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Ciclos de cuarenta años

Ciclos de cuarenta años

Por Fernando Jáuregui
viernes 30 de mayo de 2014, 18:41h
Parto de la base genérica de que los trazos gruesos de la Historia contemporánea española se inscriben y escriben en grandes ciclos de más o menos cuarenta años: el 20 de noviembre de 1975 concluyó uno de esos ciclos con la muerte deFranco, que desarrolló su dictadura durante cuatro décadas, y comenzó de inmediato otro, con el reinado de Juan Carlos I, que, así, cumplirá cuarenta años en el trono en noviembre de 2015. Se abre así, y resulta obvio para cualquier observador, una nueva era, que conocerá una sucesión en el Trono a más o menos corto plazo, y que incluirá también muchas sorpresas que aún es pronto para vaticinar; pero, sin duda, las habrá. Y, si lo mira usted despacio, lo que está ocurriendo en el PSOE se corresponde igualmente con uno de estos grandes períodos que lo normal es que concluyan abriendo la perspectiva de cambios fundamentales. Ni más, ni menos.

Fue en octubre de 1974 cuando se celebró, en Suresnes, aquel famoso congreso del PSOE que dio el poder a 'los del interior', comandados por 'Isidoro', que era el seudónimo clandestino de Felipe González. Se ponía fin al mandato de los veteranos dirigentes del partido en el exilio, dirigidos por Rodolfo Llopis, y se inauguraba una época de modernidad de la mano de un grupo de sevillanos aliados con militantes vascos, en lo que se llamó el 'pacto del Betis'. De eso, el próximo octubre hará cuarenta años. ¿Le suena a usted? Todos estos años, los socialistas han estado bajo la batuta, más o menos lejana, de Felipe González(e incluyo también los períodos de Zapatero y de Rubalcaba). Me parece que ahora, estoy a punto de decir al fin, el PSOE se libera de esa batuta, que tan necesaria fue, para poner a sus músicos bajo una nueva dirección. Acabó, pienso que ahora sí que sí, el 'felipato', que ha sido, como el propio González ha reconocido, la solución a muchos problemas del PSOE, y el problema , al tiempo, para la total renovación del partido.

Yo creo que ahora, también de la mano de una dirigente sevillana, que no me cabe duda de que estará ayudada, entre otros, por un grupo representativo de vascos, comenzando por Eduardo Madina, se está produciendo otra catarsis total, semejante a la de Suresnes, en la formación que fundó Pablo Iglesias en 1879. No es una mera sustitución en la cúpula, ni un relevo de rostros: ni he sido, ni soy, ni probablemente seré jamás militante del PSOE, pero reconozco que el proceso que se está operando en este partido, y que fue iniciado por un Rubalcaba que merece mucho más reconocimiento que otra cosa, es digno de todo respeto. Claro que hay personalismos, improvisaciones, maniobras orquestales en la oscuridad, retrocesos y errores. Pero, en general, creo que el PSOE, que se metió de hoz y coz en el asfixiante, pero imprescindible, proceso de las elecciones primarias, está liderando, con cuantos tropiezos quiera usted, una regeneración acuciante en los herméticos, anticuados, poco democráticos, partidos políticos españoles.

Necesitamos al PSOE, y lo dicen también desde la derecha, desde el mundo empresarial y patronal, en el sindical y en las cancillerías extranjeras. Creo que hasta Izquierda Unida lo dice, porque sus alianzas coyunturales y territoriales con los socialistas les son necesarias para asomarse a algunas parcelas de poder. El PSOE tiene que liderar a la izquierda por caminos de moderación, de reforma de las estructuras del país y de regeneración de los malos hábitos que pesan sobre la democracia española; nadie más puede hacerlo. Figúrese usted lo que nos estamos jugando en este, para los mirones como yo, apasionante y apasionado proceso en el que están ahora embarcados los socialistas.


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