Rajoy: "Esto es una vergüenza"; Zapatero: "La demagogia más burda es suya"

Hacía semanas que no se producía una tensión tan grande en las sesiones de control al Gobierno en el Congreso. Pero, sin duda, era previsible que la de este miércoles, después del Pleno sobre el Consejo Europeo de Bruselas, iba a ser muy especial. El líder de la oposición, Mariano Rajoy, cambió su pregunta prevista sobre inmigración para preguntar sobre las medidas que el Gobierno había puesto en marcha para garantizar la seguridad de nuestros soldados en el exterior. El resultado ha sido estremecedor.

Para empezar, Rajoy recordó al presidente Rodríguez Zapatero el caso de la soldado Idoia Rodríguez, que falleció el 21 de febrero en Afganistán cuando iba en un BMR sin inhibidor de frecuencias. El PP le preguntó sobre las medidas de seguridad “y usted no me respondió nada y se limitó a hablar mal del Gobierno anterior, como siempre”.

Siguiendo con esa exposición, Rajoy dijo que el domingo pasado seis soldados españoles murieron en Líbano en un vehículo como el anterior, con las mismas características, y también sin inhibidores. Y, luego, la pregunta, a bocajarro: “¿Qué va a hacer para garantizar la seguridad de nuestros soldados?”.

Hasta ahí, todo normal. Sobrevino la respuesta del presidente: que lo de la soldado Idoia Rodríguez “nada tiene que ver con los inhibidores” y que Rajoy lo sabía, que nuestros soldados “tienen hoy mejor protección que nunca en las misiones de paz”, que “los primeros inhibidores se instalaron por primer vez en España en 2005, con este Gobierno; ustedes en ocho años debieran haberlo pensado”.

Y más explicaciones: que en octubre de 2006, el Estado Mayor de la Defensa, “a pesar de los informes de inteligencia”, aconsejó la instalación de inhibidores en Líbano; que “los han entregado en el mes de mayo y se ha empezado a proceder a su colocación”, y que “vamos a tener los mejores medios de seguridad” en todos los conflictos donde acudan nuestros soldados.

 A partir de ahí, la catástrofe parlamentaria. Rajoy fue durísimo en su réplica: “Señor presidente del Gobierno, permítame que le diga que esto es una vergüenza”, le espetó a Zapatero, para recordarle que él le apoyó en el envío de tropas, pero con dos condiciones. Una, “le pedí que diga la verdad”, que los soldados se van a jugar su vida, “y no lo ha hecho”; dos, le pidió que hubiera seguridad, y, sin embargo, seis soldados “han muerto en el mismo tipo de vehículo y no llevaban inhibidores y eso es una vergüenza”.

 Y la tercera ‘bofetada’ verbal: que el gobierno libanés les ha concedido dos medallas, mientras que el español sólo la amarilla, menos pensionada. “Cuando yo sea presidente del Gobierno esas medallas amarillas serán con distintivo rojo y debe saberlo, señor presidente”, finalizó Rajoy. La dureza del jefe de la oposición motivó una sola respuesta presidencial; una sola frase, pero pronunciada de forma desencajada: “La vergüenza y la demagogia más burda son sus palabras”. Y nada más.