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El Club de Golf La Herrería se colorea en verde

La plantación de 800 árboles es la más reciente muestra del trabajo a favor del medioambiente que realiza La Herrería, el único club madrileño que está en posesión del Premio Madera Verde y de las certificaciones ISO 9001 y 14001:2004, esta última centrada en la calidad medioambiental.

El esfuerzo realizado desde la Dirección del club, con la colaboración y el apoyo de Patrimonio Nacional y otras entidades, ha convertido a La Herrería en el mejor ejemplo de cómo un club de golf puede, no sólo respetar, sino colaborar a la conservación y mejora del medioambiente.
 

Si la Naturaleza, con mayúsculas, es el mayor activo de cualquier campo de golf, en el caso de La Herrería lo es aún más. Su situación en plena Sierra de Guadarrama, en un robledal centenario, a los pies del Monte Abantos, confiere a este campo una belleza única, aderezada por las imponentes vistas del Monasterio de El Escorial que pueden disfrutarse desde varios de sus hoyos.
 

Los valores naturales de esta zona, apreciados ya por Felipe II hace 450 años, fueron también reconocidos por los políticos, que la convirtieron en zona protegida, bajo el nombre de “Paraje Pintoresco del Pinar de Abantos y Zona de La Herrería”, cincuenta años atrás.
 

El Real Club de Golf de La Herrería tiene entre sus principales objetivos el de colaborar a la conservación y mejora de ese excepcional medio natural. Una de las últimas y más importantes actuaciones en este sentido es la plantación de 800 árboles que se está llevando a cabo y que supone una importantísima inversión económica para el club. “Se está actuando en las zonas menos pobladas del bosque con árboles de gran tamaño, para así incrementar la densidad de la masa forestal y para reforzar la regeneración del bosque”, explica Enrique Gil, director del club.
 

“En la primera fase, la superficie de actuación”, añade Fernando Mayo, ingeniero de Montes y director de este proyecto, “se localiza entre los hoyos 12 y 13 y corona al norte de éstos abarcando una superficie de matorral muy viejo y de escasa vitalidad, que ha sido desbrozado recientemente. Con este plan, se pretende densificar la cubierta arbórea y crear un valor paisajístico y forestal desde el mismo momento de la plantación”. Debemos destacar que se trata de árboles grandes y de un gran valor: “Son pioneros en el territorio español”, completa Mayo, “no existen bosquetes de estas características en nuestra geografía”. Por eso, su adquisición y la posterior coordinación de medios para conseguir una formación vegetal arbórea dinámica, de gran belleza y de unos calibres extraordinarios, ha requerido un gran esfuerzo.
El nuevo arbolado es de tres especies diferentes, dos de la familia de los arces: el Acer monspessulanum y el Acer campestre, y otra más de la familia de las oleáceas, el Fraxinus angustifolia (fresno). Son especies autóctonas y, al menos el fresno, ya bien conocido en este campo de golf.
 

Esta importantísima actuación se encuadra dentro de un Plan de Ordenación Forestal más amplio en el que el club viene trabajando, en colaboración con Patrimonio Nacional –propietario de los terrenos en que se asienta el club-, desde hace ya varios años, dedicando sus esfuerzos a labores de selvicultura, con podas y tratamientos fitosanitarios.
 

También las especies animales son objeto de atención y protección en el club. “Respetamos al máximo las masas arbóreas de las zonas de sotobosque, para la preservación de la fauna que habita en ellas”, argumenta Enrique Gil. Y es que un bosque como el de La Herrería alberga numerosas especies animales, algunas de ellas, también protegidas.
 

El club mantiene un acuerdo con la Sociedad Española de Ornitología para el estudio y protección de las aves insectívoras, que cuentan con numerosos nidales en el conjunto del bosque. También la Universidad Complutense, a través del Departamento de Zoología y Antropología de su Facultad de Biología, colabora con el club en la catalogación y estudio de la fauna. Ese estudio es trasladado a todos los abonados a través de distintos trabajos publicados en trípticos o en la revista del club para que, a la vez que juegan al golf, puedan disfrutar de esos valores añadidos que ofrece La Herrería y comprendan y asuman, por ejemplo, que el club no fumiga (a pesar de las nubes de moscas y mosquistos que se forman en determinadas zonas al final de la primavera) por una sencilla razón: en este entorno prolifera una especie de insecto protegida y de gran interés ecológico: el ciervo volante (Lucanus Cervus).
 

Los abonados del club pueden distinguir también, gracias a esas publicaciones, qué tipo de mariposa es ésa que se acerca sin miedo a su carrito: “Arlequín”, “Olmera”, “Aurora”, “Pandora” o “Limonera”… Porque, cada primavera, las calles y los greenes del club se adornan con los colores de las alas de multitud de mariposas que encuentran aquí las condiciones de clima y vegetación idóneas.
 

Éste es otro de los objetivos claros: evitar cualquier tipo de contaminación. Para lograrlo, “en La Herrería se separa y recicla absolutamente todo”, explica Ana Cimiano, responsable de Calidad del club. Pero, además, se evita, por ejemplo, la quema de residuos orgánicos y, teniendo en cuenta la densidad del bosque, en otoño la cantidad de hojas que caen es extraordinaria. Para solucionar el problema, se ha ideado un sistema de contenedores dynamicadores para fabricar compost que regresa al campo en forma de abono orgánico.
 

No contaminar ha supuesto también el cambio de todos los boogies de gasolina por otros eléctricos, o la construcción de unos nuevos talleres, perfectamente integrados en el entorno natural y con toda las facilidades necesarias para almacenar correctamente los productos fitosanitarios y para recoger los vertidos procedentes de la limpieza de las máquinas (con arquetas ciegas impermeabilizadas que periódicamente limpia una empresa especializada). Además evitar ruidos excesivos que podrían impedirnos escuchar el sonido de los pájaros, del viento o… de un buen golpe de golf. Por eso, se tiene en cuenta la contaminación acústica de máquinas, sopladoras, cochecitos… A la hora de adquirirlos, se opta siempre por los menos ruidosos.
 

En cuanto al agua y su uso racional, una de las prioridades de cualquier campo de golf, en La Herrería, que se riega siempre con agua no potable y que ha firmado un convenio con la Comunidad de Madrid para que ésta lo provea de agua reciclada. Además, se vigila el buen estado de las tuberías para evitar cualquier pérdida y se ha instalado sistemas de control por satélite para controlar exactamente los metros de agua que se precisan y no gastar ni una gota de más. “Somos muy estrictos en el ahorro de agua”, dice Ana Cimiano, “y en los momentos de escasez se riegan únicamente los tees y los greenes”.
 

Además, se ahorra energía, utilización de materiales naturales en el mobiliario exterior y en la señalización del campo, colaboración activa con el Ayuntamiento y con Patrimonio Nacional en todos los aspectos relacionados con el medioambiente… son sólo algunas otras medidas capaces de ilustrar la profunda sincronía de este club madrileño con la Naturaleza. Una sincronía que se consigue de un modo relativamente sencillo: convertir la protección medioambiental en un criterio primordial en la toma de decisiones y en cada actuación que se lleva a cabo.
 

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