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El líder del PP pide al PSOE y a los grupos del Congreso que 'echen' al presidente

La mano tendida de Zapatero la convirtió Rajoy en un guante de boxeo

Los grupos minoritarios, con las reticencias de Izquierda Unida, más próximos a los socialistas que a la posición de los 'populares'
ZP propone un pacto al PP y crea una comisión para negociar 'sin condiciones' | Diario e-Xclusivo:
Zapatero ha ofrecido un gran acuerdo económico a todos los grupos parlamentarios, pero Rajoy no ha recogido ese guante y ha pedido al Grupo Socialista que eche a Zapatero. El más esperado debate de los últimos tiempos se ha saldado con un choque frontal entre los dos principales líderes políticos. La tensión del debate entre PP y PSOE subió tanto de tono, que a la petición de que “se vaya” respondió Zapatero con un reto a Rajoy: “Si tiene valentía y coraje, presente una moción de censura”. La respuesta llegó inmediata: “Si yo tuviera los votos y si de mí dependiera, tenga usted la certeza de que ya no sería presidente del Gobierno”. Es muy difícil, por no decir imposible, que haya un acuerdo.

         La sensación final de este debate parlamentario al que se ha visto obligado a comparecer Zapatero por la presión de la mayoría de los grupos de la Cámara es de sabor negativo: a la propuesta del presidente del Gobierno de alcanzar un gran acuerdo económico en una Comisión presidida por la vicepresidenta Elena Salgado ha respondido Mariano Rajoy con un previsible: ‘váyase señor Zapatero’. Es decir, que el líder de la oposición no ha recogido el guante lanzado por el presidente del Gobierno, le ha recordado sus incumplimientos en acuerdos precedentes y le ha puesto condiciones para comenzar a hablar. Si la intervención inicial de Zapatero fue de ‘mano tendida’, según recalcaban los socialistas en los pasillos del Congreso, la réplica fue rotunda, en contestación a la dureza dialéctica desplegada por Rajoy al inicio del debate. No parece que sea posible un gran acuerdo nacional. No, al menos, entre el PP y el PSOE.

         Sesenta minutos (diez más que su intervención inicial) duró la réplica de Zapatero a todos los grupos políticos, pero más de la mitad de ese tiempo la dedicó a descalificar la posición mantenida por Mariano Rajoy. Visiblemente molesto, Zapatero retó a Rajoy a un duelo imposible: “Si tiene valentía y coraje, presente una moción de censura”. Fue una posición para arrugar al contrario, que había salido demasiado descalificador, y al que le recordó, en tono más bien humillante, que ya le había ganado en las urnas en dos ocasiones.

         La respuesta de Rajoy llegó reconociendo que no tiene ni los votos ni los apoyos: “Es la primera vez que un presidente del Gobierno invita al líder de la oposición a presentar una moción de censura; pero le diré una cosa: si yo tuviera los votos y de mí dependiera, tenga usted la certeza de que ya no sería presidente del Gobierno”. Y trasladó, claro, esa ‘responsabilidad’ de echar a ZP al Grupo Socialista, porque “con este Gobierno será imposible que aguantemos otros dos años”.




Zapatero, tono conciliador

         En su turno de réplica, y pese al reto irónico inicial, Zapatero mantuvo un tono conciliador, casi pedagógico, queriendo ofrecer una imagen pactista sabiendo lo que se jugaba en este debate, cuando afronta la más baja valoración en la opinión pública. La jugada le ha salido relativamente bien: ha insistido en la necesidad de ese gran acuerdo nacional para salvar al país, y lo  ha hecho en un tono aparentemente humilde: “El Gobierno no pone condiciones. Usted ha puesto condiciones porque no quiere dialogar ni llegar a acuerdos”. Y en ese punto advirtió a Rajoy: “El Gobierno va a convocar a su partido para un diálogo serio”, para hacer “cosas coherentes” y, desde luego, “sin condiciones y con el máximo esfuerzo de generosidad”.

         Es más, en ese esfuerzo de conciliación -¿verdadera o fingida?-, Zapatero le ha dicho a Rajoy algo que quedará -creen en el Grupo Socialista- en la opinión pública: el Gobierno asumirá “algunas cosas” de las que le ha propuesto el PP en este mismo debate. Y también apeló a su ‘patriotismo’ para salvar al país en una mala coyuntura y evitando cualquier señal de debilidad en la solvencia nacional: “La liquidez de nuestras cuentas y la solvencia española está fuera de toda duda… Nuestra solvencia como país es incuestionable”. La trampa, desde luego, estaba puesta... pero Rajoy no aprovechó la coyuntura.


Rajoy, con el PP, cerrado en banda

         En su intervención, el líder de la oposición fue inflexible: “España es un país serio, solvente, serio, de fiar; pero quien no es solvente, ni serio ni de fiar es el Gobierno que usted preside, señor Zapatero”. Era la respuesta final, adornada con dos toques de fresa ácida. Primer toque: “Le ruego que no confunda a España con su persona, que son dos cosas distintas”. Segundo toque: “Yo no me puedo hacer responsable [de su política económica, equivocada, según el PP], porque, si no, sería un irresponsable”

         En definitiva, la respuesta de Rajoy y del PP es evidente: Zapatero “tiene que gobernar, que para eso es presidente del Gobierno” y que se deje de pactos a los cuales llega y luego incumple: por ejemplo, el de octubre de 2008, que acordó en ‘otra mesa’ con el PP reformas estructurales “y hasta hoy no ha hecho nada” en la Ley de Estabilidad, o en el FROB. Así, pues, le ha dicho al presidente que se deje de ‘mesas’, de ‘Comisiones’ y que se ponga a gobernar, porque “yo no me puedo hacer corresponsable de la política económica que hace usted si no hay una rectificación”.



Agradecimiento a otros grupos

         Es cierto que, en términos generales, Zapatero ha recibido la seria crítica del resto de los grupos parlamentarios, pero un tono, desde luego, bastante más moderado, optimista y positivo que el empleado por Rajoy. A esos grupos, y nuevamente utilizando un tono de aparente humildad, llegó a decir que “estoy dispuesto a que toda la responsabilidad del paro sea del presidente del Gobierno, no hay problema”, porque, además, lo asume así “una buena parte de la sociedad española”. Ahora bien, y dicho lo cual, esa misma sociedad “necesita que el debate tenga una respuesta”.

         En contestación a diversas intervenciones anteriores, Zapatero reconoció que hay un grave problema estructural en el paro: “Los que tienen más baja cualificación [jóvenes, sobre todo, que abandonaron sus estudios para trabajar en el relativamente bien pagado sector de la construcción], van a tener más dificultades” para encontrar trabajo. Y ahí es donde pidió solidaridad, para que sea el sector público el que encauce, con los fondos adecuados, una necesaria cualificación y reconversión.

         En lo que respecta a la disminución del sector público [el funcionariado, incluyendo asesores, etc.] apeló a que unos y otros no se echen las culpas, porque el 80 % de los funcionarios se encuentra adscrito a las Comunidades Autónomas y a los Ayuntamientos, mayoritariamente del PP. “Yo he venido aquí a acercar posturas, no a subrayar las diferencias”, dijo, ya en un tono más conciliador.

         Zapatero agradeció el “tono” empleado por el portavoz de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida, a quien le dijo que los puntos que había expuesto en su intervención inicial eran coincidentes con la propuesta hecha por él mismo en este debate: “Gracias por su intervención”. Un “tono” que también habrían empleado –y también agradeció Zapatero- el portavoz del PNV, Josu Erkoreka; Ana Oramas (Coalición Canaria), y Carlos Salvador (UPN). Más críticos estuvieron Gaspar Llamazares (IU); Joan Ridao (ERC); Francisco Jorquera (BNG), y Uxue Barkos (Na-Bai). Demoledora estuvo la líder de UPyD, Rosa Díez, quien llegó a acusar a Zapatero de formalizar un “pacto de hierro” con el PP en materia autonómica.


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