El coronel Chávez ordenó el retiro del personal de su Embajada en Bogotá. La punta del iceberg del conflicto es que el Ejército colombiano se incautó de un determinado número de lanzacohetes vendidos por Suecia a Venezuela de manos de las FARC. El Gobierno sueco ha pedido explicaciones a Bogotá.
Para Caracas, sin embargo, todo responde al deseo de desprestigiar a Venezuela vinculando a su Gobierno con el grupo guerrillero colombiano como una cortina de humo de la presencia militar estadounidense en al menos tres bases militares en territorio colombiano. Esas bases, según los EEUU, sustituirán en su función de lucha antidroga a la Base de Manta; para el discurso político de Chávez, son la antesala de la invasión estadounidense a Venezuela...
Los lanzacohetes suecos vendidos a Venezuela en poder de las FARC constituyen una evidencia comprometedora para el líder del socialismo del siglo XXI. La tensión entre los dos países coincide con instantes en los que las relaciones del Ecuador con Colombia pasan por su peor momento, después de la ruptura de relaciones diplomáticas tras el ataque militar colombiano al campamento clandestino de las FARC en territorio ecuatoriano en marzo del año pasado.
La relación comercial entre Colombia y Venezuela es demasiado voluminosa -su intercambio supera los $ 7 000 millones anuales- como para que Chávez vaya más allá de la retórica y que el "congelamiento" diplomático afecte esos intereses.
Sin embargo, este grave desencuentro entre Caracas y Bogotá echa más leña al fuego de las tensiones andinas.
Las divisiones y conflictos regionales ensombrecen el panorama y, además, suelen ser un pretexto para consumo político interno de los países y, lo que más negativo, para aumentar los gastos en armamento: el coronel Chávez anunció en días pasados la duplicación del número de tanques con otra compra a Rusia.
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