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Natación 'a contracorriente'

Cualquier niño, adolescente o adulto con discapacidad física o intelectual puede practicar deporte. La cuestión es buscar aquel que sea más adecuado para la patología de la persona y, por supuesto, contar con los gustos y cualidades del discapacitado. Así es como nacieron los cursos de natación adaptada que se imparten en Boadilla del Monte.
Los cursos están organizados por la Fundación Deporte y Desafío, en colaboración con el Banco Santander, y están dirigidos a hijos de empleados que tengan algún tipo de discapacidad. “Marta está encantada desde que empezó a nadar. Ella es una persona muy activa y, como aún no ha encontrado trabajo, necesita apuntarse a un montón de actividades porque no quiere estar todo el día metida en casa”, explica Rafael Santos, de 55 años y ex empleado del Santander, refiriéndose a su hija Marta, de 20. “La natación le sienta muy bien porque le relaja y además ella tiene muy buen fondo”, añade Santos.

Estos cursos se celebran desde el 19 de septiembre hasta el 26 de diciembre y cada persona puede participar en sesiones de una hora, los viernes por la tarde. “Esta iniciativa responde al proyecto de integración social de la Fundación Deporte y Desafío. Queremos integrarles a través de la práctica deportiva”, declara Macarena Gómez , de 29 años y coordinadora de programas deportivos de la fundación.

 El curso de natación adaptada se imparte en las instalaciones deportivas de la Ciudad Financiera del Banco Santander en Boadilla del Monte, en Madrid.

“Este es un proyecto que se ha hecho pensando en los empleados y, específicamente, en el grupo de personas que tienen hijos con algún problema”, explica Borja Baselga, director de Responsabilidad Social Corporativa del Banco Santander.  “Yo vengo con mi hijo Víctor de 12 años porque, a nivel de salud, le ayuda a tener mejor tono muscular y además, a nivel social, le ayuda a relacionarse con otras personas y a integrarse. Vengo hasta aquí por su salud mental y física”, explica Inma, de 43 años. 

Las clases las imparten tres profesores especializados de la fundación. "Todos nuestros alumnos tienen el sistema nervioso central dañado y la natación les reporta distintos beneficios. El primero de ellos es que, cuando están en el agua, pueden moverse en los tres ejes espaciales y aprender a regular su posición en el espacio.

Además, tras aprender a moverse en el medio acuático, aprenden también a no cometer errores y a tener un plan de acción, aunque sea un plan más bien sencillo, como proponerse llegar hasta el bordillo de enfrente de la piscina”, declara Juan Vázquez, de 64 años y monitor del curso de natación adaptada.

Los cursos están organizados en función de las discapacidades y aptitudes de cada participante. Aproximadamente, cada sesión cuenta con cinco alumnos con diferentes discapacidades, ya sean físicas, psíquicas o sensoriales, para poder aprovechar mejor cada clase.

“Normalmente los dividimos porque hay algunos, sobre todo los más pequeños, que necesitan una atención más personalizada y les damos atención individualizada. Luego hay otros que pueden dar la clase con más gente y hacemos grupos de tres con otro de los monitores. En cuanto a la edad, no hay límites”, concluye Vázquez.
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