Respeto, ante todo respeto
Por
Pascual Hernández del Moral.
viernes 13 de marzo de 2015, 10:57h
El próximo día 30 de mayo se disputará la final
de la Copa del Rey (antes del Generalísimo, que no se olvide, por lo que luego
se dirá), entre dos equipos
representativos de dos comunidades con tendencias independentistas en su seno:
el Barcelona y el Bilbao. Desde que se supo quiénes eran los finalistas se está
difundiendo entre las aficiones de ambos equipos una recepción de silbidos al
himno de España y a los reyes, quizás como muestra de desprecio a los símbolos
de España, a la que estas hordas independentistas identifican como "el opresor"
y la "puta España" de Rubianes.
Supongo que los rufianes del silbido y de las
banderas independentistas no se han leído nuestra Constitución, quizás porque
no la sientan como suya. Están en su derecho, pero no deben olvidar que fue
votada por más de quince millones y medio de españoles (cuatro millones y medio
de catalanes), que la aceptan como suya. Fundamentan el silbido al himno y a
los reyes en su LIBERTAD DE EXPRESIÓN, recogida en el Capítulo 3, sección 1ª,
Artículo 20 de esa Constitución que denigran. Libertad de expresión, sí, pero
con LÍMITES:
"Estas
libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este
Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, ESPECIALMENTE, EN
EL DERECHO AL HONOR, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la
juventud y de la infancia"
El
himno nacional es un símbolo que representa a toda la nación. La falta de
respeto a él hiere en su derecho al honor a muchos españoles, porque lo sienten
como un ULTRAJE. Como otras personas sienten como un injuria los gritos
homófobos, machistas, que agredan sexualmente a las mujeres, o que inciten a la
violencia y al odio. Por haberse producido gritos de tal naturaleza, han
multado o incluso cerrado campos de fútbol en España. Por silbar al himno
nacional francés, Sarkozy amenazó con cerrar al público estadios, y jugar las competiciones
a puerta cerrada. Se cortaron de raíz esas manifestaciones anti-nacionales.
Quizás quien tenga competencias parta ello debía adoptar una DECISIÓN VALIENTE de
defensa de nuestros símbolos nacionales para acabar con el vergonzoso
espectáculo que puede darse, si no se evita a tiempo. Y a los clubes que acogen
y acunan a sus forofos, y los "animan" a la ofensa de lo nacional deberían
aplicarles suspensiones a su "derecho" a participar en torneos que lleven el
nombre de España y el rey entre sus denominaciones.
Me
admira la valentía de estos "demócratas" de pacotilla, que, en tiempos en los
que el torneo se llamada "la Copa del Generalísimo" no se atrevían a levantar
una uña en contra de los símbolos (no aceptados ni votados en una
Constitución), aplaudían a rabiar la llegada al palco del dictador, y oían con
todo respeto y puestos en pie el himno nacional.
No
es democrático el ejercicio de la libertad de expresión para ultrajar los
símbolos nacionales que muchísimos españoles aceptan, respetan y reconocen como
suyos.
A
propósito de "sentirse ultrajado", ha salido en algunos medios ultranacionalistas
catalanes la "ofensa" y el "ultraje" que irritó al consistorio y a la población
el hecho ocurrido en CALELLA, y que les resumo: unos policías nacionales,
desplazados a esa ciudad para cuidar de su seguridad, acostumbran a tomar unas
copas en cierto local, acabado el servicio. Mire usted por dónde, en la puerta
del establecimiento, que debía estar "adornado" con "cuatribarradas esteladas",
salieron a fumar, y coincidieron con un grupo de jóvenes con los que comenzaron
a discutir sobre los símbolos. No se ha publicado quién comenzó la discusión,
pero en un momento determinado, la discusión subió de tono, y un policía entró
en el establecimiento, cogió una bandera nacionalista de las que debían adornar
el local, y se orinó en ella. Como parecía que la cosa iba a más (no el
president), una joven llamó a los mozos de escuadra, que llegaron cuando "el
meón" ya se había marchado, aunque sus compañeros no. Los mozos identificaron a
los tres compañeros, y no hicieron nada porque nadie interpuso denuncia ninguna.
Cuando se conocieron los hechos, la indignación entre las gentes y la autoridad
es indescriptible.
Sáquese
la conclusión: mearse en una "estelada" produce irritación por lo que tiene de
ultraje a un símbolo que ni siquiera está reconocido como enseña de Cataluña,
sino que se ha colado como estrambote entre los símbolos independentistas.
Mearse sobre ella, o quemar una bandera española sólo mueve a risa en muchas
partes de España. Insultar y ultrajar los símbolos de TODOS los españoles, mal
que a algunos nos duela, sale gratis.
RESPETO,
ante todo respeto. Y si alguien no está dispuesto a tenérselo a los demás,
intervengan las autoridades, que para eso están: para defender la libertad de
expresión hasta donde se ofende a los demás.
Pero
no creo yo que...
Pascual
Hernández del Moral.