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Sola ante el peligro

Sola ante el peligro

Por Benito Fernández
viernes 06 de marzo de 2015, 19:47h
Ya lo han visto. Acaba de comenzar la campaña y Susana, la gran Susana, la única, la estrella, la superpresidenta del siglo XXI ya ha echado mano de su embarazo, faltaría más. Lo avisé en su momento y no me ha defraudado. Ella, asegura en sus mítines a voz en grito, lucha por Andalucía, por los andaluces y andaluzas, por el futuro, por los niños como el suyo que nacerá este verano, por el estado del bienestar, por conseguir que su tierra sea un idílico paraíso de vecinos contemplativos y ociosos en el mítico sur del sur. Del paro, ¿qué paro?, de la corrupción, ¿qué corrupción?, del atraso histórico ¿qué atraso?, de la pésima educación, de los recortes sanitarios, de todo eso no sabe nada ni ella ni su partido que lleva gobernando Andalucía ininterrumpidamente desde hace más de treinta años. Alguien debería de decirle que si en el haber del PSOE hay que apuntar algunas modernas infraestructuras y cierta modernización en las formas, en el debe tiene que constar que somos la comunidad con más atraso y el pueblo con más desempleados de toda Europa mientras que el dinero destinado a los parados se ha perdido por las cloacas de San Telmo, por los husillos de San Vicente y por los pozos negros de la corrupción institucionalizada para acabar debajo del colchón de los Guerrero, Lanzas y compañía. Ella, Susana, también debería de saberlo y pedirle disculpas a los andaluces (y andaluzas) por la parte que le toca y, puestos a pedir, todos le pediríamos que, además de hablar y no cumplir lo prometido, hiciese lo posible por recuperar aunque solo sea un diez por ciento de todo el dinero robado por sus colegas al erario público andaluz en los últimos diez años.

Como se ha  podido comprobar, por primera vez en la historia de la democracia el PSOE no tira de su marca. Desde la candidatura de Rafael Escuredo (el primero en ganar allá por el año 1982) hasta la de Pepe Griñán, (el primero en perder hace tres años) pasando por la de José Rodríguez de la Borbolla y Manuel Chaves, los socialistas siempre han puesto el puño y la rosa por encima de los personalismos de sus candidatos. Estaba más que demostrado que la marca PSOE era una garantía de victoria en Andalucía, sobre todo en las provincias de Sevilla, Jaén, Huelva y Cádiz y en esa Andalucía profunda donde las peonadas del PER repartidas por los comisarios políticos marcaban una sibilina compra de votos asegurados.
 
Ahora, en 2015, los socialistas han podido comprobar que quien tiene el tirón no es el todopoderoso partido que siempre ha barrido en esta tierra, sino la ambición rubia de Triana, ese bluf surgido de la fontanería socialista que, sin saber cómo ni por qué (ese es un misterio que alguien debería de analizar en el futuro), ha sido aupada por los popes de las tertulias y los columnistas políticos al olimpo de la magistratura de la cosa pública. El lema de campaña nada de "socialismo es progreso" o en "busca del cambio perdido", no, el lema es "Confía en Susana". Sólo en Susana, como si ésta fuese una candidata independiente sin adscripción política alguna. Tanto es así que el pobre de su guaperas jefe de filas, ya saben, Pedro "Zapatero" Sánchez, ha quedado al margen de la campaña andaluza, relegado a un segundo plano y sólo vendrá un poquito a apoyar a Susana, un par de veces como mucho, para que no se note demasiado su presencia y no le haga sombra a la gran diva que se basta y se sobra para conseguir su objetivo que no es otro que ganar, aunque sea por la mínima, las elecciones del 22 de marzo para justificar así que no es una presidenta dedócrata como algunos la acusan con razón. Susana Díaz, como Gary Cooper acude en esta ocasión a la cita con las urnas del día 22 "sola ante el peligro". Todo lo contrario que su principal oponente, el candidato del PP, Juanma Moreno, quien no se va a privar de las visitas un día sí y otro también de Mariano Rajoy y sus ministros en toda la campaña. Esperamos que nadie meta la pata ni haga el monago como suele ocurrirle con demasiada frecuencia a los muchachos del PP.

Si le hacemos caso a las encuestas, la clave de la cuestión es ¿qué hará ese 41 por ciento de electores que, según el CIS no tiene aún decidido su voto? Me da a mí la impresión que esos indecisos no son, desde luego, votantes de Podemos. Y podría ocurrir que, según se vayan hacia uno u otro lado, estas encuestas volvieran a equivocarse una vez más, como ya ocurrió en las anteriores elecciones andaluzas. Estaremos atentos al desarrollo de la campaña que promete estar la mar de interesante.
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