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De vuelta a los ochenta

La 'movida madrileña' llega a la noche monegasca

La 'movida madrileña' llega a la noche monegasca

Con el potencial riesgo de caer en lo decadente, la 'Movida', hilo temático de la edición número 54 del Baile de la Rosa en Mónaco, dejó boquiabierto al público monegasco y recuperó su desfachatez más refrescante gracias al estupendo espectáculo ideado para Pedro Almodóvar por la familia Grimaldi.

"Se han esforzado mucho por agradarnos. Son ellos los que se han adaptado a nosotros y han echado el resto en este Principado, así que sólo tengo que decirles gracias" explicó Pedro Almodóvar al llegar al Salón de las Estrellas del Sporting Club de Montecarlo.

Sus palabras no eran un cumplido, sino una descripción de una fiesta que prefirió mantenerse fiel al espíritu de los homenajeados antes que hacer concesiones a una audiencia que, pese a la estupefacción inicial, se hizo cómplice del tono hedonista y excesivo en un desatado baile final.

La reconstrucción de la fachada del mítico Cine Doré de Madrid, los números de cabaret a la española, la 'performance' entre las galaxias y las cloacas de un estupendo Paco Clavel y las hilarantes apariciones de Rossy De Palma sobre el escenario despejaron las dudas sobre la necesidad de una resurrección de algo tan adherido a su época.

De hecho, el director de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' (1998) no quiso dejar de matizar la relevancia ideológica de la 'Movida': "Estáis celebrando la Transición y la democracia. Ni un sólo 'frame' de mi cine habría podido ser rodado en otras circunstancias", aseveró.

Pero, afortunadamente y según Alaska, "la movida pega con todo". La cantante, encargada de abrir el baile con el tema 'Miro la vida pasar', agradeció sobre el escenario a la corte monegasca "haber tenido el buen gusto de celebrar el mal gusto".

De la trivialidad de la 'revisitación paródica' de clásicos como 'La vie en rose', 'Ne me quitte pas' o 'Tómbola', a la intensidad de la voz de Luz Casal y su 'Piensa en mí', el Baile de la Rosa reverenció educadamente la estrambótica parafernalia y demostró que sus conceptos no eran tan incompatibles.

Alaska argumentó que "nosotros no tenemos nada que enseñarle a la princesa Carolina. Ha bailado con Warhol en el 'Studio 54', creo que es ella la que tiene que enseñarnos a nosotros". Además, "uno de los primeros cuadros que se pintaron en la 'movida' en el 79, era de Costus y era de Grace Kelly entrando en el baile de la rosa. Es un círculo que se cierra", añadió la cantante de Fangoria. Así, la mezcla entre el vestuario de etiqueta y la antología de lo 'kitsch' que se apoderó del Salón de las Estrellas, dio con un excelente tono en el que se respiró armonía, complicidad y, sobre todo mucha diversión.

Alberto II y Carolina, así como sus respectivas parejas, Charlene Wittstock y Ernesto de Hannover, compartieron mesa con Almodóvar, Bibiana Fernández, Alaska y Mario Vaquerizo, así como con el habitual Karl Lagerfeld, mientras que Carlota y Pierre Casiraghi se sentaron en la mesa adyacente.

Faltó, en el último momento, el tercer Casiraghi, Andrea, y, un año más, la princesa Estefanía se ausentó de este evento que, uno de los de más resonancia social del Principado, tiene carácter benéfico en favor de la Fundación Princesa Gracia. El Baile de la Rosa, celebrado desde 1954, empezó cuarenta años después a elegir un 'leit motiv' para cada nueva gala y, tras recorrer la cultura del tango, la gitana o la africana, recaló en homenajear a la 'Movida' e invitar a su 'emperador' Pedro Almodóvar.

Mariola Fuentes, Andrés Marín, Blanca Li, Marie-France y Nancys Rubias, así como la DJ Roberta Marrero, fueron también integrantes de la 'troupe' que esta vez el director de 'Volver' (1996) reclutó para recrear a lo grande su plataforma de lanzamiento.

"Es una especie de sueño sobre la 'Movida'. Es como si nos echáramos una siesta y soñáramos con hace 25 años. Yo ya no tengo los mismos años, pero esto, sin ser nostálgico, es una celebración de cómo se vivía la libertad que sentíamos y la libertad con la que vivíamos. Y eso es maravilloso", concluyó el cineasta.

Entre los invitados, primaban la convencionalidad y los colores oscuros, lo que contrastaba con el pelo cardado de Almodóvar, la melena naranja-chillona de Alaska, el 'look' gótico del grupo 'Nancys Rubias' y el de los travestidos y bailarines andróginos semi-desnudos que invadieron la escena durante el tiempo que duró su espectáulo: Un frenesí caluroso y exhuberante.

 

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