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La periodista Lola Gavarrón preparaba una biografía sobre ella

Fallece María Rosa Salvador, la 'gran dama' de la moda española

María Rosa Salvador, figura señera de la moda española, falleció este lunes en Madrid a los 84 años de edad a causa de un infarto cerebral. La creadora del Premio Aguja de Oro era la protagonista de la biografía La gran dama de la moda, que la periodista Lola Gavarrón publicará en La Esfera de los Libros el próximo mes de marzo. Hasta el último momento, María Rosa Salvador participó activamente en la elaboración de la obra.
Cuando en 1965, María Rosa Salvador inauguró Dafnis, su tienda y taller de costura, Madrid era una ciudad severa y provinciana, poco habituada a la sutileza de la moda cosmopolita. Sin embargo, ella supo transformar un poco la ciudad a partir de unos vestidos que daban a sus portadoras ese toque de luz y magnetismo que consiguen otorgar el color y las formas apropiadas. Durante más de cuarenta años, Dafnis fue un templo del buen gusto y la modernidad, y su éxito animó a María Rosa a instituir un premio, la Aguja de Oro, que se otorgó durante veintiséis ediciones —desde 1981 a 2006— y propició que vinieran a España las personalidades más brillantes y comprometidas de la moda internacional.

La periodista y escritora Lola Gavarrón recoge en La gran dama de la moda. María Rosa Salvador y el tiempo de Dafnis los testimonios de clientas — la Duquesa de Alba, Carmen Martínez Bordiú…—, periodistas, diseñadores y observadores sobre la impecable trayectoria de María Rosa Salvador y su singular vocación. Isabel Preysler y Enrique Loewe han escrito el prólogo y el epílogo de este libro que, finalmente, va a convertirse en un homenaje a esta mujer tan querida.
 

Así ha escrito Lola Gavarrón al conocer la noticia de su muerte:

<<Cuando La Esfera de los Libros me propuso la biografía sobre María Rosa Salvador en diciembre de 2008 ella convalecía de una grave neumonía en el Ruber Internacional y yo salía de una mastectomía/reconstrucción/radioterapia muy dolorosa. No sabría explicar muy bien por qué ella aceptó algo para lo que se había reservado siempre (contar sus andanzas) y por qué acepté yo. Quizá lo hice pensando que el esfuerzo ayudaría a mi recuperación. Como así ha sido.

La amistad es algo inexplicable y yo siempre la he sentido por María Rosa. Después del último año en que hemos pasado muchos sábados juntas desempolvando álbumes de fotos y cartas íntimas, ha aumentado mi respeto y admiración por su perseverancia en el trabajo, y por su inteligencia y generosidad en el trato de cuantos la acompañaron en su vida. En la biografía quedan bien perfiladas estas dos cualidades máximas de su carácter. María Rosa es de las personas que van creciendo en todos los aspectos con la edad.

El 22 de mayo de 2009 le propuse el Cuestionario Proust en plan quintaesencia del collage de su vida que habíamos encajado juntas. Se entregó como una niña de pelo blanco se entrega a ejercicios de memoria. Con alegría. A las espinosas preguntas ¿Crees en la eternidad del alma? y ¿Cómo te gustaría morir? contestó con sencillez: «Espero que exista; yo al menos me conduzco como si existiera el Más Allá» y «Me gustaría morirme sin darme cuenta, sin molestar a nadie».

Así ha sido. En la madrugada del 1 de febrero de 2010, en el año que hubiera cumplido 85, María Rosa Salvador nos ha dejado, desde la paz de su habitación en el Ruber Internacional donde había sido ingresada el viernes porque se quejaba de que le costaba hablar. Sus últimas horas fueron serenas. Murió dormida de un infarto cerebral. Sin darse cuenta. Sin molestar a nadie.

Sé que el trabajo que realizamos juntas de recrear su vida terminó de reconciliarla consigo misma. Que guardaba en su corazón los testimonios –que me iban llegando y que le reenviaba enseguida por mail– de clientas, amigas y personas que trabajaron con ella. Que el libro, del que le dio tiempo a leer las galeradas, fue, para ella, como el sello a toda una vida dedicada a ennoblecer a las mujeres  y despertar en ellas la pasión por la moda. Un trabajo muchas veces solitario y no siempre bien comprendido.  A él se entregó como a su mejor amigo: amándolo sin medida.>>
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