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Lola Touza. La Schindler gallega. La España de Franco y los judío

Por Bernardo Rabassa
sábado 20 de febrero de 2016, 14:04h

El día 21 de enero acudí al Centro Sefarad de la Calle Mayor de Madrid, a la presentación de la novela de Vicente Piñero “Lola Touza la Schlinder Gallega”, en la que en forma novelada se narraba la historia de Lola en Ribadavia que en los años 1940 a 1945, formó parte de una red de agentes encargados de facilitar la huida de los judíos perseguidos por los nazis y pasarlos a Portugal para que pudieran huir hacia otros destinos, especialmente América. El ambiente judío en el centro Sefardi, me pareció tremendamente sugerente y lleno de heroicidad, en una tarde de invierno que me recordó los horrores de la “solución final· de Hitler y los campos de exterminio..

Las hermanas Touza de Ribadavia tejieron durante estos años de hierro y represión una valiosa red de contactos que les sirvió para dar salida por Portugal a los judíos que llegaban escapando de las purgas nazis y de una muerte segura. Desde su quiosco en la estación de ferrocarril de la capital de O Ribeiro y con la ayuda de otros ribadavienses que se implicaron en su arriesgada aventura -el taxista José Rocha, Javier Mínguez Calavera y Ricardo Pérez Parada- las hermanas Lola, Amparo y Julia acogían y escondían en su casa a los judíos que venían escapando de una muerte segura y les ayudaban a pasar a Portugal y, desde ahí, a un destino seguro. Ellas lo hacían gratis et amore, con riesgo para sus vidas y haciendas y lo que es aun más, tenían un saco con duros de plata de sus herencias del Casino de Ribadavia, con las que ayudaban a los más necesitados. Las hermanas Touza se llevaron su secreto a la tumba, aunque de su heroicidad dio cuenta el desaparecido librero Antón Patiño Regueira (1919 - 2005) en un volumen en el que se recogían escritos y recuerdos: Memoria de ferro (Edicións A Nosa Terra, Vigo. 2005). La publicación fue un proyecto coordinado por el editor Xosé Enrique Acuña y en el mismo se daba cuenta de la labor altruista y arriesgada de las ribadavienses. A raíz de la aparición del libro se promovieron iniciativas en memoria de las hermanas Touza, se instaló una placa en su memoria en la casa familiar de la calle Juez Viñas y As de Ribadavia, como eran conocidas, fueron distinguidas por el Centro Simón Peres por la Paz por la ayuda prestada a centenares de judíos en la década de los 40 del pasado siglo. Artículos en prensa, programas de televisión y hasta un par de anunciados proyectos para llevar su vida al cine fueron surgiendo en estos años, hasta que aparece la novela de Vicente Piñero, a cuya presentación acudí personalmente como he dicho en Madrid. En el paso a Portugal, les ayudaba un barquero que cruzaba la ría a Portugal y que todavía conservaba un duro de plata de Alfonso XIII que le entrego a su nieto, arquitecto presente en la sala de la conferencia.

Esta historia más que la novela en sí misma, me hizo recordar otros casos de españoles todos diplomáticos, que eludieron a la policía franquista y a sus aliados nazis. Me parece positivo, recordar a Ángel Sanz-Briz . En 1944 contribuyó a salvar la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionando pasaportes españoles, en un principio a judíos que alegaban origen sefardí, y posteriormente a cualquier judío perseguido. Por estos hechos, fue reconocido como Justo entre las Naciones. Eduardo Propper de Callejón (1895-1972) otro diplomático español. Mientras estuvo destacado en la embajada de París, prestó su ayuda para la huida de miles de judíos perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial, desde la Francia ocupada hacia España, hechos por los que fue distinguido como Justo entre las Naciones en octubre de 2007. Bernardo Rolland de Miota, también diplomático español que, desde su posición de Cónsul General de España en París (1939-1943) evitó la confiscación de los bienes de un puñado de judíos sefarditas. Intercedió por 14 judíos españoles enviados al campo de Drancy y organizó la repatriación de otros 77, trabajo que terminó Alfonso Fiscowich. Su actuación en favor de los judíos provocó graves tensiones con las autoridades alemanas de la Francia ocupada y con el entonces Embajador de España, Félix de Lequerica.

José Rojas Moreno, otro diplomático que, desde su posición como Embajador de España en Bucarest (Rumanía) (1941-43), consiguió que se revocasen los decretos de expulsión dictados contra un grupo de judíos sefarditas y la promesa formal que, en el futuro, ninguno de ellos sería expulsado. Miguel Ángel de Muguiro que, desde su puesto en la Embajada de España en Budapest (Hungría), contribuyó a la salvación de judíos perseguidos por el gobierno proalemán de Miklós Horthy. En un ambiente de pogromos, persecuciones por las calles y campos de tránsito organizados por los nazis húngaros de la Cruz Flechada para concentrar a los judíos antes de su envío a los campos de exterminio, Miguel Ángel de Muguiro, como encargado de negocios, escribió a Madrid escandalizado por los registros y las palizas que practicaban los miembros de las SS.

Sebastián Romero Radigales que fue Cónsul General de España en Atenas (1943-1944), organizó la repatriación por tierra, mar y aire de los judíos de origen sefardita. Ante las objeciones para su entrada en España, propuso Marruecos. Entre marzo y junio de 1943, 48 000 judíos de Salónica fueron deportados al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Romero Radigales actuó para intentar liberar a los deportados sefardíes. Saltándose a las autoridades alemanas, consiguió trasladar 150 sefardíes desde Salónica a Atenas. Julio Palencia Tubau Ministro de la Embajada de España en Sofía (1940-1943), denunció la legislación antisemita del gobierno búlgaro ―que afectaba a 50 000 judíos― e intercedió ante Bulgaria y Alemania para proteger los derechos y bienes de 150 judíos sefardíes. Se enfrentó sin éxito con las autoridades nazis para evitar la ejecución del judío León Arie, los hijos del cual adoptó para que pudiesen salir del país y reencontrarse con su madre. El embajador de Alemania en Sofía calificó a Julio Palencia de «fanático antialemán» y «amigo de los judíos». Juan Schwartz Díaz-Flores, Cónsul de España en Viena (Austria), contribuyó a la salvación de judíos perseguidos por los nazis. José Ruiz Santaella, funcionario español del cuerpo diplomático. Como agregado en la embajada de Berlín en los años 1940, durante la Segunda Guerra Mundial contribuyó, con la ayuda de su esposa Carmen Schrader, a salvar la vida de Gertrud Neumann, Ruth Arndt y Lina Arndt, perseguidas por su condición de judías por el Tercer Reich.

Sería extraño pensar, que no estuvieran al tanto, los sucesivos Ministros de Exteriores de Franco. El 16 de octubre de 1940 el Ministro de Asuntos ExterioresJuan Luis Beigbeder Atienza fue cesado por anglófilo y sustituido por Ramón Serrano Súñer, mas partidario del Eje y cuñado de Franco hasta 1942, en que entró Francisco Jordana de Pozas, antiguo militar que había luchado en Cuba, represaliado por la Republica, neutralista y más bien anglófilo, muerto en 1944 y substituido por Jose Felix de Lequerica, monárquico. ¿Estaba o no Franco detrás de esta política de ayuda? Es muy dudoso, que se le escapara nada a su personalísima forma de gobernar, ya que se había negado a formar parte del Eje aun cuando demostrara en general simpatía por él, hasta el fin de la 2ª Guerra mundial en que entró en el aislacionismo, hasta la firma de los Pactos con los USA en 1953 y el progresivo restablecimiento de relaciones diplomáticas con los distinto Estados Europeos.

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