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¡Viva Sempre en Galicia de Montevideo!

¡Viva Sempre en Galicia de Montevideo!

Por Manuel Suárez Suárez
martes 01 de septiembre de 2020, 14:46h

El paso del tiempo hace que ciertas imágenes, sonidos y sabores permanezcan bien fijados en la memoria aunque en mi caso hable de noviembre de 1958. Una singladura de 20 días en el “Cabo de Hornos” desde el puerto de A Coruña hasta el de Montevideo fue emocionante. El mar que yo conocía era el del hermoso arenal de Laxe donde mojara los pies por vez primera en compañía de mi abuela materna Concepción Lema Rojo. La gente de mi aldea (Tines, Vimianzo) acostumbraba a comprarle las sardiñas y los jureles a los pescadores de Laxe y también ir allí a los baños que eran recetados por los médicos para la recuperación de la salud de los esforzados labradores.

Mi primer domingo en la capital uruguaya fue el 30 de noviembre de 1958. La fecha es histórica ya que además de ser día de elecciones nacionales, resultó que los “blancos” ganan después de nueve décadas de gobiernos “colorados”. Claro que entendí el significado del triunfo del “Partido Nacional” muchos años después. Creo tenía suficiente para sorprenderme con las novedades de mi nuevo hogar rioplatense. Llevaba tres días en Montevideo (llegara el jueves 27) cuando despierto oyendo el sonido de unas gaitas que salen de la radio (era una “Philco”) que está en la cocina. Enseguida me levanto y voy al lado de mis padres que están desayunando. Me siento delante de unas rebanadas de pan con manteca y azúcar y bebo una buena taza de leche con “Toddy”.

Mi padre me explica que la música de los gaiteros sale de un programa que se llama “Sempre en Galicia” que emite Radio Carve desde el año 1950. Antes de alquilar el apartamento en el que fui a vivir en el barrio de Aires Puros (en la calle Pantaleón Artigas casi Ipiranga) mi padre vivía en una pensión de la esquina de las calles Venezuela y Yaguarón, cerca del Palacio Legislativo. El propietario era el pontevedrés Paco Esperón quien todos los domingos escuchaba “Sempre en Galicia”. Pregunté a que se debía que los señores de la radio hablasen igualito que en nuestra aldea y que los gaiteros tocasen como si estuviesen en la fiesta de la Ermida Vella.

El relato de mi padre alrededor de la vida en la aldea que dejara (yo no sabía quien o que era Galicia) me hizo dueño de una identidad con raíces en un espacio de la orilla norte del Atlántico. Aunque mi cuerpo se llenaba de alegría con la luminosidad montevideana, recuerdo que mi espíritu latía a ritmo nostálgico. Quizás fuese la ausencia del agua de los manantiales que surcando los cuarzos iba a aposentarse en las fincas de labradío de mis abuelos de “Cas do Rei” y “Cas de Xan”. No pienso que la explicación sobre “Sempre en Galicia” fuese intencional ya que mi padre no era hombra de adoctrinamiento. Hasta muchos años después no supe que su hermano mayor, Ramón, estuviera dos años en la cárcel por ayudar al conocido guerrillero “O Foucellas” (Benigno Andrade García).

El tiempo fue pasando y “Sempre en Galicia” cumple 70 años. Estamos celebrando un acontecimiento que merece los mayores reconocimientos ya que además de ser una aula activa de galleguidad, es también en el mundo de la diáspora la más larga, ininterrumpida y fructífera homenaje al excelso Castelao. Creo va siendo hora de distinguir con los más altos galardones a “Sempre en Galicia” de Montevideo. Hay que ser agradecidos y aplaudir fuerte a todas las personas que durante siete décadas mantuvieron el arado firme en el surco fundacional. Su esfuerzo permitió que no hubiese mañana de domingo sin los necesarios granos de hermandad que brotan sentimientos de pertenencia en cada palabra pronunciada en la lengua de Rosalía de Castro. ¡Enhorabuena y viva Sempre en Galicia!

Manuel Suárez Suárez

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