red.diariocritico.com

La presión no ceja

Por Pascual Hernández del Moral.
martes 15 de marzo de 2016, 00:00h

Las manifestaciones del pasado domingo, amigo Venancio, me hacen volver sobre el problema de Brasil, el intento de echar la Dilma Rousseff y meter en la cárcel a Lula. Casi un millón de personas en la Avenida Paulista en São Paulo, y, entre otras capitales, varios cientos de miles en la explanada de los Tres Poderes en Brasilia son muestras del movimiento socio-político a que está sometida la sociedad brasileña.

Decía en mi anterior escrito que el mito de las izquierdas, que había servido para alimentar la esperanza de la sociedad brasileña, se había quebrado. Aunque llevaban varios meses con manifestaciones, menos numerosas, es verdad, que la de este domingo, pidiendo el impeachmen de Dilma, la retención, la posterior liberación y el pedido de prisión provisional para Lula han acabado de calentar a la sociedad, que está pidiendo a gritos soluciones. Para algunos pasan, incluso, por llamar al ejército para que ponga “orden” en la sociedad, y devuelva luego el poder al pueblo con una “nueva democracia” que traiga otra vez el “progreso” a la sociedad. Recuerda, querido Venancio, que el lema de la bandera brasileña es “ORDEM E PROGRESSO”, y eso es lo que quieren, lo traiga quien lo traiga.

Esta vez, se ha hecho un análisis de los manifestantes de la Avda. Paulista, en São Paulo, sobre casi 2.500 muestras, para definir el perfil socio-económico, la edad y tendencia política de los manifestantes, y han dado resultados muy curiosos. Vamos a repasarlos, para que veas, camarada Venancio, cómo las cosas han ido cambiando en “el país de futuro”, y cómo pueden cambiar todavía más, llegado el caso.

El primer dato que llama la atención es el nivel de estudios de los manifestantes: frente a una media del 28 % de población con título universitario en SP, los manifestantes ofrecen un nivel del 77 %, o sea, que la mayoría presenta un nivel de instrucción muy superior a la madia. Supongo que el miedo a que el fracaso de la economía del país se los lleve por delante, les ha animado a echarse a la calle. En cuanto al poder adquisitivo, el 50% tiene unos ingresos entre 5 y 20 veces el salario mínimo, lo que quiere decir que la mitad tienen un buen pasar económico, que no se han tirado a la calle por “necesidades económicas” inmediatas, sino por otros motivos; la mayoría de ese 50 % son empresarios, mientras que la presencia de desempleados fue muy inferior al de la población general de la ciudad. Por edad, el 73 % estaban entre los 51 y más años, con una práctica ausencia de elementos jóvenes menor de 21 años, que no alcanzaron el 11 %. En cuanto al sexo, prácticamente estaban empatados mujeres y hombres.

Cuando se les preguntó por su adscripción o simpatías políticas, la mayoría aseguraba que el mejor Presidente que ha tenido el país ha sido Fernando Henrique Cardoso, presidente entre 1995 y 2002, del PSDB (Partido Socialdemócrata de Brasil); sin embargo, cuando aparecieron en la manifestación Geraldo Alckmin y otros dirigentes actuales del partido fueron abucheados por los manifestantes. Muy pocos confesaron haber votado a Lula o a Dilma, gobiernos a los que calificaron de malos o muy malos.

El gobierno de Dilma tiene como “colaborador” al PMDB (Partido del Movimiento Democrático del Brasil) de Michel Temer, de derechas, quien ha decidido no asumir responsabilidades hasta que la situación no se esclarezca. En realidad, los manifestantes estaban pidiendo a gritos nuevas elecciones. Incluso alguno de los manifestantes no hizo ascos a la llegada al gobierno de Jair Bolsonaro, capitán en la reserva y presidente del PP (Partido Progresista) después de haber pasado por todos los partidos de derecha. Este político tiene un perfil racista, homófobo, anti-indigenista, enemigo de los emigrantes, que confiesa que el error de la dictadura fue torturar a sus enemigos y no matarlos, que sería incapaz de amar a un hijo suyo si fuera homosexual, que si viera a dos hombres en la calle besándose les pegaría, o que la mujer debería ganar un sueldo menor que el hombre porque se queda embarazada, entre otras lindezas.

No se trata, pues, de una manifestación alimentada por las clases digamos “populares” votantes de las izquierdas, sino por unas clases medias que, como ha ocurrido este fin de semana en Alemania, pueden echarse en los brazos de una extrema derecha no respetuosa con los más mínimos derechos humanos conseguidos en los últimos años. Allí la experiencia sufrida con el PT (Partido de los Trabajadores), Lula y Dilma ha movilizados a las clases medias que quieren encontrar quien les asegure orden y progreso social, y económico. No hay “peros-flautas”, todavía. El próximo viernes, que se anuncia una manifestación de apoyo a Dilma, veremos qué sale.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios