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Transparencia frente a corrupción

Transparencia frente a corrupción

Por Pascual Hernández del Moral.
miércoles 05 de noviembre de 2014, 09:39h
Desde que los que nos gobiernan vienen escandalizando a la sociedad con sus continuos "devaneos" con los dineros públicos, la petición de que se incremente la TRANSPARENCIA en las administraciones públicas es un clamor. Se pide transparencia a todo el mundo, en los programas de "TV-portera", en las tertulias de los "maestros Ciruela", en las agrupaciones políticas de todos los barrios, en los cafés, hasta en los púlpitos y en las reuniones de vecinos.
 
Y junto a la petición de transparencia, se quiere hacer evidente que lo que gana un cirujano experimentado, un taxista, un maestro de escuela o un soldador, un suponer, ofrece grandes diferencias, y debería ser igual. Como, por regla general, el cirujano gana más que el soldador, enseguida se levantan voces exigiendo IGUALITARISMO. Y tú sabes mejor que nadie, Venancio amigo, -porque en tu Cuba natal es así- que el igualitarismo conduce inevitablemente a la falta de equidad, y a la ruina de una sociedad por pérdida de incentivos. Todos son iguales en los totalitarismos que conocemos, pero unos más iguales que otros.
 
Los políticos están en el otro extremo del igualitarismo. Los salarios se los fijan ellos, el horario de trabajo, y las prebendas, mamandurrias, sinecuras, momios y privilegios se los aplican ellos, con pocas discusiones, ningún debate y nula oposición. Además, tienen la llave del cajón de los dineros, y los dineros mismos, así que no hay quien les tosa, PODEMOS aparte, y en teoría. O sea, como en todo el mundo, gobierne quien gobierne. Los que no han tocado pelo nunca, o sea, los que no han gobernado, gozan del beneficio de "la duda".
 
Antes, compañero Venancio, existía en todos los organismos en los que se manejaba pasta, la figura del INTERVERTOR, que, bajo su responsabilidad y con su firma, tenía que liberar cada partida; pero el insigne Alfonso Guerra se los cargó cuando dijo, según parece, aquello de que Montesquieu había muerto. Eso pasaba allá por el año 85 del siglo pasado. Y desde entonces, ¡ancha es Castilla! No había que intervenir nada, y así nos ha ido. Cualquier mindundi de concejal, cualquier director general, cualquier chofer de consejero, cualquier "president" o presidente (o cualquiera de sus hijos), podía ordenar pagos, dar subvenciones millonarias, entre otros momios, con autorización presupuestaria o sin ella, y cobrar, sin ningún MIEDO o PUDOR, el 3 o el 5%.
 
El famoso refrán español "EL MIEDO GUARDA LA VIÑA" ya no sirve. Con una justicia garantista hasta la exasperación, con unos procesos que tardan en instruirse un lustro si tenemos suerte, un quinquenio si no hay tanta, o un decenio, según quien sea el imputado, ¿quién guarda la viña? La sensación tiene la gente, Venancio amigo, es la de UNA TOTAL IMPUNIDAD DE ESTOS DELINCUENTES DE CUELLO BLANCO. Y es difícil que el que tenga acceso al "cajón de los dineros" se abstenga de meter la mano. Cuando yo era chico, los mayores nos decían "¡Nene, cuidado donde metes las manos, que luego van al pan!" Ahora, las manos sucias se llevan el pan y a donde sea. Se tiene la creencia de que sólo unos pocos de los que se lo han llevado crudo son los "tontos" que caen, porque los ingresos "oscuros" no siempre se ven: ya se preocupan de ello los causahabientes.
 
Y la sociedad en general se exaspera viendo lo que ve. Y en su rabia, se lleva por delante a tirios y troyanos. La exhibición de los "presuntos" se convierte en la llamada "pena de telediario" que sufren tanto unos como otros, y son muy del gusto de las tertulias de los Ciruelillos, y de las "TV-portera".  No importa si un inocente cae en ella: alguna otra cosa habrá hecho, piensan. Y la transparencia total acrecienta el rencor entre las clases, por la exaltación del igualitarismo: ¡Unos tanto, y otros tan poco!
 
Hoy, TRANSPARENCIA y CORRUPCIÓN se nos ofrecen como términos antónimos: contra corrupción, transparencia. Pero no son términos antitéticos: la transparencia es el procedimiento de las administraciones, para obrar de acuerdo con lo establecido en las normas legales y administrativas. La corrupción es la tendencia de las personas a aprovecharse de las circunstancias (cargo político, empleo, mamandurrias...), sabiendo que están obrando en contra de los intereses generales, y a favor de sus intereses particulares. Acuérdate, compañero Venancio, de lo que contaba en mi escrito anterior. Lo uno se arreglaría con un mayor cuidado "de la viña"; lo otro, con la educación en valores.
 
¡Querido Venancio, quien quita la ocasión, quita el peligro! A lo mejor, deberíamos recuperar los interventores en todos los niveles de la Administración para guardar la viña. Y, repito una vez más, mejorar la educación en valores.
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