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Mourinho, 'Mouragas' y demás crispaciones innecesarias

Mourinho, 'Mouragas' y demás crispaciones innecesarias

El absurdo se roza continuamente y se alcanza de forma innecesaria en nuestra política, pero que nadie se lo tome como algo que sólo afecta a nuestro país. Empecemos por Mourinho, a quien todos, apuntándose el tanto de ser más listos que él, avisaron de que era un agitador profesional desde los banquillos y que no deberíamos caer en sus trampas. Al final, meses después de su llegada al Real Madrid, se puede decir que no ha defraudado a nadie, pero que tampoco nadie ha evitado, ni de lejos, caer en esa trampa. Porque vende periódicos. Llena minutos de debates en radios y televisiones. Y al final, se acaba viendo a un gran jugador como Cani lanzándole una botella en pleno partido. O al encantador técnico del Sporting Manuel Preciado dedicándole otras lindezas. ¿Quién es el malo de la película realmente? Si tan agitador profesional es, si tan payaso y buscador de momentos mediáticos es... ¿por qué alimentar su voracidad cayendo en la fácil provocación?

Pero no. Mourinho sólo quería compartir un momento de celebración con su hijo, que se sienta siempre tras el banquillo visitante. Como dice él, cualquier cosa que haga es percibida como una provocación. Pero provocación sí fue lo que Jorge Moragas, un auténtico 'Mouragas', hizo desde su blog. El dirigente del PP y asesor directo de Rajoy, se pronunció sobre los ataques que se están produciendo contra cristianos en países como Irak o Egipto, llamándoles "vendedores de alfombras". Mouragas es de los que en esta clase política que ahora nos dirige prefiere la crispación y la crítica desmedida en lugar del encuentro.

En general, es detestable la imagen dada por los atizadores profesionales que muchos partidos muestran en primera línea, siempre dispuestos a decir una palabra más alta que otra. Lo era antes José Blanco en su etapa de 'vocero' socialista y lo son el citado Moraga, Pons o Arenas en el PP. Por no hablar de Sánchez-Camacho cuando tocaba tratar el tema de la inmigración ilegal en Cataluña.

Ahora se llevan las manos a la cabeza quienes creen que es injusto responsabilizar al Tea Party de la responsabilidad moral e ideológica del tiroteo de Arizona que casi acaba con una congresista demócrata. Una mujer que formaba parte de los 20 objetivos políticos que Sarah Palin, dirigente del movimiento ultraconversador Tea Party, había señalado con una diana en su cabeza. Claro que no la disparó Palin. Ni será Moraga ni otros políticos quienes hayan fijado objetivos a los violentos de forma directa. Aquí nadie les compara con los batasunos, quienes decían a ETA quién era el siguiente en formar parte de la lista del horror. No. Pero reflexionar nunca está mal, y saber hasta qué punto contribuimos a esta escalada de crispación y violencia. También los propios ciudadanos, como cuando buscamos un culpable porque se prohíba fumar en los bares. Es la sociedad de los culpables y los responsables. Queremos siempre que alguien pague por nuestros ideales y nuestras frustraciones. Y no, con botellazos ni con disparos se consigue. Sólo se consiguen el error y el horror.



Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com
 
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