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Bachelet en el 'El País' de España

El diálogo es esencial

Uno de los problemas que tuvimos en Chile era una falta de diálogo entre el mundo de la política y el mundo militar”, señaló la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en una entrevista concedida a la periodista Gabriela Cañas, de El País de Madrid.

Bachelet relata que su “gran preocupación era cómo lograr no repetir una tragedia como la que habíamos pasado [el golpe de Estado y la dictadura de Augusto Pinochet entre 1973 y 1990]. Yo creía que en el mundo de la política y de la izquierda había que entender que las Fuerzas Armadas eran parte constitutiva del Estado y que teníamos que generar confianza entre ambos mundos, dejando atrás los prejuicios, para asentar las bases de la democracia. Porque la democracia es algo mucho más que la mera elección de los representantes. Lo importante y lo difícil es aprender a convivir con un espíritu de amistad cívica. Ése es el sentido de mi acercamiento a lo militar en plena transición política”.

Al ser consultada por qué siguió un curso de estrategia militar en Chile y el de posgrado en defensa continental en Fort Leslie McNair (Washington,) a mediados de los noventa, la actual Presidenta chilena afirma que sintió que “a través de mi historia podía tender puentes entre los dos mundos. Mi acercamiento fue genérico, pero tuvo consecuencias en lo personal. Recuperé los afectos y descubrí que muchas de las cosas que yo había vivido ahí tenían que ver con mi carácter, con mi forma de ver las cosas”.

Agrega que su padre “era un hombre muy excepcional, un hombre muy recto, con gran sentido del deber y gran amor al país, a la patria. Es mi mismo sustento como política: sentir que uno se debe a su país, a la patria, pero no como un concepto abstracto, sino a las personas. Sentí que conectando la política con el mundo militar yo podía hacer una diferencia. Los valores que me enseñaron en mi familia me permitían entender mejor el mundo militar, tanto para reconocer aquello con lo que me identificaba como para cuestionar lo que no me parecía justificable, como los horrores y los errores que sufrió nuestro país”.

Al referirse al período de la dictadura, dice que “era difícil vivir aquello sólo desde la óptica personal porque lo estábamos viviendo de forma colectiva. La gente desaparecía, aparecía muerta. La sensación era que en Chile estaba pasando un horror que en lo personal afectaba a mi familia. Muchos otros estaban viviendo dolores muy profundos”.

¿Y eso es consolador?, pregunta la periodista.

No lo sé [reflexiona largamente]. Era más bien una sensación de desamparo global [ríe con sarcasmo]. Desamparo en lo familiar. Bueno, yo estaba con mi madre, que era una mujer muy fuerte. Yo también soy una persona fuerte. Nos preguntábamos cuánto iba a durar aquello. Y en lo personal fue muy triste, muy doloroso, porque yo era además muy regalona de mi padre, la única niñita en casa y esa cosa tradicional de ser la niñita del papá. Teníamos una relación muy estrecha y cariñosa”.

Al repasar su historia de vida, Bachelet afirma: “Quiero serle muy clara. Hubo un momento en mi vida en que yo no estaba en esta actitud. Tenía dolor, rabia, ira. Pasé por todas las etapas, en lo personal y en lo colectivo. Pero primero hice mi duelo propio, primero enterré a mi padre, y después todo ese dolor se fue transformando en otra fuerza”.

¿Y ese deseo es tan fuerte como para aceptar que usted pudiera cruzarse por la calle con su propio torturador o el de su padre?

Efectivamente. Mi madre y yo nos encontramos a la vuelta del exilio con personas que tuvieron cargos relevantes, que tomaron decisiones complejas que significaron la muerte y las torturas de mucha gente. Y luego en democracia nos encontramos con mucha gente, incluso en el Parlamento, que tuvieron responsabilidades políticas importantes en lo sucedido. Y, bueno, se desarrollaron conductas democráticas de relacionamiento. Yo diría que nuestro país hizo una transición que algunos criticaron mucho, pero que ha sido bastante efectiva por su ritmo y su gradualidad”.

Hubo momentos de ira, de rabia, de dolor, y también de polarización de los afectos y de la capacidad de mirar las cosas. Pasados los años, hay que ser capaces de entender el proceso de una manera distinta. Hay cosas que no voy a justificar aunque pasen 400 años. Hay gente que hizo cosas horribles. Nunca les daré el beneplácito de admitir que no fueron lo que fueron: asesinos, traidores”.

Respecto a la escasez de liderazgos en el mundo, Bachelet comenta que “muchas encuestas en muchos países demuestran que los ciudadanos no sienten que los políticos se ocupen de las cosas que les pasan en su vida. Los sienten discutiendo de abstracciones y peleándose el poder por el poder, más que el poder para hacer lo que es necesario”.

Consultada sobre el futuro del continente, Bachelet afirmó:

A América Latina se le dijo en los años ochenta que su nivel de pobreza y subdesarrollo eran producto de no haber hecho las reformas económicas necesarias. Las hicieron y están registrando crecimientos económicos importantes y sostenidos, pero la pobreza se mantuvo igual o se incrementó. A mi juicio, lo que sucedió es que las políticas económicas no llevaron de la mano las políticas sociales para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes”.
 
En Chile hemos logrado un crecimiento económico importante y sostenido y hemos reducido la pobreza. En 2006 bajamos el nivel de pobreza al 13,7% desde el 39% que teníamos cuando recuperamos la democracia. La extrema pobreza ha quedado en el 3% y veníamos del 20%. Obviamente, no es suficiente”.

Somos prácticamente el primer país de Latinoamérica en todos los indicadores: mayor expectativa de vida, menor mortalidad materna e infantil (después de Cuba) y baja tasa de desnutrición. Y son indicadores ya similares a los de los países más ricos del mundo. Seguimos teniendo desafíos tremendos: se nos ha envejecido enormemente el padrón electoral. Debemos mirar cómo interesar a los jóvenes en la política. Esos jóvenes no votan y han vivido siempre en democracia creyendo que los derechos son algo natural. Ahora tenemos que luchar por tener un desarrollo sostenible. Hemos creado por vez primera un Ministerio de Medio Ambiente. Queremos seguir teniendo crecimiento económico, pero no a cualquier precio. Queremos equidad y justicia social. Con la reforma de la Previsión que hemos hecho, a partir de este mes de junio el 40% de los ciudadanos más pobres van a tener una pensión mínima solidaria o van a ver aumentada la que tienen [esa pensión supondrá duplicar la mínima actual]”.
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