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El antepasado de los centros de menores

Alcalá de Henares acogió, en los años 20, un proyecto pionero de reeducación de menores delincuentes: la Escuela Industrial de Jóvenes, el 'antepasado' madrileño de los actuales centros de menores infractores.
José de las Heras era un perfecto desconocido hasta que Juan Nebreda, sociólogo y director del centro de menores Los Almendros, rescató de una librería de viejo 'La juventud delincuente y su tratamiento', una de las obras más curiosas y reveladoras sobre la cultura carcelaria española de los años 20. Así fue como la Escuela Industrial de Jóvenes de Alcalá de Henares salió del olvido para revelarse como una de las experiencias más interesantes de nuestra historia en materia de reforma de menores infractores.

Comedor de la Escuela Industrial de Jóvenes de Alcalá Hasta la creación de esta escuela, fruto de un Real Decreto de 1915, los jóvenes delincuentes tenían que convivir con el resto de los reclusos en las cárceles. Su creación supuso la introducción efectiva del concepto de reeducación y reinserción en el tratamiento de estos menores: no solo empezaron a cumplir su pena alejados de los adultos, sino que pudieron acceder a formación prelaboral —cobrando un salario por ello, parte del cual se destinaba forzosamente al ahorro—, a educación —el analfabetismo era común entre los internos de la escuela— y a un sistema muy similar al actual de progresiones y regresiones según su conducta.

Talleres de carpintería y ebanistería Los menores internos en la Escuela Industrial de Alcalá fabricaban alpargatas para los reclusos de toda España e, incluso, el propio libro fue editado en el taller de imprenta del centro. Toda una hazaña para un momento histórico en el que las leyes quedaban en papel mojado casi antes de ser llevadas a la práctica, fruto de la inestabilidad política. José de las Heras, que ya tenía a sus espaldas una larga trayectoria en prisiones y a quien le llamaban especialmente la atención los módulos de 'micos' (menores) de las cárceles de la época, luchó por convertirla en un gran proyecto pedagógico.

Partido de fútbol en el patio de la Escuela Industrial de JóvenesAsí, consiguió terrenos para que los menores que procedían del ámbito rural pudieran cultivar la tierra de forma productiva y, de paso, adquirir habilidades para cuando salieran en libertad; dividió a los internos en función de su edad y características para poder atenderles de la forma más individualizada posible e, incluso, consiguió reinsertar a alguno como monitor de los talleres profesionales en la propia escuela.

  "En aquel momento, la Escuela Industrial de Jóvenes fue un logro enorme", explica Juan Nebreda, autor del prólogo del libro, reeditado por la Fundación Respuesta Social Siglo XXI y la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI). "Hubo varias iniciativas en todo el mundo para reeducar a los jóvenes delincuentes, pero aquí no se prestó mucha atención a esta experiencia, a pesar de estar al nivel de los demás países. Quizá por el famoso complejo de inferioridad", explica.

Lo cierto es que el libro, que detalla desde las fichas que contenían la información de cada interno hasta las características, fases y proyectos de la escuela, revela un parecido asombroso de lo que ocurrió en ese centro alcalaíno con la filosofía y la práctica actual de la reeducación de menores infractores, que se extiende incluso al seguimiento del chico después de su puesta en libertad. 'La juventud delincuente y su tratamiento' fue transcrito por una decena de menores de Los Rosales II para su reedición actual, cuya distribución se ha llevado a cabo de forma gratuita.
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