con Ciudadanos. Estas dos
formaciones políticas recogen el descontento de los andaluces, de los
españoles, si se quiere, con las políticas tradicionales de izquierda y
derecha. Un fenómeno nuevo que irá tomando forma en todos los parlamentos
regionales de nuestro país, hasta llegar al propio Congreso de los Diputados.
La regeneración política, y
de los políticos, es una exigencia cada vez más fuerte, por parte de los
ciudadanos. El inmovilismo de los partidos tradicionales, que aguantan a capa y
espada, planteamientos y líderes arcaicos, tiene que cambiar. La sociedad
demanda una gestión ágil y eficaz, conforme a los tiempos. La prepotencia y la
actitud del Partido Popular no hacen, en estos tiempos, más que alejarle de la
calle, independientemente de los casos de corrupción, es ese distanciamiento el
que provoca que sus bases no se vean representadas por quien forma parte de la
ejecutiva nacional. Ese distanciamiento, es una muerte anunciada, que reunirá
en torno a otros partidos de nuevo cuño, a muchos militantes que buscan la
proximidad con la calle y la lucha efectiva contra la corrupción.
Muchas formaciones políticas
alcanzan su desarrollo según la actitud de sus líderes. Es el caso de Podemos,
Ciudadanos o Unión Progreso y Democracia, y esto vale para las elecciones de
cualquier índole. A nadie le pilla por sorpresa que ésta valoración no vaya al
colectivo, y sí, a personas concretas, quizá porque son los que aparecen en los
medios, o por que son los que resumen, para bien o para mal, la idiosincrasia
de su partido. Pero deberían anotar los cientos de asesores que tienen los
grandes partidos, como PP y PSOE, que el electorado, cada vez más joven y más
sabio, apuestan por los jóvenes a la hora de encomendar una tarea de gobierno,
y en el caso de Rosa Díez, su permanencia como lideresa única de UpyD le
acarrea tantas simpatías como antipatías, y ello es contraproducente para que su formación obtenga el respaldo y la
credibilidad que se exige en estos tiempos.
Los andaluces se han
expresado, y se han expresado en libertad, conforme a las reglas del juego
democrático, faltaría más. Los resultados son los que son, y los que se
esperaban. A nadie, medianamente informado, ha pillado de sorpresa la evolución
del voto en esta región de España, que no sería muy distinta de haberse
celebrado, en todo el territorio nacional las elecciones municipales y
autonómicas, y si acaso, sirve para enmendar la plana y corregir errores, para
la que se avecina.
Los próximos comicios van a
tener como protagonistas a los ciudadanos, frente a los que se creen superiores
a ellos. Y la política sectaria de los dos grandes partidos tendrá que cambiar
sus fórmulas frente al avance de la calle, frente a la intransigencia de unos
pocos, en beneficio de muchos, porque en este país los Ciudadanos,
Podemos.
Ismael Álvarez de Toledo
periodista y escritor
http://www.ismaelalvarezdetoledo.com