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¡Si Cervantes levantara la cabeza...!

¡Si Cervantes levantara la cabeza...!

Por José-Miguel Vila
lunes 28 de abril de 2014, 09:39h
A finales del mes pasado, el 112 de Ciudad Real, bien entrada la madrugada, recibió una llamada en la que un joven informaba a los servicios de emergencia que una chica había caído a un pozo de varios metros de profundidad. El accidente ocurría cerca del parque acuático "Playa Park", una de las zonas de botellón de las más frecuentadas por los jóvenes manchegos.

Aunque el suceso pudo acabar con las peores consecuencias, porque el pozo tenía unos diez metros de profundidad, la joven fue rescatada con vida por los bomberos de la comunidad, aunque con síntomas de hipotermia y en estado de shock.

Para shock el que les dio a los bomberos que la asistieron porque la encontraron, además de mojada, sin ropa interior. Las pesquisas posteriores despejaron rápidamente las dudas que se cernían sobre el caso y, sin necesidad de recabar los servicios internacionales de investigación de las compañías de Agatha Christie o George Simenon (a través de Sherlock Holmes o el comisario Maigret), o de otros servicios más locales como los de Francisco García Pavón, que rápidamente habría puesto en danza a Plinio para resolver el insólito caso, la conclusión era clara: la joven cayó al pozo mientras mantenía relaciones sexuales con un chico sobre la chapa de un pozo, de los varios existentes en la zona, que acabó cediendo y dando con los huesos de la enardecida joven manchega en el abismo de un antiguo pozo de riego de la zona.

Lejanos están ya aquellos insólitos y celebrados tiempos en que un caballero andante, don Quijote de la Mancha, recorría tierras como aquellas, buscando donde socorrer viudas, enfrentarse a poderosos gigantes o alentar a caballeros e hidalgos a seguir su ejemplo. ¡Menos mal que el joven que huyó dejando allí, en el fondo de un pozo, a la que imaginamos su ocasional amante más sola y desfavorecida que la una, se arrepintió parcialmente de su villanía acudiendo al 112...! Nos queda, al menos, la seguridad de que no era directo descendiente de don Quijote, ni de su padre putativo, don Miguel de Cervantes, porque de otra manera habría deshecho ilusiones, roto corazones y fabricado descreídos, humillados y deprimidos para llenar las consultas de los miles y miles de psiquiatras ejercientes en todos los países del mundo en donde el famoso caballero manchego cuenta, no ya con seguidores, sino con defensores, ciegos fans y hasta ilusos imitadores, aún a sabiendas de que nunca alcanzarán la gloria del generoso amo de Rocinante.

Creemos más que el huidizo joven podría estar cercano, si no a los genes, sí al talante de aquel fiel escudero, Sancho Panza, que las más de las veces podía resumir su filosofía con eso de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo".

Demos, en fin, ocasión a nuestros fieles lectores de hacer examen de conciencia y situarse en el lugar del joven -si aún están para esos trotes- y analizar a cuál de los dos caballeros manchegos apuntaría más su reacción, al del famoso don Quijote, o al de este otro y menos ejemplar manchego, de cuyo nombre yo tampoco quiero acordarme.
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