Más que irritado por la dañina publicación de las actas de las reuniones de sus enviados con los dirigentes de la ETA, el Gobierno parece noqueado, falto de fuelle y de recursos políticos y mediáticos. Que en un asunto de tanta trascendencia -y estando en juego nada menos que la credibilidad del Ejecutivo- haya sido López Garrido la voz escogida para desmentir los acuerdos que publica "Gara", viene a significar que Rodríguez Zapatero, como poco, está desconcertado. ¿Qué ha sido del otrora hablador Pérez Rubalcaba? ¿Dónde están sus juegos de palabras, sus anfibologías su siempre disparada imaginación para recrear la realidad? ¿Quién da la cara por el Gobierno?
Zapatero tenía un plan "A" -el "proceso de paz" iba bien y esa noticia la "compraban" -y jaleaban- los medios afines pero frente al fracaso y la osadía de la banda (coche bomba abandonado precipitadamente en Ayamonte), ya no tiene a nadie quien le escriba. El fracaso es como la luz del Sol tras una noche de farra: no hay forma de disimular las huellas. Y eso es lo que les ha pasado a quienes de manera pueril han creído que podían torear a los jefes de una banda terrorista que tienen más de 800 crímenes a sus espaldas.
Visto lo que publica "Gara" -lo de las dos mesas legititimaba a la ETA como interlocutor político; lo de Navarra suponía una doblez insoportable-, no me extraña que el presidente rehuya las explicaciones sobre el llamado "proceso". No me extraña porque a la vista está que ni tenía un plan "B", previsto por si los contactos se saldaban en fracaso, ni tiene la gallardía para asumir el fiasco político que apareja toda esta penosa aventura.
Si (
No(
