Por
Pascual Hernández del Moral.
miércoles 14 de enero de 2015, 10:01h
Hagamos un sencillo ejercicio: sumemos los
crímenes de personas (hombres, mujeres y niños) que han cometidos los yihadistas,
llámese como se llame su dependencia orgánica, Al-Qaeda, Estado Islámico, Boco
Haram, o tantas de tono menor de las que pululan por Pakistán, Indochina, la
India o África. Veremos que son miles los muertos; y, quizás porque nos hemos
acostumbrado al atentado frecuente, la reacción de la prensa no pasa de ser una
"nota" de tipo genérico, que condena la acción... y ya está, PORQUE SE PRODUCE
LEJOS DE NUESTRA CASA.
Cometieron un gran crimen AQUÍ, EN NUESTRA
CASA, con más de ciento setenta muertos: el famoso 11M de 2004. Y la progresía española
atribuyó la causa del atentado, no a la crueldad de los yihadistas, sino a la
"torpeza" de Aznar y sus amigos del "trío de las Azores". Al-Qaeda se vengó,
decían, y reivindicó por boca de un portavoz, Abú Dujan al Afgani la matanza.
Consecuencia social: izquierdas contra derechas, críticas inmisericordes a
Aznar y, como consecuencia, pérdida de las elecciones generales del día
catorce. Aquí, la manifestación de repulsa y dolor por los atentados fue RENTABLE.
En Francia, el asesinato de los periodistas de CHARLIE
HEBDO y el asalto y toma de rehenes en el supermercado koser de Vincennes han
demostrado por enésima vez que estos seguidores del Estado Islámico son una
panda de una brutalidad extrema, y que no se detienen ante nada para vengar los
supuestos ultrajes a Mahoma. Ante este hecho, casi dos millones de personas,
sin diferencias políticas excepto los de Le Pen, han salido en París y en toda
Europa a solidarizarse con los muertos de la revista (de los judíos asesinados
en Vincennes hemos oído menos, quizás porque sean judíos). El leitmotiv ha sido
"la defensa de la libertad de prensa", no el reproche a la crueldad de los
asesinos; y en los carteles y pancartas, el lápiz ha sido el motivo más
reiterado. Hay que destacar la reunión de los principales líderes mundiales
(¡incluido Artur Mas!); y de los Ministros de Interior para intentar alcanzar
acuerdos sobre medidas internacionales de seguridad. Otra vez, a discutir sobre
libertad y seguridad, si son galgos o son podencos.
Francamente, soy bastante escéptico sobre la
efectividad de las manifestaciones y las reuniones, en París, a miles de
kilómetros de sus territorios. El ruido que se ha producido este domingo es
comparable a la histeria que se desarrolló en España cuando se produjo la
infección por ébola de Teresa Romero: la alarma se produjo, no por Teresa, sino
porque estaba ya la infección en nuestra casa. Y todo fue histeria. Cuando se
curó, nos olvidamos de Teresa, del ébola, de los enfermos de África, de los
muertos y de todo (¡Ahora parece que están probando unas vacunas...!). Pues
pasará lo mismo: aunque los muertos sean nuestros, se olvidarán enseguida, y
todo seguirá igual.
El ruido del domingo, las reuniones de los
Ministros, el análisis de la situación en la Comunidad Europea, las discusiones
sobre legalidad y seguridad, y bla bla bla; o sea, nada de nada: cuando se les
ocurra a estos energúmenos, pondrán otra bomba donde más daño nos haga, unos
locos se inmolaran donde más gente se acumule, o cualquier otra barbaridad que cause
el mayor dolor posible; y volveremos al bla bla bla hasta que se olvide. Como
dije al comienzo, contad los muertos en las zonas donde ejercen su influencia:
Kenia, Siria, Pakistán, Nigeria, Argelia, etc. etc. y veréis cuántos han sido...
y qué poco nos han importado al mundo occidental: nota de prensa en un faldón
del periódico, y a otra cosa.
Además, las manifestaciones se producen en
París y en las capitales europeas. ¿Quiere alguien decirme cuánto van a pesar
en los del Estado Islámico y en los de Al-Qaeda los dos millones de manifestantes,
para que no cometan otros actos similares? Yo os lo diré: NADA. Seguirán a lo
suyo, con la seguridad de que no podremos con ellos porque somos cobardes, y
perdemos el tiempo discutiendo, y no haciendo.
Estos días se han oído, como siempre, grandes
contertulios, de los que no saben nada de todo, o excelentes "juntadores de
letras" pontificando que la solución de estos atentados está "en pan y
educación" para estos pueblos. Pero que piensen que estos asesinos tienen pan y
dineros (más que nosotros), fruto de actividades comerciales con el mundo
occidental; y su educación se basa en el Alcorán. No les falta, pues, nada.
El modo de acabar con ellos, quizás esté en que
sacrifiquemos LIBERTAD a cambio de SEGURIDAD,
y que no nos dejemos sorprender. Siempre
tendremos en el mundo occidental tontos de solemnidad, como Guilli Toledo...
¡Santo Job, danos paciencia!
Pascual Hernández del Moral.