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El mes de junio en Buenos Aires

El mes de junio en Buenos Aires

Por Manuel Suárez Suárez
lunes 03 de junio de 2019, 11:42h
Ahora que los años van pasando es cuando doña Macrigaita empieza a entender que le debe todo a los padres gallegos que se vinieron para la capital argentina a caminar por senderos desconocidos. En la juventud le parecía que eran dos aburridos que andaban siempre con los recuerdos de la aldea. Recién ayer se interesó por saber algo de la división parroquial de Galicia. Coincide con Angela Davis que expresa en una entrevista que “todo está guardado en la memoria, refugio de la vida y de la historia”. Creía que los recuerdos de los padres eran simples lamentaciones y casi no los escuchaba. Solamente recuerda algunos refranes que repetían al principio de cada mes para trasladarse sentimentalmente al otro lado del mar.

En junio hablaban de las hierbas y las sardinas de San Juan. Sus caras se alegraban, reían mucho, ellos que eran serios y poco amigos de andar con chistes ligeros. La madre afirmaba que era una pena que las “meigas” no pudiesen emigrar. Es evidente que tener una “meiga” propia es lo mejor para gozar de salud física y espiritual. En Buenos Aires arreglan todo con pastillas. En junio, si llovía en Galicia, se estropeaba el vino y el centeno no crecía ya que desde tiempo inmemorial se cumple el dicho de que “a auga de San Xoán leva o viño e tolle o pan”. Mientras los padres añoraban las sardinas asadas, ella se entristecía al pensar en un nuevo aniversario de la trágica muerte del gran Carlos Gardel en Medellín.

Se va a acercar a Santa Rosa de Lima. Quiere encargar una misa en recuerdo de sus padres y si puede ser, el mismo 24 que fue cuando nació San Juan Bautista. Le pedirá al cura que le deje intervenir con una lectura o plegaria para agradecer el esfuerzo de una madre y un padre que siempre estuvieron a su lado para guiarla por la senda de la honestidad. Quiere pedirles que la perdonen por haber votado a Macri. En la misa no lo puede hacer, estaría entreverando. Claro que, a lo mejor, lo consigue si habla con el ex párroco de Isla Maciel, el inmigrante Francisco Olveira Fuster. Sus amigas la van a criticar: ¿Estás loca, vos? ¿No sabés que el padre Paco anda con los del “Grupo de Curas en Opción Por los Pobres”? ¡No te dejés llevar por los que en vez de religión te hablan de liberación!

Doña Macrigaita le sigue dando vueltas al triste hundimiento del hospital del Centro Gallego. Aunque lleva meses sin aparecer por la esquina de Belgrano y Pasco, gracias a su eficaz terapia matera con “Abuelita”, no se olvida que el interventor Moyano consiguió el objetivo de cerrar una mutual fundada en 1907. El hospital es ahora un centro sanitario más del conocido “Grupo Olmos”. Los representantes de las agrupaciones se autoproclaman como si fuesen los vencedores de una competencia deportiva. La verdad, es sorprendente. Te lo dice una socia que estrenó el servicio de Maternidad y que siempre apoyó a Macri, Lemus y Stanley. Es cierto que soy media boluda, quizás por eso me cuesta entender que sea motivo de aplauso la cesión del patrimonio social a una empresa privada del sector médico-asistencial. Tampoco entiendo que los empleados sigan cada semana con la Olla Popular y las protestas por despidos y salarios adeudados. Quizás el exceso de mate me esté afectando la visión. Aquellas sombras que cubren el edificio del Centro Gallego son, en realidad, hermosos rayos de sol que indican a los asociados el camino más recto para acceder al paraíso celestial.

Manuel Suárez Suárez
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