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Recorrí varios estados de la Unión Americana

Nos hemos acostumbrado, por un fenómeno mediático, a identificar la xenofobia racista estadunidense con el gobierno, o más bien con la gobernadora de Arizona y al apresurado proceso, pleno de una carga política preelectoral, que llevó a la probación de la polémica ley que permite a los agentes del orden presumir la condición de indocumentados en quien se les pegue la gana, exigir pruebas de que esa condición es inexistente y en caso de ausencia de ellas encarcelar y deportar al sujeto en cuestión.

Para la hipersensibilidad de los mexicanos, que por derecho histórico nos seguimos sintiendo dueños de cinco estados sureños de la Unión Americana, nada podría ser más ofensivo que esta ley. Para un análisis frío y apegado a derecho, la ley Arizona puede ser todo lo cruel e inhumana que se quiera, pero no contraviene principios de derecho; todo Estado-nación tiene el derecho a determinar qué individuos pueden entrar a su territorio y a permanecer en él, en qué condiciones y sujetos a qué trámites.

No hace falta ir demasiado lejos para darse cuenta de la doble moral que inspira a los nacionalistas mexicanos en los medios: los agentes del Instituto Nacional de Migración, y de todas las policías que actúan en Chiapas ejercen los mismos métodos de discriminación, presunción de ilegalidad, captura y deportación de los pobres guatemaltecos que cruzan la frontera del sureste, movidos exactamente por los mismos motivos de los emigrantes mexicanos, buscando exactamente lo mismo que nuestros paisanos andan buscando en las praderas de Arizona.

Pero eso no es lo importante. Lo que se nos ha pasado reportar es que la actitud de los pobladores de Arizona no es exclusiva de ellos. Las mismas posturas de rechazo a los indocumentados se encuentran en el sur de Texas, Nuevo México y, más recientemente, Florida, cuya peculiar perfil de comunidad de inmigrantes le hace muy diferente a la de los cinco estados que comparten línea divisoria con México.

“Por Arizona, Texas y por Louisiana, siempre sentí la falta de comprensión”, dice el corrido del bracero. “Quesque dicen que’s discriminación”.

No nos quieren. Tienen sobradas razones para ello. Pueden ser inhumanos, pero en estricto derecho tienen razón.

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Opinión extraída del Periódico Milenio 16/08/10

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