Algo más

Ha dicho el ministro Jorge Fernández que fue un error utilizar pelotas de goma en Ceuta contra los inmigrantes que intentaban entrar por mar. Es evidente que fue un error, la cuestión es que lección se va a sacar de la tragedia de Ceuta. Pero más allá de esa tragedia concreta creo que hay que hacer una pregunta en voz alta moleste a quién moleste.

La pregunta es muy sencilla: ¿puede Marruecos hacer algo más para impedir la llegada de inmigrantes a la frontera de Ceuta y Melilla?. Me atrevo a adelantar una respuesta, que no es otra que sí. Pero no solo Marruecos, también la Unión Europea tiene que adoptar una decisión, de una vez por todas, de que hacer respecto a las miles de personas que huyen de la miseria o de la guerra, a veces de ambas cosas, y sueñan con entrar en Europa en busca de una vida mejor. Porque ése es el quid de la cuestión.

Por una parte la Unión Europea quiere que los Estados miembros impidan que se cuelen por sus fronteras inmigrantes ilegales pero no da ninguna alternativa ni a como evitarlo ni mucho menos abre un debate sobre el derecho que debería de tener cualquier ciudadano, no importa donde haya nacido, para ir libremente de un lugar a otro.

Pero vuelvo a la pregunta sobre el amigo marroquí, ¿de verdad hace lo necesario?. Me temo que a Marruecos no le importa, todo lo contrario, el problema que supone para España, tener que hacer frente a la inmigración ilegal. Y mucho menos si ese problema se produce en las fronteras de Ceuta y Melilla, ciudades sobre las que Marruecos continua reclamando su soberanía. De manera que el que España tenga problemas a las puertas de esas dos ciudades no es ni mucho menos motivo de preocupación para los marroquíes que naturalmente dicen hacer lo que pueden pero lo cierto es que hacen menos de lo que deberían.

Vaya por delante que no soporto las fronteras, que me revuelvo ante la idea de que se pongan trabas a quienes lo único que aspiran es a una vida mejor. También creo que no hay muros los suficientemente altos para quienes escapan de la miseria, para quienes creen que no tienen nada que perder y por eso ponen en riesgo su vida en el intento de perseguir un sueño, el de una vida mejor.

Eso sí, en este asunto no caben demagogias. Por eso creo que ahora que se acercan las elecciones al Parlamento Europeo los partidos que concurren tienen que explicarnos alto y claro qué proponen para abordar el problema de la inmigración.

Lo que resulta insoportable es que se utilice un asunto del que dependen vidas para hacer demagogia. Yo como ciudadana quiero saber que es lo que el PSOE o IU, o el resto de los partidos, proponen amen de decir que el Gobierno lo está haciendo mal.

Es evidente que el Gobierno está desbordado por lo que sucede en Ceuta y Melilla, eso ya lo sabemos, pero hay que saber qué es lo que harían los demás si se encontraran a miles de inmigrantes queriendo saltar las vallas que separan Ceuta y Melilla de Marruecos.

A mí me resulta insoportable la idea de que se jueguen la vida esos miles de seres humanos trepando desesperados por esas vallas o que otros lo intenten por mar, a nado o en pateras, para intentar pisar suelo europeo en busca, insisto, de una vida mejor a la que tienen derecho. De manera que la Unión Europea debe de abordar de una vez por todas el gran problema de la pobreza que es lo que lleva a familias enteras a emigrar. Porque nadie abandona su casa, su pueblo, su país, si no es por extrema necesidad, y por tanto a esas personas hay que tratarlas con el respeto que merecen.

Hay muchas clases de vallas, de muros que separan a unos hombres de los otros. A veces los muros son alambradas, otros enormes bloques de hormigón pero la mayoría de las ocasiones esos muros son leyes, leyes que impiden la libre circulación de un lugar a otro, leyes que impiden trabajar honradamente donde a uno el gustaría vivir, leyes que clasifican a los ciudadanos como de primera o de segunda, o de ilegales, como si un ser humano pudiera ser ilegal. Insisto, Europa, la civilizada Europa tiene que abrir un debate sobre la inmigración y dar soluciones a ese ejército de desesperados que sueñan con una vida mejor. Mientras tanto es evidente que a Marruecos no le vienen mal los problemas de los españoles. Hay que estar ciego para no verlo.