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“Hay que llegar a agosto como sea”

La frase con la que titulo este comentario, “hay que llegar a agosto como sea”, se la escuché a un alto cargo en la sede central del Partido Popular, arrasada por incendios derivados del foco pirómano ‘Gürtel’: la comparecencia de Bárcenas y Merino esta semana ante el Supremo, la desmoralización de Camps y, ahora, la oportuna filtración informando  de que también la alcaldesa valenciana, Rita Barberá, recibió algún regalo (bolsos) del corruptor ‘bigotes’…Sí, se comprende que Rajoy y sus pretorianos quieran llegar como sea a las vacaciones agosteñas, para lamerse las heridas y para esperar, me parece que inútilmente, que los españoles pasen página desde el sesteo.

A mí, personalmente, me preocupa poco el ‘affaire bolsos’ que ahora se destapa: ojala todas las corrupciones que se practican desde la política, o desde otros ámbitos, se resumiesen en trajes o bolsos; lo peor es lo mal que ambos, Camps y Barberá, están manejando estas filtraciones para ellos tan inconvenientes. Nos dejan la sensación de que puede que no estén diciendo toda la verdad, de que hurtan el bulto, sobre un caso por lo demás bastante nimio. Pero, como mero observador político, me inquieta mucho más la inacción que desde la sede de Génova se aprecia ante el ‘caso Bárcenas’, de quien sigo pensando que amenaza veladamente a los dirigentes de su partido si se atreven a quitarle el despacho de tesorero.

    Y me desasosiega aún más esa denuncia que este domingo hacía la ‘lideresa’ Esperanza Aguirre contra los modos de los dirigentes que son sus correligionarios: “el PP debería haber votado contra la financiación autonómica”, denuncia, sugiriendo un cierto pasteleo en torno a una negociación poco o nada transparente, llena de guiños cómplices y en la que quienes convenía han salido más beneficiados que los otros. Una chapuza que al Gobierno le ha salido estupendamente, porque ha estado bendecida por todos, bien con el ‘sí’, bien con la abstención predicada desde el PP para satisfacer el deseo de sus ‘barones’ de, también ellos en lo que les tocaba, tomar el dinero y salir pitando. 

    La radiografía moral de lo que se hace desde el Gobierno y desde la oposición es, así, deplorable. Les toca ahora dar la talla a las fuerzas sociales. Cabe esperar que, ahora que se inicia el diálogo social, se haga sin tapujos, diciendo cada uno su verdad y sin palabrerío que esconde conceptos muy simples: los empresarios quieren abaratar el despido –lo llamen como lo llamen—y los sindicatos, hechos un lío, quieren mantener el ‘statu quo’, lo que ya empieza a ser imposible. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato?

Eso: ¿quién le pone el cascabel al gato Bárcenas, al gato financiación, al gato de la reestructuración laboral? ¿Quién? De Rajoy ya vemos que podemos esperar pocas aclaraciones, porque sigue huyendo de la prensa desde apariciones algo fantasmales en lugares insólitos: simplemente, no puede afrontar que le pregunten en público por el ‘caso Bárcenas’. De Zapatero no sé qué podemos esperar: esta semana aparecerá ante los medios tras un Consejo de Ministros en Mallorca, dedicado especialmente a la crisis del turismo (han esperado hasta ahora para abordar el tema: increíble). Sospecho que el presidente sacará pecho ante los ‘logros’ en la financiación (ni un ‘no’ ha recibido la tan controvertida propuesta) o los aún  no obtenidos en el diálogo social, si es que lo hay. Pero me parece que a él también se le podría atribuir, aunque por otras razones, la misma frase que le escuché a un dirigente ‘popular’: hay que llegar a agosto como sea, tras este julio de infarto. A ZP le espera la soledad de La Mareta, a Rajoy el ya tradicional enclaustramiento en su Galicia natal y ahora más amiga que nunca. Pero ya vendrá septiembre, ya. Y bueno viene septiembre, que diría un castizo.

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