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Rusia, Bolívar y la Postverdad Catalana

martes 26 de septiembre de 2017, 13:41h

Aquel etarra parecía un tío cultivado, así que quedó sorprendido cuando le dije , al otro lado de la celda FIES en que me tocó asistirle, que a mí no me viniera con ese cuento de que su patria era Euskal Herría. “Tu patria es la revolución, y te inventas lo de Euskal Herría porque así cumples las órdenes de tus superiores”. Charlamos sobre la controversia entre Lenin y Rosa Luxemburgo, aquello de que un comunista no puede ser nacionalista, pero que el nacionalismo es un buen medio para hacer la revolución. Aunque las bases teóricas son más complejas, las conclusiones de Lenin llevaban a ello, y se convirtieron en palabra de Dios para el comunismo. Desde entonces la izquierda radical ha seguido usando al nacionalismo para sus fines revolucionarios, con los resultados más sangrientos de la historia humana.

Le dije a aquel soldado de la revolución que personalmente, el nacionalismo de izquierda me seguía pareciendo la mayor estafa intelectual de los últimos doscientos años. Y que luchaba en una guerra equivocada, porque la ambición comunista mundial había terminado por ser en realidad la de un Imperio Soviético que ya había trocado el interés proletario por el imperial hacía tiempo. Lo bueno es que terminó por sonreír y reconocerlo con la cara de quien ha sido descubierto haciendo una trastada. Parecía un corderito. Y recordé cómo las dinámicas de grupos agresivos y radicales privan de identidad al individuo.

El “uno cero” ocupa desde hace una semana los lugares de honor entre los trendig topics y los top hastags que vende la Rusia de Putin en VKontakte y en RT. No es raro, pues el uno de octubre se pretende que sea -pase lo que pase- un uno cero entre Barcelona y Madrid. Si Putin logra colar la legitimidad de cualquier referéndum como un cimiento político en la psicología profunda occidental, podrá legitimar aún más la rotunda ilegalidad del Referéndum de Crimea, ocurrirá en más lugares y podremos asistir a una “nouvelle technique de coup d´etat” . Casi Media Europa lo ha olvidado ya, pero esto se menciona día sí y día también en el todavía frente Ruso-Ucraniano. Aquello fue el primer gol de Putin a Occidente en años. Y mostrar al Estado Español como opresor puede ser un segundo gol a la UE y a la OTAN. Por eso apoyan abiertamente al Referéndum y a la más revolucionaria de sus facetas –parece que también con dinero. La postverdad que se instale en Cataluña les puede refrendar más que ningún referéndum fuera de Crimea, y ciertamente les puede resultar muy útil.

Somos débiles. Europa es débil y nuestros enemigos explotan nuestras debilidades. El Reino Unido no tiene constitución escrita ni norma que lo prohíba, conque sus referéndums sobre Escocia o el Brexit tienen unos sustratos de legitimidad distintos. Así que argüir que todo referéndum es legítimo porque recoge aspiraciones democráticas es la mayor falacia que cualquier populismo pretende hacernos creer. Si uno se toma la molestia de leerse las constituciones de los países europeos, no hay ni una sola que no prohíba la convocatoria unilateral de referéndums de una u otra forma. Curiosamente, el referéndum se plantea exactamente igual que Lenin definía del derecho de autodeterminación en 1903: “la separación de un Estado nacional independiente“. Si las naciones democráticas han conformado o modificado los Estados mediante Referéndum constituyentes, no es nada descabellado entender que fuera de algo que decida absolutamente toda la nación, estamos ante una secesión inconstitucional donde los secesionistas empiezan por hacer trampas aplicando la Constitución a medias.

Nuestro artículo 155 parece cosa de niños al lado de prohibiciones expresas que contemplan normas fundamentales como la francesa, italiana o alemana. Y no digamos al lado de veneno ionizante, palizas, torturas y secuestros, o desapariciones en gulags. La partida se ha hecho grande y el Imperio Ruso –casi intacto desde hace más de trescientos años- es ya campeón en esto de cortar por lo sano dentro de sus fronteras lo que demanda debe ser la norma de libertad fuera de ellas.

Para bien o para mal, España no formó parte de las dos Guerras Civiles europeas que fueron las Mundiales. Después de aquellas catástrofes, Europa se planteó el Estado del Bienestar como fórmula de éxito frente a las dos peores amenazas que la acechan sin descanso: el nacionalismo y la revolución. Pero como en casi todo, también fuimos precursores.

“Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a torrentes; han desaparecido los tres siglos de cultura, de ilustración y de Industria: por todas partes aparecen ruinas de la naturaleza o de la guerra” Esto escribía Simón Bolivar, hace dos siglos casi exactos cuando, como Macbeth, había nadado tan lejos en el lago de la sangre que ya no podía recorrer el camino inverso para reconocer lo que estaba haciendo. Siendo Bolivar ya un rebelde, traicionó a su propia causa entregando a Miranda, su precursor y jefe, a las autoridades Españolas. Después traicionó a Venezuela misma ofreciendo toda su causa al Imperio Inglés. Fue sanguinario y cruel como el que más, y en ocasiones un cobarde que huyó en varias batallas abandonando a sus hombres. Simón Bolivar se hizo nombrar democráticamente nada menos que “dictador”, y para poder cumplir el Juramento Aventino fue quizá el primer genocida por Decreto de la Historia, pues dictó el Decreto de Trujillo ordenando la Guerra a Muerte y el exterminio de todos los “Españoles y Canarios”. Y con esta norma en la mano inició una estrategia de terror que acabó funcionando en una sociedad donde porcentualmente se apoyaba aún más a la Corona Española que al partido patriota.

Cuando Fernando VII envió a Morillo a reconquistar Venezuela, éste cumplió su orden de reconciliación e indulto perdonando a Arismendi, gobernador alzado y aplicado en cumplir el Decreto en Isla Margarita, llave estratégica de Tierra Firme. De rodillas, confeso y contrito, llorando por sus muchos crímenes, Arismendi suplicó al General Español que le perdonara, y éste le dio un indulto que quizá costó un continente, puesto que en cuanto se fue, Arismendi le traicionó y se dedicó a seguir matando españoles, retomando aquella Isla de tanto valor estratégico. Pero toda esta estrategia de terror y exterminio explotó la debilidad española, terminó ganando y la postverdad encumbró a Bolívar como el Libertador, de quien es políticamente incorrectísimo escribir estas líneas. Nadie, ni siquiera en España, recuerda ya que jamás Venezuela ha recuperado el nivel de vida que tenía justo antes de la Independencia, o que el grito de independencia de América fue “Viva el Rey, y muera el mal gobierno”. Es la postverdad del ganador en que los hechos objetivos desaparecen desplazados por las emociones.

En España, en Cataluña, en Europa y en la OTAN nos estamos jugando mucho más que un episodio exótico o un vergonzoso número. El lecho de procusto nacionalista se ha desbordado. Mientras la burguesía independentista catalana observa con terror a quienes se instalan como los dueños de su revolución nacionalista, la Guardia Civil se despliega como nunca lo hizo contra ETA o el Yihadismo. Claro está que son asuntos distintos. Pero la sensación de ser tratados como un protectorado por su metrópoli está prendiendo en los corazones de los indecisos que nunca han vivido mejor y que sólo quieren vivir en paz siendo españoles y catalanes. Ellos son, como siempre, la mayoría silenciosa que todos quieren atrapar. Catalanes genuinos que quieren seguir siendo a la vez españoles, como Boadella, Marsé, Mariscal, Mendoza o Serrat sufrieron en su día intolerancia españolista por defender su cultura catalana y hoy son víctimas de una suerte de nazismo catalán, porque su actual denigración no tiene otro calificativo. Desgraciadamente, muchos españoles de fuera de Cataluña han olvidado que existe esta mayoría o directamente la desprecian con insensateces como chistes chabacanos o complots mercantiles, haciendo un muro hacia dentro de España, paralelo al muro nacionalista. No puede haber fronteras de ningún tipo, y no podemos descuidar a esta mayoría silenciosa, ni dejar de alentarla, porque o son nuestros héroes o terminarán siendo los de la república catalana y además tendrán razón.

No basta, pues, con esta estrategia de contención. Hay que celebrar la paciencia del Gobierno en esta situación en que todo el mundo parece haber perdido la cabeza. Pero en el mundo de las redes sociales ya sólo hay lugar para la postverdad, y no puede quedar en manos de aquellos que están vendiendo a España como un estado opresor, porque es una gran mentira. Es preciso salvar nuestra reputación, tenemos medios, embajadas o fundaciones de sobra para hacer una buena campaña sobre lo que esta pasando en realidad, y para deshacer en lo posible el inmenso daño que el nacionalismo ha hecho en varias generaciones de nuestros compatriotas catalanes. Si, fracasado el referéndum, no se atiende bien al modo de hacer justicia y la postverdad se instala como favorable al secesionismo, quizá la próxima vez la UE o NATO sean más débiles aún.

Llega la hora del Referéndum. Hay que preparar con celo extremo ya no la hora de la verdad, sino la hora de la postverdad, para sentarnos y sentar las bases de una solución en que la Marca España siga contando sin fisuras con la Marca Hispánica , tan nuestra y querida, tan original, tolerante y pacífica, noble y llena de talento como cualquier otra tierra de España . Porque esto no termina el uno de octubre y si perdemos apoyos, tal vez no tengamos la suerte de detener a quienes pretendan ser encumbrados.

Daniel Muñoz Doyague. Abogado y Politólogo.

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