El gran voto de una minoría: los hispanos podrían dar el impulso final

“McCain ha demostrado tener un buen liderazgo y está de acuerdo con mantener las tropas norteamericanas en Irak. Yo estoy de acuerdo con eso porque si se retiran las tropas va a haber una masacre allí, y el terrorismo puede volver aquí. Hasta que no haya un verdadero control por parte de los iraquíes, nosotros debemos mantener las tropas allá”, comentó Carpio.

A Carpio no le importa que John McCain, senador por Arizona y héroe de guerra, sea un hombre de 71 años. Muy por el contrario, le gustan sus años de experiencia política.  

De los 2,2 millones de hispanos que viven en la ciudad de Nueva York, unos 630.000 están registrados para votar en las elecciones generales del próximo 4 de noviembre. Un 74% de ellos está inscrito en el Partido Demócrata mientras que apenas un 8% es republicano, lo que significa que por cada republicano latino residente en la ciudad, nueve son demócratas.

De allí que lo que Carpio me cuenta sobre su admiración por John McCain mientras espera a que le atiendan en una barbería del barrio latino de Washington Heights (norte de Manhattan), sorprenda a Nicolás Gómez, su peluquero y amigo desde hace 20 años.

“Yo no sabía que tu eras republicano”, le dice Gómez a Carpio sin dejar de manejar la tijera. “Mira, ¿y no te da vergüenza ir por ahí diciendo que tu eres republicano?”

Nicolás Gómez es originario de República Dominicana, lleva 28 años viviendo en Estados Unidos. Es dueño de su propia barbería y como ciudadano estadounidense tiene derecho a votar. Se declara demócrata independiente porque no está inscrito en el partido, y confiesa que, aunque “de corazón” está con Barack Obama, piensa que Hillary Clinton es la persona mejor preparada para convertirse en la próxima presidenta del país.

La pregunta que acaba de espetarle a su amigo -con quien dice no haber hablado de política hasta que mi grabadora se puso de por medio- es por el enorme rechazo que siente hacia las confrontaciones bélicas.

“Cada diez años hay una guerra promovida por este país y siempre la inician los republicanos”, dice Gómez.

Al igual que al resto de los latinos en todo Estados Unidos, la economía, la generación de empleo, la guerra en Irak y la inmigración, son temas que preocupan a estos dos hombres, aunque de distinta manera.

Carpio piensa que las fronteras de Estados Unidos deben reforzarse porque nuevas olas de inmigrantes ilegales le quitarán el trabajo a las generaciones de hispanos que después de muchos años de esfuerzo han logrado sacar a sus familias adelante.

Gómez, por su parte, se encuentra conforme con las oportunidades de trabajo que ha tenido en este país, aunque piensa que hoy en día tanto trabajo no alcanza para pagar los precios astronómicos del alquiler en Nueva York, y que el gobierno debería ayudar más a la clase trabajadora. Además, lamenta que el gasto que el gobierno de George W. Bush ha hecho para mantener la guerra en oriente medio tenga a la economía estadounidense a punto de entrar en una recesión.

“Los demócratas no tienen los pantalones para ir a la guerra”, dice por su parte el ecuatoriano, quien no considera que la guerra tenga que ver necesariamente con la situación económica del país y piensa que la intervención del gobierno en el terreno económico debe limitarse a los más pobres y necesitados. “El dinero que los latinos ganan en este país lo mandan a sus familias en su país de origen o lo invierten allí. Pero no es un dinero que se quede aquí, por lo que la economía cae”.

Gómez no está de acuerdo. “Mira que bien tenemos los pantalones puestos, que tus nietos son los que van a tener que pagar esta guerra”.


En busca del voto latino

La población hispana que vive en Estados Unidos constituye la minoría más numerosa de todo el país y su voto será para los demócratas, más que para los republicanos, crucial en este “super martes”, día en que 22 estados celebrarán elecciones primarias.

Los hispanos se han visto cortejados como nunca antes por los aspirantes a la presidencia, no tanto por el número de votos sino por el peso final que pueden significar en la votación la diferencia mínima necesaria para que uno de los candidatos obtenga la victoria.

Del lado republicano porque el sistema del partido establece que el ganador de un estado como California se lleva el total de delegados asignados para la convención del partido que posteriormente declarará a su candidato oficial.  Y en el lado demócrata, porque los delegados asignados a un estado se dividen proporcionalmente según el número de votos que obtenga cada uno. Lo que quiere decir que si el resultado es muy ajustado entre los candidatos, no es mucha la diferencia en el número de delegados que gana cada uno.

Es por ello que tanto Hillary Clinton como Barack Obama han intentado atraer de su lado a las poblaciones latinas de estados titanes como Nueva York y California, donde la comunidad hispana es abundante y están en juego la mayor cantidad de delegados que un estado puede otorgar independientemente.

Clinton ganó los ‘caucus’ de Nevada el pasado 19 de enero apoyada por la comunidad latina, aunque Obama recibió más tarde el empuje de los hispanos que viven en Carolina del Sur, donde el senador de Illinois logró una abrumadora victoria.

Entre los dos, es Hillary quien parte con cierta ventaja en los estados que celebran primarias este martes. La ex primera dama es mucho más conocida y querida entre la población hispana, gracias al trabajo que tanto ella como Bill Clinton realizaron a favor de los inmigrantes durante el mandato del ex presidente.

De acuerdo con una encuesta realizada por la Federación Hispana, la organización latina más importante en Nueva York que agrupa unas 80 entidades, Clinton es la favorita entre los votantes latinos del estado que representa como senadora.
 
“Los resultados de la encuesta reflejan lo que puede ocurrir el martes con el voto latino y de lo que ya ha pasado en Nevada y Florida, donde ganó de la misma manera. En Nueva York se perfila que los latinos la apoyan abrumadoramente”, señaló el analista político Luis Miranda, quien hizo la encuesta para la Federación Hispana, a la agencia de noticias EFE.

Miranda consideró que el apoyo a la senadora se remonta a la segunda presidencia de su esposo Bill Clinton (1993-2001), quien tuvo mucho respaldo en la comunidad latina en todo el país.

“Y Hillary es una persona que ha hecho campaña fuerte en la comunidad latina cuando aspiró la primera y segunda vez al Senado y alguien que tenía los brazos abiertos en la Casa Blanca para la comunidad latina y sus líderes”, comentó.

Lo mismo ocurre en California, un detalle que Barack Obama no ha dejado pasar por alto y que ha intentado paliar con el lanzamiento de anuncios de televisión en español, en los que se promueve como un verdadero factor de cambio.

De los cerca de 37 millones de habitantes de California, un 35% son latinos, según el último censo del estado. En las elecciones presidenciales de 2004 votaron un poco más de 2 millones de electores hispanos, es decir el 16% del total.

De acuerdo con un estudio del Instituto de Política Tomás Rivera, el número de votantes latinos para la elección presidencial de este noviembre aumentará un 25%, superando los 2,6 millones de votantes.

California es de especial interés porque tiene la población mayor de 18 años más grande del país, con un estimado de 27,2 millones de personas. Además, en los últimos cuatro años, el grupo étnico de mayor crecimiento ha sido el de los latinos, lo que implica un fuerte potencial de voto que todavía no está comprometido con ningún partido o que vota por primera vez.

En el lado republicano, los candidatos saben que el voto latino de California y del resto de los estados que participan en el ‘super martes’ les puede ser más esquivo, dado que su posición frente a los inmigrantes indocumentados en años pasados les creó un fuerte repudio entre esta comunidad.

Sin embargo, esta percepción ha cambiado con los proyectos de reforma presentados recientemente. Por ejemplo, es importante recordar que John McCain, el favorito de los candidatos republicanos según las encuestas previas al ‘super martes’, fue uno de los senadores que impulsó un proyecto que facilitaba la legalización de los inmigrantes.


Un grupo decisivo

Además del voto latino, los candidatos presidenciales, demócratas y republicanos, también luchan por conseguir el voto de los votantes indecisos, de los independientes y de aquellos que, llevados por convicciones personales o porque eligen candidato según afinidades, cambian de bando de una elección presidencial para otra.

Luis Carpio me confesó que, si bien ahora le dará su voto a John McCain, en las elecciones de hace ocho años le dio su apoyo a Al Gore, porque entonces consideró que el demócrata era la mejor opción.

Y Chris Ciprián, hijo de dominicana y puertorriqueño y quien entró en la barbería de Nicolás Gómez para saludar, no tuvo ningún reparo en contarme que, aunque se considera un demócrata, le va a dar su apoyo a Mitt Romney, ex gobernador de Massachussetts, y el republicano que más delegados ha ganado en el proceso de primarias hasta el momento. 

“Hillary Clinton y Barack Obama no sirven para nada. Y McCain es demasiado viejo, se va a morir en la Casa Blanca. Romney es un empresario y es lo que nuestra economía necesita”, asegura Ciprián.

Lo que prueba que los analistas tienen razón cuando dicen que, aunque políticamente los latinos entre sí varían mucho en sus criterios, les unifica el ser un potencial de voto que al final puede resultar decisivo para las aspiraciones presidenciales de cualquier candidato.