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El Estado adeuda a fulano 50 millones de dólares

El Estado adeuda a fulano 50 millones de dólares

La demanda al Estado se produce 5 años después que Fulano fuera perjudicado por un error involuntario de un funcionario, que incumplió un trámite rutinario.

Lo ficticio del título de esta opinión no debiera ser más que un divertimento novelesco, si no se pareciera tanto a la realidad, que incluso pudiera ser inspirado por ella. La acción ocurre con regulares intervalos en cualquier país, y nadie, ni los gobiernos, ni las cortes internacionales, parecen darse cuenta de que detrás podría haber alguna de esas anomalías que hacen sospechar a un Poirot o a un Holmes, de que algo bien planeado se cuece detrás de los errores involuntarios de los incautos funcionarios.

 

El error lo paga el Estado. La Corte Internacional lo condena, y en la mayoría de los casos el funcionario que causa la demanda con su involuntario error ya no trabaja en el gobierno. Ventas ilegales o repetidas de terrenos, condenas injustas, aplicación de leyes inventadas para producir el daño, persecuciones y terrorismo de Estado, manipulación de licitaciones que  producen sospechas por la cada vez mayor frecuencia de las mismas. La mayor cantidad de delitos cabe dentro de las categorías de tipificados, aunque algunos son hijos de una creatividad asombrosa. Estos son más fáciles de indemnizar, pues la novedad ayuda a los participantes de dos maneras: no hay precedentes, y el asombro es un aliado temporal valioso.

El otro aliado es la cuantía de las demandas; entre más alta, mejor.

 

Una mirada a las veces que cualquier Estado ha tenido que indemnizar a nacionales o extranjeros en los últimos 10 años, rendiría una asombrosa cantidad de pruebas de que algo raro hay tras estas extrañas y repetidas equivocaciones de personeros de unos y otros  gobiernos.  ¿Quiénes han sido esos funcionarios? ¿En qué gobiernos se produjeron los errores? ¿Qué cortes internacionales y qué jueces vieron los casos?

 

La tarea de investigar es para la sociedad civil. La sospecha es para que todos nos alertemos, y  advirtamos a los próximos funcionarios incautos que sus errores deberán pagarlos tarde o temprano, porque también tarde o temprano habrá o se aplicará la ley que castigue esa inocencia, que a todas luces es imprudencia temeraria.

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