OPINION/Victor Gijón
Soy incapaz de adivinar que es lo que pretende el PP de Cantabria con sus leguleyos 'peros' a la fijación de fecha, para este fin de semana, de la investidura del presidente regional. Claro que tampoco fui capaz de entender las razones del crudo debate que hace cuatro años tuvo como protagonista al mismo partido, eso sí con otros dirigentes, centrado en determinar que asientos debían ocupar en el hemiciclo.
Son, como se ve, cuestiones de suma trascendencia, que el ciudadano de a pie no acaba de ver en toda su importancia. Uno entendería que el PP pidiese tiempo para preparar la intervención con la que dar respuesta al discurso presidencial. Pero no es el caso. Los populares si por algo se caracterizan es por poner sobre la mesa un discurso monocorde, monolítico, de grandes descalificaciones y pocas ideas.
Pocas ideas y además pequeñas, pero repetidas con oficio, confiando siempre en la amplificación que recibirán gracias a la prensa amiga. Pero, y si no es para ganar tiempo para preparar su intervención en el pleno, ¿a cuento de qué retrasar dos días más el debate de investidura y como consecuencia de ello demorar la formación del nuevo Gobierno?
Hace cuatro años, el diario amigo pidió dos meses de moratoria --luego el ex presidente Martínez Sieso solicitaría en el debate la repetición de las elecciones-- para, argumentaba el periódico, disponer de tiempo para poder reflexionar sobre lo sucedido. Eufemismo tras el que se escondía una operación de presión al PRC, combinando palo y zanahoria, para que renunciara al pacto con el PSOE y volviera al redil del PP. Era una acción a la desperada, pero al menos tenía un objetivo.
La de ahora, ni eso. La petición de un informe jurídico formulada ayer ante la Mesa del Parlamento por el portavoz del Grupo Popular, Francisco Rodríguez Argüeso, no va a retrasar la decisión. Los populares tienen hoy la oportunidad, tanto en la Junta de Portavoces como en la Mesa, de exponer las razones políticas que sustentan su petición de retraso. Harían mal en escudarse en aspectos legalistas, pero aún sería peor repetir las advertencias bravuconas con que ‘Kiko’ Rodríguez acompañó ayer su solicitud para que los letrados del Parlamento se pronunciasen. Claro que, conociendo al personaje, no creo que nadie puede tomarse en serio sus amenazas.
Si (
No(
