La pluma

En los combates de boxeo, la categoría "pluma" está fijada por los pesos de los púgiles, que no deben pesar menos de cincuenta y cuatro quilos ni más de cincuenta y siete. No es, sin embargo, la categoría de más bajo peso, porque hay gladiadores del ring, denominados mosca y gallo, cuyos pesos están por debajo. No creas, querido Venancio, que es innecesario recordar por estos pagos lo de los pesos de los boxeadores, porque la esgrima pugilística ha caído en desgracia, y los jóvenes no saben de qué estamos hablando. No así en tu Cuba natal.
 
Pero no era de eso de lo que te quería hablar, sino del premio otorgado a nuestro egregio ex-presidente del gobierno, señor Zapatero: hace pocos días, se le ha concedido por parte de la federación estatal del colectivo LGTB, o sea, lesbianas, gais, transexuales y bisexuales la que creo que es la más importante de sus distinciones: el premio PLUMA.
 
Cuando yo era chiquillo, camarada Venancio, la hombría era una característica que nos definía a los muchachos recios, aunque decir eso sea hoy políticamente incorrecto -lo que, dicho sea de paso, me importa tres leches - y "tener pluma" o "plumón" significaba ser delicado, tierno, suave, fino, sensible... o sea, todo lo contrario a "puritito machote" que dicen allá por Méjico, que, para hacer justicia, deben oler a macho cabrío. A lo que se ve, querido Venancio, lo viril y lo bruto eran términos sinónimos, o casi.
 
Y, mira por dónde, ahora la PLUMA es un premio que adorna a los personajes que han mostrado especial disposición a la dignificación y legalización de las relaciones erótico - sentimentales -  sexuales - festivas de una parte de la población. Y en nuestro país, querido Venancio, el valedor de esa línea política ha sido Zapatero, flanqueado por sus ministras y ministros, especialmente por la señorita Aído Almagro, Ministra de Igualdad durante dos años y medio, y que, por cierto, se retiró a la ONU como Asesora especial de la Directora Ejecutiva ONU Mujer Special Advisor to the Executive Director UN Women, con una sueldecito de quince mil euros, que está muy bien.
 
A mí, compañero Venancio, siempre me pareció bastante fino, moderno, urbano, guapín y delicado el ex - presi, y un sí es no es tierno, sin entrar en si eso es bueno o malo; no tiene esa cara fea, barbuda y narigona de Fidel, ni la de pillo y viejo rijoso y lascivo de Raúl. Los ojitos azules, la mirada dulce y los hoyitos en las mejillas le dan ese aire blando que le envuelve, a modo de aura angelical. Su amor al colectivo LGTB le ha llevado a decir que el día que aprobó la Ley del Matrimonio Homosexual, el 30 de junio de 2005, "se le olvidó" izar en La Moncloa la bandera del arco iris. ¡Lástima! ¡Con lo bien que hubiera quedado esa nota de policromía sociopolítica en el balcón de la adusta residencia!
 
Pues bien, al final, se le ha hecho justicia. La PLUMA ha venido a reconocer la ímproba labor realizada a favor de esos grupos, con derechos sociales y políticos como todos, reconociéndoles el derecho a contraer matrimonio, y a separarse y divorciarse como cualquier hijo o hija de vecino o vecina. Y quedará muy aparente en sus tarjetas de visita: "José Luis Rodríguez Zapatero. Presidente del Gobierno de España. Premio Pluma".
 
Ahora, su partido lo moviliza para la campaña de las europeas, en apoyo a la candidata Elena Valenciano, gran figura "española democrática, progresista, abierta, tolerante y defensora de la libertad y la igualdad", como dijo en el último mitin en el que lo sacaron. A ver qué distinción le conceden ahora, que, una vez más, se convierte en paladín de las mujeres, frente a la caverna pepera, que las odia, las obliga a parir y las quiere con la pata quebrada y en casa, zurciendo calcetines.
 
Con gran orgullo, declara que la "marca España" no es nuestra industria, ni nuestra cultura, ni las grandes marcas comerciales, ni ninguna de esas fruslerías, sino EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL. Debemos enorgullecernos de haber sido los primeros en legalizarlo, y haber sentado el precedente que ahora ha seguido, con la oposición de las derechas, esas derechas que huelen a macho cabrío, toda Europa.
 
¡Y algunas mozas de buen ver, como la ministra italiana Maria Elena Boschi, pidiendo compaña masculina,  familia, y esas cosas antiguas! ¡Cosas veredes, querido Venancio!