red.diariocritico.com

Els bous prenyats

domingo 16 de julio de 2017, 15:26h

Aquel cuartelero tenía gracia, allá en Valladolid, en uno de los últimos reemplazos de la mili obligatoria que fue el mío. “Shivo” por aquí… , “quiyo” por allá…. Así hasta que alguien le llamó por su apodo de “Catalán” delante de mis narices. Y le pregunté ¿Tú, catalán?. -“zí zeñó, chó, catalánnn, catalánnn, nasío en Cataluñíia,¡¡¡y nacionalit-ta!!!”. -Pero… ¿Y tus padres? …- Mi padreh Jaén, mi Madreh seviyha…, exclamó resuelto y orgulloso. Aquel cuartelero tenía gracia, allá en Valladolid, en uno de los últimos reemplazos de la mili obligatoria que fue el mío. “Shivo” por aquí… , “quiyo” por allá…. Así hasta que alguien le llamó por su apodo de “Catalán” delante de mis narices. Y le pregunté ¿Tú, catalán?. -“zí zeñó, chó, catalánnn, catalánnn, nasío en Cataluñíia,¡¡¡y nacionalit-ta!!!”. -Pero… ¿Y tus padres? …- Mi padreh Jaén, mi Madreh seviyha…, exclamó resuelto y orgulloso. No sé qué le habrían inculcado en Cataluña a aquel chico, pero sí desfilé codo con codo con él. Como todos mascó exabruptos contra los mandos, el cuartel, la comida, las imaginarias y la pérdida de tiempo de la “puta mili”. Pero no podía engañar a nadie, porque entonces ya sólo hacían la mili los que querían, y como todos derramó lágrimas de emoción jurando defender y besando la bandera de España. Pareciera que allí, dentro de su elegido destino forzoso, se sentía libre e igual a todos y no un triste charnego compelido a odiar a su país. No dudo que el relavado de cerebro se produciría a la vuelta de su nación real a su patria artificiosa, o al revés, según quien quiera opinar, claro. Podrá discutirse si es más fuerte la conscripción patria o el sentimiento nacionalista, pero no era el único “catalán” allí. Después de toda una vida educada en el odio a España, era más que llamativo cómo se cambiaba de opinión y de emociones íntimas en sólo un mes de instrucción militar y pases de pernocta.

Alumno y maestro de técnicas de cambio social, el nacionalismo catalán se ha construido con lápiz, papel, números y competencias. Se ha edificado amartillando los corazones de millones de emigrantes españoles y extranjeros y familias catalanas de siempre, usando el repudio social, la Televisión subvencionada y la educación transferida. Y a pesar de ello, durante generaciones, la mitad de catalanes no se han dejado manipular y no quieren la independencia. Y dentro de los que la quieren, la mitad a su vez no tienen claro cómo ni con quién , ni el por qué. La imposición de un engendro de última hora, entre minorías divididas en asuntos claves, a la otra mitad de catalanes es ya otra trampa más. Algo verdaderamente desastroso y deplorable debe haber en el nacionalismo catalán, para que se manifieste a la vez como testimonio de una voluntad mayoritaria que no existe y como una componenda de última hora. Menudo espectáculo. Si Chesterton hubiera sido Catalán, hubiera dicho que “un Bou catalá sempre està prenyat”.

Pero el Toro español también está Preñado. Después de cuarenta años de dictadura españolista, otros cuarenta de educación subliminal o directamente nacionalista basada en el odio a lo español –si es verdad la mitad de lo que se cuenta- lo que es verdaderamente sorprendente es que más de la mitad de los catalanes quieran seguir en España. Se dice hoy –con más indignación que lógica- que fue un error dejar la educación en manos de las Autonomías. El error habrá estado más bien en permitir la enseñanza claramente inconstitucional del odio, la mentira, el fomento de la separación yo la insolidaridad entre españoles, entre personas, entre niños. Este grave delito contra el derecho de gentes se sigue permitiendo negando la libertad de usar la lengua que uno quiera. También y aun así, se dice que más de la mitad de catalanes no quieren la independencia. Aunque si esto continúa, dentro de una generación quizá no piensen lo mismo.
Con todo el problema catalán no está sólo en la educación o la legitimidad jurídica. La Constitución ha dado a Cataluña tantas herramientas de autogobierno y tantas facilidades de enriquecerse, que se ha abusado de ello y la corrupción ha terminado anidando como en ningún otro sitio de España, y afectado gravemente a sus instituciones, también las democráticas, existiendo una corrupción pública y privada que se ha instalado en lugares –como la Justicia de a pie- de donde se consiguió casi erradicar durante la transición en el resto de España. Ello priva de credibilidad a cualquier independentismo. Y una lectura es que la mitad de los catalanes saben el desastre que les espera si se independizan.

En este cuadro, el nacionalismo y el espíritu nacional Catalán tiene más posibilidades de fracasar que de prosperar, con el nefasto resultado de salir todos perdiendo. Y esto puede ocurrir porque el nacionalismo no ha buscado lo que dice pretender, y no ha insuflado un espíritu nacional catalán auténtico. En lugar de ello ha utilizado el viejo veneno celtibérico que ha conducido al fracaso de España en catorce guerras civiles desde 1800 y que basa el espíritu nacional en dos conceptos antitéticos con la idea de nación: la insolidaridad y el particularismo. Ese daño continuará entre los catalanes nacionalistas tanto si la independencia triunfa como si no, porque nación y economía son dos conceptos distintos y porque este nacionalismo prospera con la crisis económica. Acaso el daño es también grande entre catalanes no nacionalistas, porque –aún peor- es difícil encontrar a uno que no se sienta tratado injustamente por España en lo económico y sólo en lo económico. Tengo para mí que ningún otro español le pone precio a la patria en la que vive, sino que los últimos años ha conseguido vertebrar su españolidad casi exclusivamente en la solidaridad. El problema catalán tiene mucho que ver con esta diferencia de mentalidad, porque a base de tanto palo y desprecio a lo español, la desafección también está prendiendo en el resto de España hacia lo catalán, así que la lógica antijurídica de Podemos acaba teniendo su miga: si en lugar de hacer el Referéndum en Cataluña se hiciera legalmente y en toda España a lo mejor los catalanes se llevaban una sorpresa, y demostraríamos también nuestra insolidaridad abandonando a los auténticos héroes catalanes que hoy siguen pensando que la lengua catalana es tan española como el castellano. Me gustaría saber cuántos españoles no catalanes piensan lo mismo acerca de esta realidad político-lingüística. Soy de los que piensa que un gran error y un gol que el nacionalismo ha metido en la mente de toda España es la identificación de la lengua castellana con la lengua española. Así se consiguió disociar Patria, Nación y Lengua de nuestra historia común.

No se ha cuidado el amor a nuestros éxitos políticos. Del mismo modo que para Aristóteles la democracia tenía dos caras, politeia y demagogia, Patriotismo, y nacionalismo serían así, ya desaparecida Grecia, las dos caras de la Pietas Romana. Pero aunque es fácil citarlos, ambos conceptos son difíciles de distinguir. Los que consideramos al nacionalismo como una doctrina perniciosa, pensamos que el patriotismo ha de permitir conservar la libertad e identidad individual, y es el nacionalismo su cara oscura. Bertold Brecht decía que un Patriota es quien piensa que su país es el mejor porque ha nacido en él. En España habría que ver cuántos están de acuerdo con eso. Tal vez la clave es que allá donde se quiera ser patriota, el país permita serlo. Para el nacionalismo no es posible la identidad propia. Uno no tiene la capacidad de elegir, ni de realizarse como individuo, sino sólo como buen alemán, francés, español, vasco o catalán. No puede elegir dar la vida por su país, está obligado a hacerlo, y no para defenderlo, sino antes aún para apartar a quienes se decide que no le dejan tener esa unidad de destino con su raza, pueblo, nación o lo que sea. Para el nacionalismo el sujeto de acción política es el nacional, antes que la persona.

No está claro, en fin dónde empiezan y acaban ambos conceptos. Al menos puede concluirse que sentimientos muy parecidos alimentan tanto a la patria como a la nación. Y ello me hace concluir que el mayor problema de los secesionistas catalanes reside en algo que el resto de España entiende y que ni Cataluña ni aún Europa son capaces de advertir. El mismo que hará fracasar la nación catalana si se escinde, y trágicamente el mismo que se está revelando y que puede hacer fracasar otra vez más a la gran nación europea. El hecho de que una patria, o una nación, son mucho más que un simple negocio.

Malaparte decía que el Nacionalismo troca la opresión estatal por la opresión nacional. Aunque creo que nuestra constitución y nuestro sistema tiene mucho que cambiar y que evolucionar, una de sus bondades es la de recoger la diversidad y el casi olvidado pluralismo, que deberían facilitar la atenuación de ambas opresiones. El marco constitucional tiene la bondad de dar al ciudadano la capacidad de ostentar la nacionalidad que quiera, sentirse catalán y español, y poder ser patriota dentro de su nacionalidad española. Ello es un extraordinario hallazgo y un logro, y enorme ventaja a nivel histórico y mundial. Por eso es una inmensa estupidez tanto odiar a España como odiar a Cataluña.

Refiriéndose al nacionalismo vasco, Ortega decía en su España Invertebrada que el hombre casado con una mujer a la que no quiere siente sus caricias como el roce irritante de una cadena. Hoy la cita sería machista. Teniendo en cuenta además, que España y Cataluña son nombres femeninos, quizá se consideraría a la cita políticamente incorrecta. Lo que empieza a ser incorrecto y casi machista es que este país, el catalán y el español, lo gobierne tanto toro preñado que sólo piensa en su paridero estéril, o sea en su sillón. Es una gran hora para España, donde el sistema ha llegado a convertirse en un Toro Preñado y para Cataluña, donde el nacionalismo es un gran bou prenyat. Es la hora de la gran política, altura de miras, solidaridad, sentido del estado y de la Patria. Permítanme el giro argumental, pero quizá entiendan que con lo visto recientemente, se me antoje que entre tanto gran hombre preñado de sí mismo pueda ser la hora de que a España y a Cataluña la gobierne alguien que tiene la virilidad que les falta. Se llame Susana, Soraya o Inés, es hora de que nos gobierne una mujer.

Daniel Muñoz Doyague . Abogado y Politólogo.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios