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'Sobras' para 160.000 comensales

El Banco de Alimentos ha llegado a repartir 400.000 kilos de comida al mes a entidades sociales para alimentar a ancianos, menores, discapacitados o indigentes, una labor más necesaria que nunca en estos tiempos de crisis. Madridiario ha vivido una jornada de reparto con los voluntarios en Mercamadrid.

Falta todavía un rato para que amanezca y los voluntarios se afanan en organizarlo todo para la llegada de sus 'clientes'. Todo está controlado: dos personas por ONG, un saco de patatas por cada cien comensales, dos cajas de tomates y hoy, por gentileza de Coca-Cola, que acaba de donarles unos cuantos 'palets' de género, toda la bebida que quieran. Hace tiempo que los 'repartidores' esperan fuera; llegan temprano porque saben que, si aparecen más tarde de las 9.00 horas, tendrán que volver con las manos vacías.

Cada día, entre 20 y 30 organizaciones sociales se abastecen de fruta, verdura y bebida en la nave del Banco de Alimentos en Mercamadrid. Un 'oasis' donde todo es gratis, siempre que salga de forma organizada y que vaya a parar a los platos de los más necesitados. Bajo ningún concepto dan comida a particulares, porque si no "esto sería un desmadre", explica Santos Márquez, coordinador de la entidad en Mercamadrid. Así que no dudan en llamar a los servicios de seguridad cuando alguien pretende llevarse algo por las malas, algo que sucede "con cierta frecuencia".

De momento, solo pueden entregar fruta, verdura y bebidas. Es todo lo que les permiten las condiciones de la nave, que necesita "acondicionarse" para adaptarse a las normas de Sanidad que permitirían almacenar y repartir otros alimentos, como lácteos. Márquez explica que, antes, llegaban a repartir más de 400.000 kilos de yogures al mes. No saben cuándo podrán volver a hacerlo, porque la remodelación es cara —unos 30.000 euros, calcula Márquez—, y además puede que se vean obligados a mudarse a otra zona de Mercamadrid, lo que convertiría la obra en un esfuerzo inútil.

Ahora tienen que conformarse con los excedentes de fruta y verdura que los mayoristas de este género les dan. Son los kilos que les sobran cada día, o bien son "comestibles, pero no vendibles". Es decir, fruta que está "fea" pero en buen estado, o cajas cuya mitad del género es todavía aprovechable.

Antes, cuando los objetores de conciencia dedicaban su tiempo a ONG como esta, el Banco de Alimentos podía permitirse el lujo de separar antes del reparto los alimentos en buen estado de aquellos que debían desecharse, pero ahora andan escasos de voluntarios —Márquez aprovecha para hacer un llamamiento a la solidaridad— y les dan el género 'a granel' para que sean las propias entidades sociales las que lo seleccionen.

La crisis está llevando a numerosas ONG a solicitar la posibilidad de recoger alimentos. A la Ciudad de los Muchachos (CEMU) de Leganés o la orden de San Juan de Dios les compensa pegarse el madrugón semanal —"así solucionamos los postres de toda la semana"—, a pesar de que el transporte corre por su cuenta.

Ante la demanda cada vez mayor que registran los comedores sociales y los recursos para desfavorecidos, las entidades buscan cualquier ayuda, por pequeña que sea. Así que ahora el reto de Márquez es conseguir que cada vez más mayoristas de Mercamadrid se sumen a la causa, para que no toquen a menos. Está tranquilo: "Suelen responder muy bien".

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