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… y en mi casa, a calderadas

Por Pascual Hernández del Moral.
lunes 07 de marzo de 2016, 14:19h

Ya te conté, amigo Venancio, que hace muchos años, cuando vivía en São Paulo y LULA era sólo “el eterno candidato derrotado a la presidencia”, tomé con él y con su mano derecha, DIRCEU, unos güisquis en un restaurante que se llama Galetos, en la Alameda Santos, allá por 1998. Tuvimos una buena, larga y regada sobremesa, que no se repitió, por razones obvias. En las elecciones, en 2003, fue elegido Presidente y dejó, por fin, de ser el “eterno aspirante”. Cuando abandonó la presidencia, en 2010, cedió el cargo a DILMA ROUSSEFF, también del Partido de los Trabajadores, el PT, que aún sigue de presidenta. LULA DA SILVA fue un referente de la izquierda brasileña que consiguió “poner a Brasil en el mundo”: se incrementó el PIB hasta niveles que nunca se habían alcanzado, se convirtió en un país que atraía millones de dólares de inversión directa, consiguió llevar a Brasil miles de empresas de rango variado, sentó las bases para crear una clase media floreciente;”, y llevar la contraria a TOQUINHO que cantaba: “Sou do país do futuro, futuro que insiste em não vir por aqui”. Parecía que “el país del futuro” se había convertido en el país del “presente

Como habrás podido saber, colega Venancio, las cosas han cambiado. La inversión extranjera directa (IED) ha caído muchísimo, y las empresas que se fueron en la década del 2000 están huyendo o intentándolo; el PIB se contrae en un 4%, lo que confirma la recesión del país. Las incipientes clases medias se están empobreciendo a pasos agigantados y los servicios públicos (sanidad, educación, obra civil…) que habían comenzado a funcionar, están en franco deterioro. Yo, que mantengo todavía relación con muchos amigos de Rio de Janeiro y de São Paulo, puedo testimoniar las permanentes quejas que muchos profesionales tienen de la situación actual. La segunda universidad de Río, por ejemplo, la UERJ, se está quedando sin profesores, que están huyendo hacia potros empleos más remunerados.

Y por si fuera poco, colega Venancio, se ha levantado el escándalo de la PETROBRAS, la compañía más grande de Brasil. A través de las grandes constructoras, como ODEBRECHT, OAS, CAMARGO CORREA, por el procedimiento de concesión contratos de obras y servicios, en Brasil y en toda América del Sur, con presupuestos hinchados, daban dinero para las campañas del PT, y para los políticos, entre ellos, el mismo LULA y su hijo, LULINHA. O sea, el esquema tradicional de corrupción, a los que los de aquí estamos acostumbrados. Parece que se “han perdido” unos veintitrés mil millones de dólares.

LAVA JATO, que significa “lavado de coches con chorro de agua a presión”, y dentro de ella, la operación ALETEHIA, “verdad o realidad no oculta, revelada”, como acuñó Heidegger. Es la verdad “objetiva”, frente a la verdad “convencional”, una macro operación de lavado de dinero. Y esa operación se ha llevado por delante a LULA. El mito del PT, del nuevo social-comunismo brasileño, la esperanza de la clase media, el que puso a Brasil en el camino de ser un país próspero, ha sido retenido en la Delegación de Hacienda del aeropuerto de Congonhas, en el centro de SP. Imágenes como las que vimos aquí con tantos políticos “retenidos” para declarar, como RATO, metido en el coche, se han repetido con LULA como protagonista. Desde 2013 está en marcha la operación, y ya ha llevado a la cárcel a más de cien personas, entre políticos, ejecutivos y empresarios, o sea como aquí. El juez SERGIO MORO, de Curitiba (Paraná) es el que ha tirado de la manta. Y ha provocado enfrentamientos entre partidarios y contrarios de LULA, con peleas callejeras, tanto frente a su casa como ante las dependencias de la Hacienda del aeropuerto de Congonhas.

Tendrías que leer, compañero Venancio, los Facebook que escriben los brasileños, criticando y quejándose amargamente de la “gran promesa fallida” y de todo el PT. Esa crítica se hace extensiva a la actual presidenta DILMA ROUSSEFF, de la que están pidiendo el Impeachment, con manifestaciones en todas las capitales. Y no sólo por el asunto Petrobras, sino por el deterioro permanente de la situación económica del país.

Este asunto traerá cola, porque tiene mucha miga. Volveremos a hablar del asunto cuando la ocasión lo requiera.

“En todas partes cuecen habas, querido Venancio, y en mi casa a calderadas”, que podrían decir mis amigos brasileños, si supieran ese refrán.

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