A veces nos olvidamos de que en
determinados momentos de la vida, la ética es una de nuestras mejores bazas
para actuar con resultados óptimos respecto de lo que vayamos a tratar,
disponer, concertar o presumir. La ética es esa parte que estudia los
comportamientos del ser humano que tienen que ver con la conducta. El modo de
conducirnos en la vida lo es todo, independientemente de que lo apliquemos en
conceptos morales o simplemente actuemos con lógica. La ética tiene mucho más
que ver con la moral que con la lógica, pero en según que casos la apliquemos,
una lleva necesariamente a la otra.
Ante los comicios europeos que se van a
celebrar en breve, los españoles no sólo debemos aportar nuestro voto en
función de la ideología de cada uno, que es lo que se suele hacer en otro tipo
de elecciones, sino que en esta situación se debe aplicar el símil futbolístico
para decidir que equipo nos va a representar con mejores resultados. En esta
dicotomía ante tan importante decisión, no valen los tópicos y estereotipos que
nos provocan emociones. Por seguir con el símil, a nadie se le pasa por la
cabeza que el equipo de su vida, el de sus colores de siempre, el que le
provoca tristezas y alegrías cada tarde de futbol, pueda ser el mejor candidato
ante un enfrentamiento europeo. Lo que hacemos entonces, con criterio ético y
lógico, es seleccionar a los mejores jugadores de cada equipo para con todos
ellos, los mejores, establecer un combate justo que nos permita alcanzar la
victoria.
En estas elecciones no se trata de
equipos, si no de jugadores a título individual. Cada partido político aporta
el suyo, y el resultado debe ser el mismo, obtener para España el mejor puesto
y los mejores resultados en el terreno de juego. Para ello, es muy importante
que los ciudadanos antes de llevarnos la mano al corazón y pensar
irracionalmente, como lo haríamos si se tratara de un enfrentamiento entre dos
equipos de tercera división, valoremos con ética y apliquemos con lógica
aquello que más nos conviene.
Por el número de votos y la intención
de cada ciudadano, se presume lo de siempre, que el derby se jugará entre los dos grandes equipos; es decir, Partido
Popular y Partido Socialista, y aquí, es donde yo sugiero aplicar la lógica que
no tendría sentido, o sí, en cualquiera otra forma de elección. Nos dicen los
libros que tratan sobre las emociones, que muchos fracasos se producen por
creer que un modo de hacer o decidir las cosas sirve para todo. Nuestro cerebro
clasifica estereotipos por la apariencia, el estereotipo nos provoca emociones,
es prejuicioso por naturaleza y nos condiciona a actuar de una manera u otra
según los impulsos del corazón, que como digo, en este tipo de cuestiones no
entra.
Debemos decidir quien nos va a
representar con mejores posibilidades de éxito en el complicado y entramado
mundo de la política europea, donde intervienen infinidad de factores a la hora
de tomar decisiones o plantearlas. Y para ello tenemos dos candidatos firmes; uno de ellos habla idiomas, -algo vital en
estos tiempos- conoce al resto de jugadores, tiene una amplia experiencia en el
terreno de juego, y ya ha obtenido en otras ocasiones considerables triunfos,
lo que avala su trayectoria y le da puntos frente al otro candidato, que por su
parte, no habla idiomas, sólo ha estado en Europa de turismo, no ha desempeñado
ningún papel en ninguna de las cuestiones que han sido vitales para el
desarrollo de nuestro país y, por consiguiente, es tan desconocida en el
Parlamento Europeo, como el Bollullos Futbol Club en los mundiales de Brasil.
Quien me conoce bien, sabe de mi
imparcialidad a la hora de valorar y enjuiciar las capacidades de los Partidos
Políticos, a los que considero de una catadura moral y con unos principios que
no me alejan mucho de lo que piensa al respecto cualquier otro ciudadano
medianamente informado. Pero como de lo que se trata no es de hacer juicios de
valor de andar por casa, y por mucho que nos empeñemos las cosas son como son y
estamos donde estamos, no nos queda más remedio que sucumbir antes lo que nos
proponen y, por lo menos, acudir al terreno de juego con nuestro mejor
delantero centro y no esperar que nos las den todas en el mismo lado, que no
están los tiempos para hacer experimentos con gaseosa.
Ismael Álvarez de Toledo
Escritor y periodista
http://www.ismaelalvarezdetoledo.com