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Contracrónica del Pleno: La 'pajarera' municipal

El día anduvo revuelto este viernes en la Casa de la Villa en el Pleno del mes de octubre. Los enfrentamientos y subidas de tono en un Pleno casi de trámite, sazonaron la mañana.
Desde el principio, parecía que los ánimos estaban exaltados. Los concejales portavoces de Carabanchel: Carlos Izquierdo (PP), Ana de Sande (PSOE) y Milagros Hernández (IU), se enzarzaron en una polémica con poca chicha pero con muchas ganas sobre la nominación de una vía del distrito como 'La Pajarera Real' uno de los edificios más importantes del palacio de Vistalegre. Hablaban de 'rodillos' e 'imposiciones', de que el nombramiento de las calles se está manipulando. Izquierdo ganó por saber estar y conciliar, y no tanto por responder a sus compañeras a lo que le requerían.

Era sólo un aperitivo de lo que estaba por venir. Los siguientes fueron los concejales de Participación Ciudadana. Sandra de Lorite (PP) y Ángel Lara (IU) repitieron el enfrentamiento sobre la modificación del Reglamento Orgánico y Funcionamiento de este Área Delegada. Un choque de terminología técnica en la que se debatía el grado de participación de los representantes vecinales y de los vocales en sus órganos correspondientes. Es decir, mucho ruido normativo y pocas nueces informativas. Pero, por lo menos, el día presagiaba algo de movimiento.

Primera sangre
Y llegaron las primeras tortas (dialécticas). Ana Botella, delegada de Medio Ambiente, y Raquel López, portavoz de Izquierda Unida en ese Área, discutieron a 'primera sangre' sobre el cambio climático. Y sacaron las uñas. López le pedía a Botella -"la gran eminencia medioambiental del Ayuntamiento", como la calificó- cortes de tráfico cuando los niveles de contaminación fuesen muy altos y tildaba de despilfarro el incremento de gastos de las luces de Navidad.

Botella respondía prometiéndole el envío de un libro del Plan de Calidad del Aire municipal para que se lo estudie -la concejal de IU le pidió que se lo dedicase- y le aseguraba que ella no podía hablar de políticas correctas en este sentido "porque en los países de su órbita (la comunista) han pasado auténticos desastres medioambientales". Esta primera pelea, bastante pinturera, quedó en tablas.

En la segunda, Daniel Álvarez, también de Izquierda Unida, relató, en formato cuento, la desmembración que realiza el Gobierno municipal del Plan General de Ordenación Urbana para satisfacer las intervenciones privadas en suelo público. Sobre todo, en los proyectos singulares. Pidió que se gravase con un impuesto de contribución especial los aprovechamientos privados que se hagan en espacios públicos en el Eje Prado-Recoletos, Madrid Río y la calle Serrano para cofinanciar las obras.

La delegada de Urbanismo, Pilar Martínez, se tomó la propuesta con filosofía y con ella respondió a Álvarez, a quien le cuestionó la tasa que proponía y le indicó que, si se aplicara, los vecinos pagarían más de 114 millones de euros tan solo para costear Madrid Río. El concejal socialista Pedro Sánchez haabló a continuación de "pérdida de confianza institucional" tras la paralización de varias obras municipales y la delegada, que repartía a diestro y siniestro, criticó al Gobierno central por dejar de realizar proyectos en Madrid. Martínez se ganó la batalla, aunque todavía quedaba guerra.

Colores
Y llegaron los pesos pesados para hacer una previa del Pleno de Presupuestos. El segundo teniente de alcalde y delegado de Hacienda, Juan Bravo, se batió el cobre con los portavoces de PSOE e IU, David Lucas y Ángel Pérez, respectivamente. Sin embargo, esta vez la historia fue distinta. Lucas, habitualmente, mucho más agresivo en sus formas y discurso con el Gobierno municipal, se mostró conciliador y tendió su mano a los populares asegurando que su grupo no votará en contra de los presupuestos. Incluso propuso la creación de una mesa de diálogo sobre el tema, aunque aprovechó para proponer la congelación y hasta  la disminución de los sueldos de los altos cargos municipales.

Pérez dejó de ser esa "nota de color" (como le bautiza Lucas cada vez que habla) para sacarles los colores a los portavoces a golpes dialécticos. Anunció, enérgico, que IU se opondrá a los presupuestos municipales. Explicó que es una "estafa" la creación de un nuevo modelo económico y productivo, ya que "en el mundo global, la economía gana la carrera a la democracia" y que las consecuencias de la crisis se deben a la proliferación de expedientes de regulación de empleo, la falta de financiación para los ayuntamientos, y al fondo de 50.000 millones de euros aprobado para las entidades financieras.

Para Pérez, el colmo es que "no se puede decir quién se lleva el dinero público. Nosotros, la mayoría social, tenemos que asumir lo de 'haz el bien y no mires a quien' mientras que para las entidades financieras se aplica lo de 'toma el dinero y corre'". Juan Bravo, por su parte, aprovechó para asegurar que el Gobierno de España ha dado la espalda a los municipios e intentó quitar hierro al panorama esbozado por los portavoces al asegurar que la situación financiera del Consistorio permite afrontar la crisis con más optimismo que en otros municipios. Pérez se llevó este punto.

Tiempo muerto
El tiempo muerto llegó en una propuesta sanitaria presentada por la edil socialista Carmen Sánchez Carazo. Hubo estampida de concejales y periodistas al Patio de Cristales y a la sala de cátering. Allí los camareros servían productos de mercado justo para promocionar esta práctica. Sin embargo, la guerra no paraba. Mientras algunos concejales cobraban fuerzas ante platos de jamón, en un mano a mano con periodistas, otros discutían en voz baja cómo desarrollar los pros y los contras de sus próximas propuestas.

Se volvió a la arena, pero ya había bajado el termostato. El siguiente 'round' lo protagonizaron de nuevo Pilar Martínez y Pedro Sánchez con las obras de El Cañaveral, la M-45 y las inundaciones de Coslada. La edil llevaba bajo el brazo varios gráficos con los que explicó la situación de la zona. Más ilustrativa que Sánchez, que también iba provisto de un informe de la empresa Tipsa, terminó llevándose el gato al agua, aunque no dejó del todo clara la situación a la concurrencia. Tampoco estuvo mal el enfrentamiento que mantuvo Concepción Dancausa, delegada de Asuntos Sociales y Milagros Hernández por la inversión en políticas sociales.

Prepotencia
El último follón fue el más interesante. El presidente del Grupo Socialista, Óscar Iglesias, propuso retirar los parquímetros de la periferia. El mismo alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, que suele ser bastante comedido en los Plenos, intervino desde la presidencia para recordarle a la oposición la situación de los barrios díscolos con el Servicio de Estacionamiento Regulado. El regidor explicó que el PP ganó votos en los barrios objeto de la ampliación del SER en las últimas elecciones, pese a que "a algunos vecinos les incomodan los parquímetros".

David Lucas le quitó el micrófono a su compañero para acusar al alcalde de "prepotente" por sus declaraciones. La bronca no fue a más porque el alcalde, después de esta intervención fuera de carta, regresó a su silencio habitual y porque Iglesias y el delegado de Seguridad, Pedro Calvo, recondujeron la situación al nivel cotidiano de discusión municipal.

Terminó el Pleno y todos se fueron limpios de polvo y paja a sus casas, contentos con el deber cumplido y como si no hubiera pasado nada. Empezaba el fin de semana y era el momento de curarse las heridas políticas para la próxima confrontación. Pero eso ya será a finales de noviembre.
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