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El mítico graffitero 'Muelle' resucita en el Metro de Madrid

El mítico graffitero de los años 80 'Muelle', que se convirtió en uno de los símbolos de La Movida Madrileña, ha 'resucitado' en las últimas semanas en la capital, con nuevas firmas en las estaciones de Metro de Alonso Martínez y Chueca.
La famosa espiral terminada en punta de flecha se hizo famosa durante años en Madrid, pero pocos conocían que detrás de ella --aunque fuese reproducida miles de veces por imitadores-- estaba Juan Carlos Argüello, un joven rockero que murió a los 29 años víctima de un cáncer.

Argüello, conocido como Muelle desde la infancia por recomponer una bicicleta desvencijada con un muelle gigante de amortiguador, pobló su barrio, Campamento, de dibujos en marquesinas, paredes y vallas desde 1984. Al comienzo, sólo con un trazo, el conocido como 'tag' entre los expertos.

Después, se extendió por toda la ciudad e incluso reprodujo su mote en sus viajes por España. Poco a poco, animó su firma con colores y luces para dar sensación de profundidad, hasta convertir su rúbrica en verdaderos graffitis, sin renunciar a dibujar también pegatinas, que él mismo distribuía.

Con un sentido cada vez más artístico y ecológico pero sin nada que ver con los graffiteros que después surgirían relacionados con el hip hop, escogía dónde plasmar su obra y sobre todo, respetaba lugares culturales o naturales, al tiempo que se preocupaba de que sus aerosoles no dañaran la capa de ozono.

En 1985 inscribió su firma en el registro de la propiedad intelectual y nunca cedió los derechos, a pesar de que llegó a hacerse tan famoso que no le faltaron ofertas e, incluso, impuso pleitos a agencias de publicidad que usaron parte de su logo.

Su lucha también llegó a enfrentarlo al Ayuntamiento de Madrid puesto que, además de borrar sin piedad sus obras, reprodujo su firma en la revista Villa de Madrid, por lo que llevó al Consistorio ante los tribunales. En 1987, tuvo que pagar 2.500 pesetas por pintar sobre el pedestal de la estatua del 'Oso y el madroño", recién reinstalada, algo que le llevó a aparecer en los periódicos, donde defendió orgulloso su arte callejero. En 1993, dejó de hacer pintadas al considerar que su "mensaje" estaba ya "agotado".
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