'Gran Vilas', XXXIII Premio Int. de Poesía Ciudad de Melilla
Por
José Iglesias Blandón
miércoles 01 de agosto de 2012, 22:13h
"He
escrito un evangelio posmoderno"
Bajo
acordes de Woody Guthrie, apostados en una terraza de hotel o a lomos de una
carretera secundaria o en uno de sus McDonald's colgados del cielo, no sabría
decir, pero es plena Ciudad Vilas, ahí donde conversamos con Manuel Vilas sobre
Gran Vilas, o con Gran Vilas sobre
Manuel Vilas, tampoco sabría decir, porque realidad y ficción sucumben a los
límites morales de nuestra contemporaneidad, pero es la santa Ciudad Vilas,
"la Ciudad del Amor", nos dice. "Se vive bien allí. Es el
paraíso a precios populares. Buenos hoteles y buenos restaurantes. Mujeres y
hombres fascinantes viven allí, en Ciudad Vilas."
Algún osado
podría tacharlo de ególatra...
Cualquiera
que lea el libro se dará cuenta de que no es una cuestión de egolatría, sino de
celebración y de ofrecimiento.
Gran Vilas como
liturgia a la propia identidad...
He
escrito un evangelio posmoderno, un libro sobre el amor y el dolor, con un
protagonista que se llama Manuel Vilas.
¿A qué distancia
cohabitan el Vilas autor y el Vilas personaje?
Son
el mismo. Son la misma cosa.
Usted no cree en
los álter egos...
No, prefiero usar mi nombre. Me gusta ejercer la
libertad, no sólo saber que existe, sino usarla.
Eso no debería ser
tan complicado, sobre todo en los tiempos que corren...
Si la gente usara la libertad que le concede la
Constitución, este país cambiaría, sería la vanguardia del mundo. La gente
tiene miedo.
Defiende que la
poesía debe llegar a la vida pública...
Siempre ha sido así históricamente. Lo fue con
Machado, con Lorca, con Neruda, con Blas de Otero, con Gil de Biedma. La poesía
es para la gente.
A estas alturas,
¿qué le exige a la poesía?
Que
diga algo relevante. Que diga lo que está pasando. Que interese. Que se
implique. Que no nos deje indiferentes. Que encuentre lectores.
Gran Vilas denota
una caricaturización de su propio estilo, de su propia voz. ¿Intencionada?
Exploro
los límites de mi imaginación, me gusta ir a esos límites; creo que los
escritores deben ser audaces.
¿Existe mejor
ficción que la realidad?
La realidad del año 2012 es muy compleja y los
escritores nos quedamos siempre cortos al tratar de representarla. La realidad
va por delante de la imaginación.
La estela de
Walt Whitman se palpa en esta obra...
Whitman
es un poeta imprescindible para mí. Su audacia moral sigue siendo una de las
claves de la modernidad literaria. Fue un hombre libre.
Al final, en un
poema titulado "The End", Vilas muere. ¿Una señal?
Es
un final inquietante. No sé muy bien qué significa esa muerte. Me pareció
hermoso morir al final del libro.
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