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DOSSIER - Historia de una pasión breve

Las espinas de la Rosa pinchan el globo de Ciutadans

La eclosión de Ciutadans de Catalunya-Partido de la Ciudadanía (C's) en el panorama político catalán se debe a muchos factores. De hecho, no es un fenómeno nuevo en Cataluña, aunque añade elementos novedosos a otros más tradicionales. Éstos se derivarían de un sentimiento injustificadamente rebelde de quienes tuvieron que abandonar su territorio de origen para ganarse el sustento en otros más prósperos, pero que nunca quisieron acabar de aceptar tal realidad. Además, cuentan con el factor de pertenencia a unos límites fronterizos comunes que, teóricamente, supondrían un aval para su actitud. Y con la adhesión de determinados intelectuales siempre dispuestos a adoptar una versión 'sui generis' del cosmopolitismo. Y, tal vez, como veremos más adelante, con una cierta confluencia de gentes deseosas de retornar a tiempos felizmente ya superados. Aunque, seguramente, éstos sean los daños colaterales, la prenda que tenga que pagar una formación de estas características sin haberla buscado específicamente.

Ya en los años 20 del siglo pasado, el político radical Alejandro Lerroux supo explotar tales conceptos para impulsar su carrera política vendiendo, como recuerda el filósofo nada proclive a las reivindicaciones catalanas Gustavo Bueno -y no precisamente en tono crítico-, que opinaba que tenían "los ojos en el ideal y las manos en el cajón del pan". Un Lerroux que, por cierto, demostraba muy pocos conocimientos de historia de España a la hora de exponer su posición contraria al Estatuto de Cataluña que se aprobaría, el 15 de septiembre de 1932, pues ya considera la época de los Reyes Católicos como aquélla en que España es un Estado-nación. Claro que, a lo largo de su exposición, aparecen otras sandeces igualmente remarcables para alguien con un mínimo de conocimientos de historia, a la vez que nos evoca episodios revividos recientemente.

Otro factor que influye en el espumoso ascenso de Ciutadans es el del descontento, el de esa desafección hacia la política tradicional que impulsa a movimientos alternativos a ganarse el favor del público con un discurso que transgrede la oficialidad y parece rompedor. En la historia de la formación, reflejada en su propia página web, recuerdan que "plantean a la sociedad la necesidad de crear un nuevo partido político centrado en solucionar los problemas reales de los ciudadanos". Aunque en algunos casos esa voluntad de ser diferente conlleve un cierto 'freakismo'. Y tampoco de esta característica se escapa C's.

Excentricidad que tendrá su punto álgido en la presentación de su candidato al Parlament, Albert Rivera, desnudo en el cartel electoral, pero que será moneda de uso corriente en diversos momentos de la andadura de la formación. Por ejemplo, en la presentación de la misma en el Teatro Tívoli de Barcelona, el día 4 de marzo de 2006, cuando uno de sus fundadores, el dramaturgo Albert Boadella, se presentará disfrazado de Mosso d'Esquadra.

El bufón, la imagen

Y esto, de paso, nos lleva a uno de los hombres clave en C's. Efectivamente, este gran hombre de teatro -su talento no tiene por qué estar reñido con otras consideraciones- es la imagen a la que se asocia la creación de Ciutadans. Aunque no fue el único impulsor, pues junto a él el escritor Félix de Azúa, que logró la fama a principios de la década de los 80 con el libro Historia de un idiota contada por él mismo, o el polémico -por cuestiones digamos que paralelas a su profesión- profesor universitario de periodismo Iván Tubau, entre otros, tienen papeles clave. Aún así, Boadella, por su perfil mediático, fue, en sus inicios, la cara visible de Ciutadans.

Curioso personaje, director de la mítica compañía teatral Els Joglars, Albert Boadella llegó al culmen de su popularidad a raíz de la condena de cárcel que un tribunal militar le impuso, a finales de los años 70, por haberse mofado del estamento en su obra La torna. Las peripecias por las que pasó son conocidas por todos y también los apoyos que recibió. Básicamente, desde Cataluña, dado que fue allí donde la agresión tuvo más repercusión. Pero el adjetivo de 'enfant terrible' le acompañaría desde ese momento y decidiría explotarlo. Y así, un 23 de febrero, el de 1984, aparecía en el programa Viaje con nosotros, dirigido por Javier Gurruchaga, en el que acometía un sinceramente divertido 'sketch' sobre algunos tics de los catalanes. Lo criticable, no obstante, es que allí se iniciaría un talante de temible burlón ante quienes parece que por decreto deban tener -y la tienen- suficiente mentalidad abierta para reírse de lo suyo, que se conjugaría con otro de lacayo total ante quienes no sabrían encajar ni la más mínima chanza contra cualquiera de sus valores o mitos. Pero, claro, el trasfondo del debate sería más enjundioso.

Y así se iniciaría un espiral de pullas, muchas de las cuales tendrían como centro al entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, como símbolo del nacionalismo imperante, objetivo a destruir. Pero, dado a los excesos, en el camino que le llevaría a impulsar C's, Albert Boadella declararía, por ejemplo que "yo creo que Aznar se ha plegado al nacionalismo de Pujol. Cuando Franco acabó con el Estatuto catalán proclamó que lo hacía para 'devolver a Cataluña el honor de ser gobernada como sus provincias hermanas españolas'. ¡Ha llegado un punto en que habría que volver a eso! Y Aznar no sirve hacerlo" 1 i 2. No sería la única vez que se identificaría con el lenguaje franquista, pues dos años y medio más tarde, La Vanguardia (30, octubre 2004) explicaba que "España, una grande y libre. Antes denostado eslogan, ayer reivindicado por Boadella. 'No estaba tan mal', dijo. Aún más -y este episodio tuvo mayor resonancia-, siete meses y medio más tarde abogaba por "poner los tanques en el territorio que comete un acto de desobediencia constitucional", refiriéndose explícitamente a Cataluña y el País Vasco.

El 'Corpus ideológico'

Pero el otro hombre clave, según algunas teorías sería alguien mucho más gris a nivel de reconocimiento popular: Antonio Robles. El periodista Albert Balanzà, autor del libro Boadella & Companyia explica que la génesis de Ciutadans se fragua el año 1981 con el 'Manifiesto de los 2.300' y de aquí viene lo que en 1993 se denomina Guerra de la Lengua, o en 1996 con la creación del Foro Babel, al que se adhiere Robles, según explicita la página web de Julio Villacorta, de quien se hablará a posteriori. Movimientos que luego confluyen en el proyecto de Ciutadans. En principio, su estrategia se basa en primar la "tensión lingüística", en otros puntos, aún tienen un "discurso débil" que "deberán construir", relata Balanzá. Y aquí llega la figura de Robles. El periodista explica que es profesor de instituto y licenciado en periodismo que "tiene el 'corpus ideológico' de Ciutadans en la cabeza". En 1992, es uno de los fundadores de la llamada 'Asociación para la tolerancia', año que escribe el libro Extranjeros en su país. Más tarde, entre 1994 y 1995, contacta con los sectores "intelectuales" que le dan apoyo. Es entonces cuando se ve con Francesc de Carreras -otro miembro fundador de C's- "cuando éste trabaja en el Consejo Consultivo" por el PSC. Desde 1995, Antonio Robles reivindica la necesidad de crear un nuevo partido político. Pero es desaconsejado porque "no es el momento y hay que dar una segunda oportunidad -o una tercera o una cuarta- al PSC para ver si cambia y va hacia sus planteamientos". A todo ello "la recompensa -sigue Balanzà- es Ciutadans: recordemos que se reivindica mínimamente de izquierdas, aunque tenga puntos programáticos muy coincidentes con el PP". Por ello, lo que hacen en el año anterior a su presentación en las urnas es "una cierta depuración: están de acuerdo con que haya simpatías externas de la derecha y de la extrema derecha, como en el caso de Esteban Gómez Rovira, miembro del partido ultraderechista llamado Democracia Nacional que simpatiza con ellos. Pero no los quieren dentro".

Maragall, qué decepción!

Aun con algunos de estos antecedentes, la cuestión es que Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, por contradictorio que pueda parecer, busca llenar un hueco no nacionalista catalán de izquierdas (sobre todo porque hubiera sido inútil buscarlo por la derecha; y además porque, como ya se ha explicado al principio, escarbar en aquel segmento siempre puede dar sus frutos, en Cataluña). Nicho que persiguen desde las épocas de Jordi Pujol al frente del Gobierno catalán, pero que creen que llenarán automáticamente el día en que el socialista Pasqual Maragall llegue a la presidencia de Cataluña. Cosa que esperaban en 1999 y no se produce hasta 2003. En Maragall ven la personificación del fin del discurso nacionalista. Al fin y al cabo, viene del PSC, que nunca se ha identificado como tal; y tiene un perfil próximo, en principio, a los impulsores de este magma de ideas -burguesía catalana con ínfulas intelectuales, denostadora tradicionalmente del catalanismo-. Y, además, por mucho Maragall que presida Cataluña, el supuesto sector catalanista del PSC ya ha sido sustituido en el aparato por los dirigentes del Baix Llobregat, aún menos proclives -cuando no contrarios- a marcar un perfil de este tipo.

Pero hete aquí que también el antiguo alcalde de Barcelona les parece demasiado catalanista como presidente de la Generalitat. Y es ahora cuando se saca el hacha de guerra. De hecho, parte del enemigo de lo que igual que antes era Pujol ahora parece ser Maragall, estaba en el PSC: una corriente, llamada 'Socialistas en Positivo' (¡), anida en el partido desde mayo de 2005. A ella pertenece Julio Villacorta (a quien antes se ha hecho referencia y que, por cierto, acompaña a Antonio Robles en la visita a Francesc de Carreras citada anteriormente), destacado político socialista de Cataluña de histórico perfil marcadamente anticatalán, y vicepresidente en su día de Convivencia Cívica Catalana, presidida por el popular Alejo Vidal-Quadras. Pero el salto cualitativo de estos socialistas descontentos se da ya con el sustituto de Pasqual Maragall, José Montilla, en el poder, que es cuando C's se presenta y logra entrar en el Parlament. A la nueva formación se sumarán, raudos, entre otros, 60 afiliados de la corriente socialista citada anteriormente, entre ellos Julio Villacorta poco menos de un mes después de celebrados los comicios.

A pesar de que en el seno del PSC estos elementos podían tener cabida, mayor comodidad podían encontrar en una formación que expresaba sin tapujos las convicciones que ellos tenían. Y esa era Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, nacida algo más de un año antes. Su génesis se produce el 7 de junio de 2005 cuando "Los promotores de un nuevo partido quieren combatir la 'deriva nacionalista' de PP y PSC" y para ello presentan un manifiesto para impulsar esa formación que "dé voz en el Parlament a los ciudadanos que no se sienten catalanistas". Uno de los firmantes, y también fundador del partido, Arcadi Espada, jugaba con el concepto de nacionalismo en la presentación cuando manifestaba que "somos catalanes no nacionalistas y españoles porque este Estado es lo único tangible". El día de su presentación -y, ojo, este es un dato importante, para entender cómo se inician las posteriores fisuras que conllevarán el rápido declive de la formación- indican que se sienten "vinculados a colectivos como el Foro de Ermua o Basta ya!".

Estos individuos provienen de una asociación previamente constituida, Associació Ciutadans de Catalunya creada al efecto de originar la fuerza política en cuestión. El 29 de diciembre de 2006 la asociación se desvincula de su carácter político.

Ciutadans de Catalunya-Partido de la Ciudadanía hará su presentación el 4 de marzo de 2006 con un manifiesto en el que, entro otras cosas, evidencian -sin nombrarlo- su descontento con el PSC de Maragall, cuando dicen, entre otras cosas que "muchos ciudadanos están cansados de prestar su voto a unos partidos que dicen no ser nacionalistas, pero que se suman con entusiasmo a la tarea de 'construir una nación' con tal de llegar al poder". Si miramos el arco político catalán del momento, es fácil adivinar contra quién se dirigen las puyas.

El 9 de julio de ese año, se cumplen los objetivos de la Associació Ciutadans de Catalunya y, en un congreso constituyente, se da carácter oficial al partido que deberá concurrir a las elecciones del 1 de noviembre de ese año. Como presidente es elegido un desconocido y bisoño abogado de Granollers, de 26 años, de nombre Albert Rivera y, tal vez algo despistado, "desencantado de haber votado a PSC, a PP y a CiU en diferentes convocatorias". Muy bien, la verdad, no empiezan, pues, según se señala, "Ciutadans aprobó también un ideario político, todavía no puesto en limpio". Antonio Robles es nombrado secretario general. Ya en esa fecha se ve poco probable que fundadores de la plataforma como Arcadi Espada o Albert Boadella encabecen las listas, "aunque harán campaña". De hecho, prefieren quedar en segundo plano político y centrar sus esfuerzos en la Associació Ciutadans de Catalunya originaria.

Escaños inesperados

Finalmente, las elecciones llegan el miércoles 1 de noviembre de 2006, con el citado Albert Rivera encabezando la lista de la formación por Barcelona. C's parte con unas perspectivas inciertas -de hecho, no se esperaba su entrada en el 'Parlament'- pero logra que tres diputados ocupen escaño como representantes del Grupo Mixto en el Parlamento catalán. Si un periódico ha apostado por ellos, tal como reconoce, es El Mundo, que el día 2 loa el resultado dado que supone "la formidable sorpresa de la jornada". Para el rotativo madrileño, C's "ha sabido conectar con ese electorado" con el cuál, como se especifica en el párrafo anterior a la frase, no ha sabido establecer lazos el candidato popular Josep Piqué, y que es aquel que busca "una alternativa a la transversalidad nacionalista". Y lo ha conseguido "tras unas campaña en la que el establishment y los medios de comunicación les han simplemente ignorado" (argumento victimista éste utilizado también por la formación, cuyo miembro y profesor de Derecho Constitucional Francesc de Carreras sabe muy bien que por la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, "sólo se tiene en cuenta los resultados de las anteriores elecciones" para tener relevancia mediática.

Pero llegado el éxito inesperado, empezaría el declive. La primera en la frente, se la propinaría a C's el diario ABC, en su editorial del 7 de noviembre de 2006. Y es que los resultados en Cataluña dieron alas a intentos fallidos de extrapolación a España. Tenía razón -como se vio posteriormente- el diario fundado por los Luca de Tena al calificar de "inviable" la exportación de su propuesta "al resto de España, opción defendida con tanto entusiasmo como incoherencia por medios supuestamente afines al PP".

El factor Díez

Para acabarlo de redondear, la estocada casi definitiva por lo que se refiere a la retirada progresiva de apoyos -sobre todo, por parte de sus propios fundadores- la propiciaría Rosa Díez. Destacada dirigente del Partido Socialista de Euskadi, Díez había iniciado a mitad de esta década una espiral de críticas a su partido por lo que consideraba un exceso de connivencia con el nacionalismo vasco. Y, por ende, en las mismas implicaba al PSOE. Rosa Díez estaba en aquella época acercando posiciones con Fernando Savater para fundar un partido en la órbita de la organización 'Basta ya!'.

Precisamente, y como habíamos explicado anteriormente, la fusión con la formación saliente de la unión Savater-Díez debía ser uno de los objetivos de C's y, por otra parte, la vía -acogiéndose a esta opción, sí- de conseguir la implantación a nivel español. Pero según los críticos en el seno de la formación -disconformes con Albert Rivera, en definitiva- su presidente no estaría muy por la labor. Entre otras cuestiones, a causa de su hipotética falta de sintonía con Rosa Díez.

Las diferencias quedarían patentes en el Congreso que Ciutadans celebraría entre el 30 de junio y el 1 de julio de 2007. Días antes, el 26 de junio, Albert Boadella, Arcadi Espada, Xavier Pericay y Teresa Giménez Barbat, cuatro de los fundadores de C's, manifestaban que apoyarían la candidatura alternativa a Albert Rivera -la del profesor de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona, Luis Bouza-Brey-. Giménez Barbat justificaba la decisión porque Bouza-Brey "es una persona mucho más preparada que Rivera" para culminar con éxito el proceso de convergencia con el proyecto que promueve Basta ya! (que se concretaría el 29 de septiembre del mismo año con el nacimiento de Unión Progreso y Democracia -UPyD- de Rosa Díez y Fernando Savater, justo un mes después de que aquélla se diese de baja como militante socialista). De los fundadores originales, al lado de Rivera prácticamente sólo quedaría Francesc de Carreras. A partir de aquí, y empezando por Albert Boadella como figura más entusiástica, el trasvase de apoyos y de afiliaciones de Ciutadans a UPyD será una constante.

Incluso, desde la propia formación se intentará ser prudente con la homóloga de Rosa Díez. Así es cómo la web del partido ofrece a sus afiliados -en principio exclusivamente, pero es fácil acceder a la opción si se tiene capacidad de convicción- un resumen de noticias que aparecen en la prensa -sobre todo la digital- sobre la formación, a la vez que se les incita a comentarlas. Sólo se necesita "un mínimo de conocimientos informáticos (encender un ordenador, conectarse a Internet, navegar, etc.). A partir de este momento, "existe un grupo de coordinadores que se encargan de dirigir el activismo" y "a los voluntarios se les explicará qué deben hacer y cómo hacerlo". A título de ejemplo, en una noticia sobre UPyD, las indicaciones son "Por supuesto, comentar para reivindicar a C's y aclarar ideas. Se recomienda moderación".

Goteo hacia UPyD

En todo caso, y retomando el hilo, del Congreso veraniego de 2007 sale reelegido presidente Rivera. Pero las tensiones no se acabarán. El desgajamiento definitivo se producirá prácticamente dos años después, cuando Ciutadans concurra a las elecciones europeas del 7 de mayo de 2009 coaligado con Libertas, una formación de carácter conservador y euroescéptica. A partir de aquí, los dos miembros de C's que acompañan a Albert Rivera en el Parlament, José Domingo y Antonio Robles, descontentos con la decisión de aquél, intentarán descabalgarlo del Grupo mixto y erigirse como presidente y portavoz del mismo respectivamente. Rivera contraatacará intentando la expulsión de Domingo. Antonio Robles acabará dándose de baja de C's entre duras críticas a Rivera -ha "traicionado" los principios fundacionales-, y afiliándose a UPyD. Considerando, a su vez, que "Ciudadanos es un cadáver" mientras que "el futuro es Rosa Díez". Por su parte, José Domingo, ya no es tampoco miembro de C's, si bien mantiene su escaño sin pertenecer a ningún partido político.

Desde el ámbito mediático, hasta El Mundo, su principal y primer valedor -que ya hacía tiempo que se mostraba escéptico- les habrá abandonado en favor, definitivamente, de Rosa Díez. Como demuestra en su artículo el delegado del rotativo en Barcelona, Álex Sàlmon

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