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OPINION/Victor Gijón

Saber de nuestros 'desaparecidos'

Planteemos la cuestión desde lo personal. ¿Están a favor o en contra de que una familia recupere el cuerpo de uno de sus deudos enterrado en lugar desconocido? En el 99,9% de los casos la respuesta seguro que es afirmativa. ¿Entonces a que tanto escándalo por la iniciativa del juez Garzón para averiguar dónde están enterrados los desaparecidos de la Guerra Civil y del franquismo? 
Anoche escuchaba, y no precisamente en una radio ultra, a un tertuliano preguntarse por qué Garzón sólo se interesa por los muertos de un lado.Parece mentira que a estas alturas todavía haya qué explicar lo obvio. Los muertos del otro lado, es decir las víctimas de la represión republicana, que también existió, fueron reivindicados y homenajeados por la Dictadura, y reconocidos y enterrados con todos los honores por sus familias. No hay desaparecidos de la República. Lo cual no es el caso de los partidarios de aquella, que fueron asesinados en la retaguardia cuando aún se combatía y, lo que es más terrible, durante los años siguientes a que concluyese la contienda fratricida.

Hombres, mujeres, también niños, fusilados con premeditación, alevosía y nocturnidad por grupos formados unas veces por militares (pocas) y las más por paisanos con poder de horca y cuchillo sobre sus convecinos. Hombres, mujeres, también niños, enterrados en fosas comunes, junto a las tapias de los cementerios o en cualquier cuneta de una perdida carretera.


Desde hace unos años distintas organizaciones civiles intentan recuperar esos cuerpos. No es una tarea fácil dado el tiempo transcurrido –muchos testigos ya han muerto o son ancianos-- y el escaso apoyo, cuando no el rechazo, por parte de las instituciones.

 La iniciativa del juez Garzón pretende facilitar las cosas a quienes buscan recuperar un trozo de historia, ya sea suya, personal, o colectiva. No hay ánimo de venganza, ni petición de responsabilidades. No se busca saber quien ordenó y ejecutó las muertes --en muchos casos el nombre y apellido de lo asesinos quedó indeleblemente grabado en la memoria de la mujer o del hijo que vió como su esposo o padre era sacado de casa a golpes para no regresar nunca más-- cuyos responsables máximos ya han sido identificados por la historia.

 Tampoco se indaga en el por qué de tanta barbarie. En el asesinato no hay razón que valga. Pero los que perpetran el asesinato político siempre se buscan una coartada. La mayoría de los desaparecidos que busca Garzón pagaron con su vida no ser "buenos españoles" y no haberse sumado con entusiasmo a la sublevación golpista contra el régimen legal de la II República. Pero eran tan buenos españoles como el que más y su familiares tienen el derecho, y el Estado democrático la obligación, de recuperar sus restos para entregárselos. La decisión del juez Garzón va en ese dirección y por ello tiene mi más entusiasta apoyo.
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