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Apuesta por el 'seny'

Apuesta por el 'seny'

Lo que se jugó ayer con las elecciones de Cataluña no fue el encuentro de tenis entre Roger Federer y Rafa Nadal ni el partido de esta noche en el Camp Nou entre el Barça y el Real Madrid. Lo que se jugó ayer en las urnas fue un nuevo punto de partida para todos los catalanes, liderados por la formación política que más votos obtuvo, que es Convergencia i Unió, con Artur Mas a la cabeza.
   
Pasada la campaña electoral y tras el ejercicio del voto  (la alta abstención también cuenta: es un exponente del desencanto), lo que a todos los catalanes y a todos los españoles les interesa es que el nuevo gobierno de la Generalitat haga olvidar la pesadilla en que algún socio de José Montilla habían convertido al Tripartito en la pasada legislatura.
     
Y no siendo posible un “borrón y cuenta nueva”, puesto que nunca se parte de cero y toda situación histórica es heredera de la anterior, digamos que ha llegado el momento de afrontar con decisión los retos de un tiempo nuevo: un tiempo complicado y borrascoso, pero en el que deben surgir con especial fuerza el coraje y la decencia.
    
Hoy, en la fiesta de “Protagonistas”, se encontrarán quienes fueron los principales rivales en las elecciones de ayer: el ganador, Artur Mas, y el perdedor, José Montilla. La política es cambiante, y estos “roles” o estas situaciones no son inamovibles. Lo que interesa a todos es que esas dos grandes fuerzas políticas, respetando la autonomía de sus ideas y la libertad de sus estrategias, sepan dialogar y sepan entenderse cuando están en juego las aspiraciones y las ilusiones y las necesidades de los catalanes.
   
Ese mensaje de buen entendimiento, de diálogo, de “seny” sería, además, un buen ejemplo para el resto de España, y en especial para Zapatero y para Rajoy que se han especializado en una práctica nada estimulante: sólo hablan para discutir, y ninguno de los dos cede un ápice en sus postulados. Lo importante, en fin, no es ganar unas elecciones sino erradicar el paro, la pobreza, la intolerancia, y tener siempre como única meta los intereses verdaderos de los ciudadanos. No los problemas inventados, sino la gestión de la cruda realidad.

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