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Extraordinaria versión de Morboria de este clásico 'shakespeariano'

El sueño real de una noche de... teatro, puro teatro

Un sueño hecho realidad. Una utopía que cala en los espectadores y, a la vez que les divierte, les estremece sus fibras sensibles. Semejante y no demasiado frecuente milagro laico sucede en la maravillosa versión que la excelente compañía Morboria realiza de la considerada mejor comedia de Shakespeare, 'El sueño de una noche de verano'. Magia a borbotones, ahora en el Alcalá de Madrid -después, de gira- , y, sobre todo, teatro, puro teatro.
No diga Morboria. Diga teatro, puro teatro. No diga Shakespeare, diga teatro, puro teatro. Sumando ambas ecuaciones del arte de Talía, el resultado estaba claro, era justo y necesario: magia, divertimento, emoción, amor, reflexiones... y todo ello de principio a fin en las cerca de tres horas que dura -y se queda corta- la representación de este 'sueño'.

Un resultado absolutamente lógico viendo la trayectoria de este extraordinario y complejo grupo cargado de experiencias en todo tipo de obras que es Morboria, siempre de la mano de sus creadores Fernando Aguado y Eva del Palacio. Un cuarto de siglo de heroica vocación, de disfrute a tope en sus diversas facetas que tan bien dominan siempre haciendo teatro, puro y magistral teatro.

Y tal calificativo se muestra de forma sublime sin interrupción a lo largo de toda la representación. Porque 'los supermorborios' -y perdonen el 'palabro'- dan un recital de mímica, de gestos, de movimiento corporal, de ballet, de pronunciación, de colocación de la voz, de vestuario, disfraces y marionetas -hechas por ellos, naturalmente-... y de todo lo que compone la riquísima variedad del teatro. Lo dicho/escrito: teatro, puro teatro.  

Apto para todas las edades

En este reestreno, Morboria apuesta por la estética clásica de la 'comedia del arte', en el sentido de la caracterización de personajes -diseñados y construidos por el taller de la compañía-, todos llenos de magia y que se adentrarán en un mundo, el bosque, donde la fantasía se confunde con la realidad. En el que conviven lo real y lo sobrenatural, el deseo y la razón, la cordura y la locura en torno a una trama -apta para espectadores de todas las edades- de equívocos que culminará en un final feliz.

Un final en el que la explosión teatral es máxima, como el estallido de carcajadas en el patio de butacas con la representación de la comedia de Píramo y Tisbe -qué difícil debe ser para los buenos actores hacer de malos actores-, donde toda la compañía, y Fernando Aguado en particular, extiende su vis cómica. Hasta el punto de calar en los espectadores, sin excepción, estremecidos, casi muertos de risa. Algo así como el no va más, el 'sancta sanctorum' del humor a tope; la desconcatenación astral, en definitiva.

Precisamente a la hora de destacar a los actores, sería injustísimo, junto a Aguado y De Palacio, no incluir a todos y cada uno de los componentes de esta imprescindible compañía, que abordan y bordan varios personajes: Ana Belén Serrano, Diego Morales, Héctor Astorbiza, Félix Cascales, Álvaro Aguado- genial Puck, tanto como el que acometió hace años José Pedro Carrión, casi 'na'-, Ana Burrell, Francisco Sánchez y Malena Gutiérrez. Gracias, Morboria. Gracias por esta magnífica lección -y van... -que sumar a vuestra vastísima hoja de servicios al teatro.
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