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Resumen del libro 'El Zapaterato. La negociación. El fin de ETA' sobre lo que no se cuenta en la Audiencia Nacional

La propuesta de Anoeta se produjo tras cuatro años de negociaciones Eguiguren-Otegi en Txillare

Cuando Arnaldo Otegi anunció en Anoeta (14 de noviembre de 2004) su propuesta de paz, mitin por el que ahora es juzgado en la Audiencia Nacional, llevaba cuatro años hablando con Jesús Eguiguren en los famosos 'encuentros gastronómicos de Txillarre'. ¿Conocía, por tanto, el contenido del mitin tanto Eguiguren como el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero? Anoeta significó el salto definitivo para que Eguiguren y Josu Ternera entablaran encuentros negociadores a lo largo de 2005. Se cuenta con todo lujo de detalles en el libro "El Zapaterato. La negociación. El fin de ETA", del que son autores Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez.

Nadie puede olvidar un hecho sobre el que, sin embargo, se ha pasado de puntillas en el juicio que se sigue contra Arnaldo Otegi, Joseba Permach y otros por el contenido de aquel mitin de Anoeta. Resumimos un extracto del libreo de Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez.

"La ‘mala prensa’ de aquellos contactos de Carod [Carod-Rovira con la cúpula de ETA, mantenidos en enero de 2004, cuando Carod era el número dos del Gobierno catalán del tripartit] mantenían vivas las dudas entre los dirigentes federales del PSOE en el otoño de 2004. Pero el 4 de octubre ocurrió un hecho que sería providencial para el proceso. Como consecuencia de un seguimiento a otro etarra, al que se llegó a través de un confidente, fueron detenidos en Francia el entonces máximo dirigente de ETA, ‘Mikel Antza’ –el de las reuniones con Carod y defensor de la violencia, aunque se le tenía por “uno de los más inteligentes” en la dirección etarra-, y su compañera sentimental y también terrorista, Soledad Iparragirre, la temida ‘Anboto’, que había llevado las finanzas de la banda y todo su aparato de extorsión.

"Las detenciones, fruto de la colaboración hispano-francesa, dejaban aparentemente descabezada a ETA al poner fin a los 12 años de liderazgo de ‘Antza’... y propiciaba la subida de ‘Josu Ternera’ al mando de la banda, según contó a los autores un agente del CESID, hoy CNI. Aunque, como ya hemos señalado, parece que ‘Ternera’ jamás fue el verdadero ‘número uno’ de la banda.

"Es decir, sin eufemismos de ningún tipo: alguien se había ‘desprendido’ de ‘Antza’. Estas cosas ocurren, y hay que asumirlo, en la lucha antiterrorista, en la que, por ejemplo, algunas detenciones se presentan como casuales, o se dan explicaciones en ruedas de prensa que contienen mensajes más dirigidos al ‘otro lado’ que a la opinión pública… y que los periodistas nos abstenemos de comentar en términos de duda. Es práctica común entre los periodistas no obstaculizar la labor de Interior en su lucha contra el terror; por eso, detenciones ‘casuales’ de etarras se aceptan como tales y, por eso, la mayor parte de los profesionales rechazamos cuestionar algunas explicaciones que se dan desde el aparato policial en relación con operaciones contra la banda".

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El anterior texto explica cómo, después de cuatro años de encuentros secretos entre socialistas como Egiguren, Pastor y Rodolfo Ares con Arnaldo Otegi y otros batasunos en el caserío de Txillarre, se estaba avanzando inevitablemente hacia las conversaciones de paz con ETA.

En este sentido, resumimos el capítulo en el que se habla en el citado libro del mitin de Anoeta, por se suficientemente esclarecedor.

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"El mitin de Anoeta


"Es importante subrayar esa detención de ‘Antza’ y la fecha en la que se produjo porque sólo un mes y medio después, el 14 de noviembre, Arnaldo Otegi, Joseba Permach –importante figura la suya, ya que representa la ortodoxia dentro de Batasuna, la voz más cercana a ETA-, Joseba Álvarez e Iñigo Balda escenificaron una ‘propuesta de diálogo’ ante 15.000 abertzales en un mitin en el estadio de Anoeta, en San Sebastián, convocados bajo el lema “Orain Herria, Orain Bakera” (“Ahora el pueblo, ahora la paz”).

"El mitin de Anoeta significó el gesto abertzale, la válvula de escape que necesitaba el Gobierno de Zapatero, marcado muy de cerca por la oposición que lideraba Mariano Rajoy y en plena vorágine política de la comisión parlamentaria de investigación sobre la masacre de Madrid del 11-M. El ‘espíritu de Anoeta’ iba a resultar trascendental cuando, años después, en 2009, se inciase un curioso debate en el interior del mundo filoetarra en torno a las posibles salidas para acabar con la violencia. También sobre ello trataremos.

"Es cierto que, en Anoeta, Otegi no condenó la violencia en nombre de Batasuna, como esperaba el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, pero tampoco podía hacerlo: “Si condeno, me matan”, llegó a decirle Otegi a un interlocutor no abertzale. Sin embargo, apostó por la democracia, al menos formalmente, como vía para lograr los objetivos políticos.

"En Anoeta, Otegi reveló lo que había hablado hasta ese momento con Eguiguren, algo que hizo sonar todas las alarmas en el Partido Popular. En resumen, Otegi propugnó dos mesas de negociación, una formada por el Gobierno y ETA para tratar el fin de la violencia, y otra de los partidos vascos para abordar la llamada ‘normalización política’. En definitiva, en ese mitin la izquierda abertzale realizó un movimiento de mucho calado destinado a abrir puertas, ocho meses después de la llegada de Zapatero al poder.

"En su propuesta, que en realidad había sido hablada en Txillarre, Batasuna consideraba que el proceso de superación del ‘conflicto’ exigía la puesta en marcha de un proceso de diálogo político multilateral, que debía ir acompañado de compromisos que garantizaran la voluntad inequívoca de todas las partes.

"Batasuna emplazaba a compartir los siguientes compromisos: ir a las ‘raíces del conflicto’ para buscar una salida democrática; todos los ciudadanos vascos tenían derecho a ser consultados en referéndum sobre los estatus políticos de futuro y se respetaría su decisión; la consulta se haría en condiciones pacíficas y democráticas; el acuerdo tendría en cuenta la historia y la realidad de Euskal Herria y debería contar con la adhesión y el respeto de las distintas sensibilidades existentes en el pueblo vasco; las diferencias durante el proceso se dirimirían de manera pacífica y democrática; la materialización sería por vías exclusivamente políticas y democráticas, pero sin límites ni restricciones de ningún proyecto político, y, por último, que en el acuerdo se recogerían y regularían los derechos contenidos tanto en La Declaración Universal de los Derechos Humanos como en los Pactos por los Derechos Económicos, Civiles y Políticos de la ONU.

"La propuesta de Anoeta fue acogida de forma desigual. Para el PP, escocido aún por el pacto de Lizarra entre el PNV y Batasuna y la anterior tregua de ETA –que ellos calificaban de ‘tregua-trampa’-, era “más de lo mismo”; para la izquierda no socialista (IU y ERC), era “un avance muy importante”; para el PSOE y el Gobierno era insuficiente, aunque podía significar un punto de partida en espera de lo que dijera ETA... y ETA habló: lo hizo 22 días después, el 6 de diciembre, día de la Constitución , colocando siete bombas de escasa potencia en Ávila, Valladolid, León, Santillana del Mar, Málaga, Ciudad Real y Alicante. Fue, sin duda, una demostración de fuerza: sus comandos estaban plenamente operativos.

"Ahora bien, como adivinaba el PP, Anoeta significó la llave de apertura del proceso negociador. De hecho, Zapatero, en el marco de un encuentro interno del PSOE con sus presidentes autonómicos en Segovia, un día después de Anoeta, aseguró que “aquí se ha abierto una puerta. Hay un camino muy estrecho. Vamos a ver si podemos transitar por él”. Y eso mismo creyó el Colectivo de Presos Políticos y el Colectivo de Exiliados que el 12 de diciembre hizo público su apoyo a la propuesta de Anoeta.

"Pero Anoeta traería también años después consecuencias judiciales para Otegi, Permach, Álvarez y Balda cuando el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, partiendo de una querella interpuesta por el Foro Ermua en 2005, les imputara (17 de diciembre de 2008) por enaltecer el terrorismo. En octubre de 2009 -¡cinco años después!-, Velasco disponía la apertura de juicio contra el ex portavoz de la ilegalizada Batasuna y contra Alvarez y Permach, sus compañeros en la Mesa Nacional. Otegi corría nuevamente el riesgo de ir a prisión. Y eso que Zapatero le había llegado a llamar, en algún momento de aquella fatigosa legislatura 2004-2008, “hombre de paz”.

"Y es que en Anoeta, los abertzales proyectaron un vídeo recopilatorio de detenciones de miembros de ETA, comunicados de la banda terrorista, concentraciones a favor de los presos e imágenes de dirigentes de Batasuna y etarras fallecidos durante los últimos 25 años. Entre las imágenes de esos etarras destacaba la de Javier Echevarria Ortiz, muerto en 1968 en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Guipúzcoa, momento en el que arreciaron gritos de “Gora Eta militarra”. Antes de finalizar el acto, una veintena de encapuchados repartieron ejemplares del “Zutabe” y del “Zuzen”, boletines interno y externo de la banda.

"Un clavo más para la cruz que –en algún caso merecidamente— llevaba Otegi, el hombre que quiso ser el ‘Gerry Adams’ a la española. O a la vasca. Un clavo sobre otros que tenía pendientes, como la causa por la presunta financiación de ETA a través de las herriko tabernas, o el proceso abierto por el enaltecimiento del terrorismo homenajeando al preso etarra José María Sagarduy, celebrado en Amorebieta el 9 de julio de 2005. La Justicia tenía, y tiene aún, sus causas pendientes con este hombre que, junto con Zapatero, protagonizó ‘el proceso’ en ese cuatrienio… y que pasó las Navidades de 2009 en la cárcel.

"De hecho, en la cárcel seguía Otegi cuando los autores acabábamos de redactar este libro, y la petición fiscal era ciertamente dura: podrían solicitar hasta doce años de prisión para él. Y en la cárcel seguía también cuando el 25 de enero de 2010 el juez Garzón le procesó por un delito de pertenencia a organización terrorista, junto al ex secretario general de LAB, Rafael Díez Usabiaga, y a otros seis dirigentes de la izquierda abertzale por impulsar el proyecto político de ‘Bateragune’ (‘Todos juntos’), con el que pretendían crear “un referente político” que pudiera concurrir a las elecciones municipales y forales de 2011".


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