Algunas veces nos hemos pronunciado ya sobre el pluriempleo del juez
Baltasar Garzón. Resulta difícil que un solo magistrado, desde su Juzgado de Instrucción en la Audiencia Nacional, pueda ocuparse de manera conveniente y suficiente de llevar delante de manera simultánea casos como el ‘Faisán’, ‘Gürtel’, ‘Piratas’,
‘Otegi’, ‘Pretoria’…entre otros varios, claro. Podría pensarse que no hay más jueces en la Audiencia. Y que hay casos que tal vez no deberían haber pasado por la Audiencia, porque habrían sido más eficazmente tratados en otras instancias.
Podríamos analizar los métodos judiciales caso por caso. El que ahora nos ocupa, por la urgencia y por la angustia, es el del Alakrana. Se podría culpar, como hacen hoy algunos medios contrarios a
Zapatero, a la pésima gestión del Gobierno, a la imprudencia de los marineros. Lo cierto es, sin embargo,
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que el capítulo más absurdo, más irresponsable, fue la decisión de traer, vestidos como para ir a Guantánamo sin que nadie se explique por qué, a los piratas detenidos, para, encima, dar el espectáculo de las pruebas para averiguar la edad de uno de los delincuentes. Fue precipitada esa medida, que ha puesto en ridículo al Estado español, para no hablar ya del papelón que se ha hecho jugar a la Justicia española.
Ahora, todo está en manos de los ministerios de Defensa, de Interior y de Justicia, sin que nos atrevamos a proponer una salida concreta que asegure la liberación de la tripulación del ‘Alakrana’. Y es que no hay salidas fáciles. Desde luego, hay que acabar con esta piratería que abusa de la inexistencia real de un Estado (Somalia), convertido en nueva Isla de las Tortugas para albergar a los corsarios que nada respetan. Pero también hay que dotar a los países afectados de instrumentos jurídicos que eviten la arbitrariedad y el protagonismo de algunos jueces y que solamente pueden empeorar las cosas.
Y, en cuanto a Garzón…En fin, puede que solamente esté buscando una huida hacia adelante a la vista de sus problemas con el Consejo del Poder Judicial y en el Supremo. Pero lo cierto es que, tanto con el ‘affaire Faisán’, como con algunas de sus medidas cautelares en el ‘Gürtel’ o el ‘Pretoria’, por ejemplo, Garzón ha alimentado la polémica que siempre le acompaña, ha hecho un flaco favor a la propia Audiencia y a la Justicia. Y, en el ‘caso Alakrana’, lamentamos tener que decirlo, pero ha puesto en un brete a su Gobierno y a su país. De la angustia de los marineros secuestrados y sus familiares, que tanto nos duele a todos, mejor ni hablamos para no dar pábulo a una indignación que, en el fondo, resulta comprensible.
Si (
No(
