La Xunta de Galicia, de forma vehemente y en tono airado, ha replicado a las nuevas acusaciones del Partido Popular sobre la "irrefrenable tendencia al lujo" del presidente Emilio Pérez Touriño. Las acusaciones saltaron ayer como continuación de los ataques al presidente por la sustitución de su coche oficial, un Audi A8, blindado. En esta ocasión ha sido Alfonso Rueda, secretario general del PPdeG, quien se ha tirado a degüello sobre los supuestos gastos suntuarios de la Xunta. En concreto, en este nuevo asalto, Rueda acusa a Pérez Touriño de gastarse dos millones de euros en la remodelación de su despacho en la sede oficial de la Xunta.
Dándole a la moviola, los populares gallegos hacen flash back y se ponen en otoño de 2005, tras la constitución del gobierno bipartito gallego. La llegada de la nueva Administración supuso la remodelación, con cargo a distintas partidas presupuestarias y en ejercicios económicos distintos, de tres plantas del edificio de San Caetano (antiguo colegio para sordos, en el compostelano barrio de San Lázaro, adquirido a primeros de los años 80 del pasado siglo, por la Xunta entonces presidida por Xerardo González Albor, de Alianza Popular), incluyendo la zona dedicada al despacho del presidente, la que fue utilizada habitualmente por Manuel Fraga Iribarne durante los 15 primeros años de los 16 que duró su presidencia, hasta la puesta en servicio de la residencia oficial de Monte Pío, en las afueras de Compostela.
Secretismo, disimulo, afición al lujo de nuevo rico, despilfarro de manirroto caprichoso son las adjetivaciones que el PPdeG, con efecto retroactivo, dedica a las diversas obras acometidas por el actual presidente de la Xunta de Galicia. Un panorama apocalíptico dibujado, por clarísimos motivos electoralistas, al rebufo de la crisis económica, censurando Rueda que las obras de remodelación se adjudicasen "sin ningún tipo de procedimiento".
Por su parte, la Consejería de Presidencia, cuyo titular es el socialista José Luis Méndez Romeu, ha confirmado que las obras de San Caetano se realizaron hace tres años y fueron convalidadas por el Consello de la Xunta. No obstante, Presidencia, se ampara en "razones de seguridad" para no entrar en los detalles concretos de la remodelación. Y así, de forma oficial, no entran en la cuantía exacta de las mismas (algunos medios afines al PP hablan de un total de siete millones de euros, en abono de su tesis de que sólo el despacho de Pérez Touriño costó dos millones). Metidos ya en la pugna preelectoral, este secretismo es el talón de Aquiles del bipartito gallego. Una fórmula hecha que ni a propósito para facilitar munición a los populares gallegos, que se presentan ahora como los abogados de la austeridad presupuestaria, la propia de los tiempos de crisis que corren, obviando que, durante los dieciséis años de presidencia de Fraga, las acusaciones de despilfarro realizadas por socialistas y nacionalistas, entonces en la oposición, fueron una constante que marcaron las cuatro legislaturas del PPdeG.
Pérez Touriño como Fraga Iribarne 
El presidente de la Xunta de Galicia tiene en Compostela el uso de tres despachos oficiales. El más notable de ellos, por su impacto arquitectónico, se encuentra en el centro de la zona monumental de la capital gallega, en el Pazo de Raxoi, sede del ayuntamiento compostelano. Allí, la Presidencia de la Xunta dispone de toda un ala de la planta noble, de escasa funcionalidad administrativa (con mucha retranca galaica, el municipio habla de tener a un realquilado), utilizada en su momento –desde 1981—por los distintos presidentes gallegos para recepciones de alta representación.
En San Caetano, desde los primeros años 80 es donde se encontraba el despacho funcional de la presidencia de la Xunta. De hecho, Manuel Fraga (para terror de los funcionarios, acudía a él a las ocho en punto de la mañana) lo estuvo utilizando hasta que se construyó la residencia presidencial de Monte Pío, situada sobre el casco antiguo compostelano. A partir de ahí, Fraga, que, como sus antecesores en el cargo, había vivido en una residencia alquilada en Roxos (un chalet perteneciente a la familia Baltar, parientes de la esposa de Fernández Albor), en las afueras de la capital gallega, utilizó también su residencia oficial como despacho, aunque sus desembarcos madrugadores en San Caetano siguieran siendo terror de funcionarios. Fraga fue renuente a la construcción de un complejo presidencial, hasta que, por clarísimas razones de seguridad, se le convenció de la conveniencia de su construcción.
En agosto de 2005, Emilio Pérez Touriño se instaló, junto con su esposa Esther Cid, en Monte Pío. Y es allí, en el complejo presidencial –de un estilo arquitectónico minimalista- donde, por lo general, trabaja. Sus viajes a San Caetano son más espaciados, aunque es allí donde semanalmente se reúne el Consello de la Xunta.
Salvo contadísimas excepciones, el actual presidente de la Xunta de Galicia, apenas se deja ver por la planta noble del Pazo de Raxoi. Monte Pío, tanto para el día a día, como para las funciones de alta representación anejas al cargo, es el lugar elegido por Pérez Touriño. Incluso es allí, en un patio empedrado con 315 bloques de granito (uno por cada municipio gallego), donde celebra, cada 24 de julio, la vigilia del Día Nacional de Galicia, en un acto en el que se iza solemnemente la bandera gallega.
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