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El danzón cubano

El danzón cubano

Por Gabriel Elorriaga F
lunes 29 de diciembre de 2014, 11:04h
Entre otras novedades, el año que termina nos ha traído el baile "agarrado" en la Plaza de San Pedro que tanto censuraban el siglo pasado los clérigos puritanos. Hasta Sabino Arana, sin ser clérigo pero sí apóstol nacionalista, consideraba al baile "agarrado" como enemigo de la santidad de las viejas costumbres vascas. Por si fuera poco este baile es el antaño anatemizado tango, por lo que es posible pensar que un Papa argentino tenga potencia para introducir cambios y novedades, y no solo en el campo de la danza. Estas últimas semanas hay quien piensa que otro año, quizá, acudan otros fieles a bailar la rumba cubana en la pista circundada por la columnata de Bernini. Pero este futurible no es tan previsible, porque el presidente Obama no es argentino ni cubano y eso que dijo de que "todos somos americanos" es una afirmación, demasiado ingenua, por obvia, de quien da la impresión de no saber con qué tropa va a restablecer relaciones diplomáticas ni qué congresistas y senadores tiene en su casa.

    En principio, el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre dos naciones es un hecho positivo que es difícil objetar. Relaciones diplomáticas no quiere decir amistosas, contagiosas ni, mucho menos, cómplices. Son solo eso "diplomáticas", que es como decir de buena educación y correcta coexistencia. No tienen ningún significado ideológico y, desde tal punto de vista, no hay argumento alguno contra las relaciones diplomáticas con Cuba por el hecho de ser un régimen comunista cuando todos los países democráticos mantienen intensas relaciones diplomáticas con la República Popular China sin otra justificación que la gigantesca dimensión de los intereses en juego. Pero, por lo mismo, es ilusorio pensar que ciertas actitudes vayan a influir por sí mismas en humanizar o liberalizar la conducta interna de ciertos dirigentes. Recordemos como Obama, en su discurso en el Cairo en 2009, parecía esperar que, corrigiendo la política de sus antecesores en los países islámicos, se obtendrían unos resultados más occidentalistas en aquellos países y se podrían contemplar los dulces frutos de lo que se llamó "primavera árabe", de la misma manera que tampoco las relaciones con China han  servido para otra cosa que fomentar un capitalismo salvaje y codicioso sin atenuar en nada un comunismo político totalitario e inflexible. Raúl Castro no ha perdido muchos días en confirmar que no renunciaría a nada de su sistema socialista monocolor tras la decisión de restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos compartida con un presidente Obama proclive a regalar bazas a sus enemigos.

    En el caso de Cuba nadie garantiza que unas relaciones diplomáticas normalizadas repercutan en cambios en las libertades y derechos de los cubanos. Sería más realista saber si el presidente Obama, en su declive temporal y político, está en condiciones de conseguir acuerdos entre republicanos y demócratas en favor de medidas con repercusión económica aprobadas por unas Cámaras donde ha perdido la mayoría. También sería importante saber si los tribunales norteamericanos van a hacer oídos sordos a las reclamaciones presentadas por cubanos nacionalizados o residentes en EE.UU. relativas a confiscaciones realizadas por el actual régimen cubano. Tampoco parece que baste cambiar de título al jefe de la Sección de Intereses de EE.UU. en Cuba y pasar a denominarlo Encargado de Negocios. Un auténtico embajador designado por Obama deberá contar con la aprobación del Senado. Da la impresión de que en este asunto el presidente Obama está más interesado en mantener una apariencia de protagonismo que en obtener resultados reales. Da la impresión de que no ha contado con quienes debería contar y que se ha conformado con iniciar un danzón cubano con notas musicales pero sin letra política. Es la triste danza de un "lame duck" (un pato cojo) sin otro futuro que dejar una huella de buenismo en tiempos de despedida. A su vez, Raúl Castro anunció para el año 2016 el VII Congreso del Partido Comunista en Cuba, cuando el premio Nobel de la Paz terminará su mandato con más complicaciones y averías que las que encontró aquel día de su llegada a la Casa Blanca.
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