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Ángel del Río, Cronista de Madrid y Getafe

"La cárcel fue una condena para Carabanchel"

Ángel del Río (Madrid, 1950) es Cronista de Madrid y Getafe. Periodista y columnista de Madridiario hace apenas dos semanas presentó su vigésimo sexto libro, titulado 'Carcel de Carabanchel: Condena Cumplida', en el que da cuenta de las mentiras, medias verdades y curiosidades históricas de uno de los inmuebles más polémicos de la historia de la capital.

¿Qué le empujó a escribir este libro?
Fue una casualidad. No lo tenía previsto. Estaba en una reunión de amigos comentando las incidencias cuando acababan de derribar la cárcel. Comentábamos anécdotas y vivencias personales y profesionales. Nos dimos cuenta que había datos desconocidos para el público, hechos sorprendentes, medias verdades, errores y mentiras históricas... Finalmente, indagué un poco y pude escribir la historia de una cárcel que fue todo un emblema de la ciudad de Madrid en el plano social, político y urbanístico de Madrid.

¿Cómo se gestó la cárcel de Carabanchel?
Antes de la de Carabanchel existía la Cárcel Modelo, ubicada en Moncloa donde hoy están las instalaciones del Ejército del Aire. Esa cárcel fue prácticamente destruida durante la Guerra Civil y los presos fueron diseminados por otras prisiones que había en la Villa. Cuando terminó el conflicto, Franco quería hacer una cárcel de carácter provincial que pudiese acoger a todos los internos y redujese los niveles de hacinamiento que hasta entonces había en los centros penitenciarios de la ciudad. Estudió la posibilidad de comprar unos terrenos a buen precio que estuvieran en el extrarradio de Madrid. Eligió Carabanchel porque era una zona cercana y barata. Se compraron los terrenos a un sucesor del Marqués de Tamames. La idea era construir un gran penal. Dicen que iba a ser para los presos del franquismo. Esto es relativamente cierto. Los presos políticos después de la Guerra y la Posguerra llegaron a ser como mucho el 30 por ciento de los reclusos. El resto eran presos comunes. Tampoco es exacto del todo decir que fue construida por presos del franquismo porque hubo presos comunes que participaron en la construcción para conmutar parte de sus condenas. En efecto, se utilizó como cárcel de la represión franquista, pero no únicamente. Su fin último era ser una prisión provincial al estilo de  modernas prisiones como Alcatraz.

Comenta que era una de las cárceles más modernas de su tiempo.
Sí, pero enseguida se quedó desbordada por la realidad. En muchas ocasiones sobrepasó ampliamente la capacidad que tenía prevista -hasta doce personas en la misma celda en algunos casos-. Como modelo de penitenciaría era una de las más modernas de Europa porque introdujo en España el concepto de prisión con un gran patio central con una cúpula desde la que se podían vigilar las galerías y la actividad de los presos con poco personal.

Por lo que describe, siempre ha habido unas condiciones muy malas en las cárceles madrileñas.
Efectivamente, y Carabanchel no cambió esto aunque era la pretensión franquista. Hasta bien entrados los años sesenta toda la comida de la cárcel era fría, no había calefacción y los presos tenían que tapar las ventanas rotas con cartones o morían de frío en algunos casos, celdas de castigo durísimas. Las condiciones eran muy duras. No tenía nada que ver con cárceles posteriores como Valdemoro o Soto del Real. Por eso, surgió allí la Coordinadora de Presos para reivindicar en la Transición mejoras en las condiciones de los presos. Hubo motines -una para exigir fregonas con las que limpiar las celdas-, protestas contra los malos tratos de los trabajadores a los presos y peticiones de indultos. También hubo fugas sonadas.

¿Los presos políticos recibían un trato distinto a los comunes?
Uno de los mitos de esta cárcel es la penalidad que pasaban los presos políticos. Evidentemente, no era una situación confortable ni buena. Pero tenían ciertos privilegios. Por ejemplo, tenían una galería reservada donde se les permitía incluso la entrada de comida que les enviaban los familiares y la gente afín a ellos. Toda esta comida se guardaba en una sala denominada 'El cuarto de los jamones'. Incluso se dice que los presos compartían parte de esta comida, más sustanciosa que el rancho de la cárcel, con los funcionarios. Mientras tanto, había presos que recibían un trato aún más degradante que el resto. Es el caso de los homosexuales. Estaban recluidos en una zona muy deprimida de la prisión llamada 'El Palomar', donde se dice que algunos se suicidaron al no poder aguantar la situación en la que vivían.

¿Quiénes fueron los 'ilustres detenidos' de la cárcel de Carabanchel?
A pesar de que se llegó a decir que esta cárcel se construyó para la 'clase pobre reclusa', por ella pasaron destacados presos políticos y lo más granado de los delincuentes de la época, principalmente, asesinos y grandes estafadores. Entre los políticos, Santiago Carrillo estuvo poco tiempo. Estuvo Ramón Tamames, Gregorio Peces-Barba, Nicolás Sartorius, Simón Sánchez Montero, Marcelino Camacho... Y entre los presos comunes, tuvieron desde 'El Jarabo' -fue ejecutado por garrote vil por asesinar a cuatro personas, una de ellas una mujer embarazada; la cárcel fue el último lugar de España donde se utilizó esta fórmula de ejecución-, 'El Lute', 'El Arropiero' -autor de 48 muertes, la última cuando ahogó a su novia con unos leotardos-, Bueno Latorre 'El Rey de las Fugas', Javier Anastasio -coautor del asesinato de los marquese de Urquijo-, 'El Solitario', García Escalero el mendigo asesino en serie, Adolfo Chiringo, el escocés que quería matar a Franco... Hasta pasó por allí Jesús Gil. La galería de presos ilustres es amplia.

Tanto su construcción como su destrucción fueron polémicas.
Esta cárcel estaba llamada a ser una cárcel polémica desde el principio. Como la identificaron tanto con el régimen franquista, Franco quiso inaugurarla pero sus asesores le recomendaron que no lo hiciera para no vincular la imagen de represión al régimen. Ya a principios de los ochenta los movimientos sociales comenzaron a reivindicar que esa cárcel saliera del distrito porque se había quedado pequeña, porque era un emblema negativo para el distrito -a Carabanchel se iba entonces a tres cosas: de entierro, a la plaza de toros o a la cárcel-, y porque ya no tenía sentido ese formato de prisión. Además, los vecinos comenzaron entonces a reivindicar un hospital de zona y equipamientos esenciales en los alrededores de la cárcel. Los vecinos no se quedaron contentos hasta que consiguieron el cierre y la sustitución del centro, tras varios años de abandono, por estas infraestructuras. Sin embargo, consideraron que el proyecto no estaba bien porque incluía construir vivienda para financiar toda la reforma. Cuando se tiró la cárcel, surgió de nuevo la reivindicación vecinal para que se conservara parte del inmueble como monumento a la memoria histórica. Eso es una contradicción porque se estaba borrando una huella negativa del distrito y se pretendía conservar una cúpula sin demasiado valor arquitectónico cuando ya se había reservado un hueco para su recuerdo. En todo caso, esta cárcel fue una condena para el pueblo de Madrid y, en particular, para Carabanchel.

¿Qué le quedará al vecino de Madrid en la memoria de la cárcel de Carabanchel?
Quedará en la memoria un edificio sombrío que se relacionó demasiado tiempo con el distrito en que estaba construido. Recordarán largas colas de familiares y visitantes, carteles de amnistía, miseria... Pero también el concierto de Rosendo, la redacción de una Biblia escrita en 'cheli' para los presos, la creación de una empresa de mensajería en la parroquia de la prisión y hasta fenómenos paranormales. Un símbolo de la Posguerra y el Desarrollismo que por muchas circunstancias sociológicas y urbanísticas ha estado presente muchos años en la historia de Madrid. Una huella que ha terminado desapareciendo y que ha dado paso a un nuevo concepto de construcción penitenciaria mucho más moderna y acorde con las necesidades actuales.

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