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Impunidades

Por Pascual Hernández del Moral.
jueves 11 de febrero de 2016, 18:29h

El término hace referencia a la falta del castigo que correspondería a un delito que, al parecer, se hubiera cometido. Supone haber producido de manera consciente trasgresiones a la norma legal, y escapar de la sanción que debiera corresponder a ese atropello.

Aunque parezca que estoy mezclando churras con merinas, veo dos grandez tipos de “impunidad”: la que se esperaba tener “por ser vos quien sois”, y la que se quiere conseguir a base de presiones en los medios de comunicación, sean impresos, televisivos o de 33 caracteres.

Veamos el primer tipo: Estos días estamos asistiendo a dos comparecencias ante los tribunales de personajes que, en su momento, tuvieron alta relevancia social: Jordi Pujol y su “famiglia”, y los Urdangarín-Borbón. Aunque estos son los más llamativos, habría que añadir a los causahabientes de los ERE andaluces, entre otros. Es tal la seguridad que tienen determinados personajes en su estatus socio-político que están seguros de que la justicia no está hecha para ellos, que están por encime del bien y del mal; y por eso, se permiten hacer lo que quieren, sea o no legal. Y es maravilla ver cómo se sorprenden cuando la justicia va por ellos. Incluso se permiten mostrarse altaneros y ofensivos con todos. Véanse las reacciones de los Pujoles.

De otra clase son las impunidades que buscan personajes, como la “estrella” Neymar: es tal el predicamento que la “estrella” tiene entre la sociedad culé que no admite que a él, luz que brilla en el firmamento futbolero, se le persiga por una fruslería, léase unas decenas de millones de evasión. A este grupo pertenecen los concejales de Valencia. Veremos qué dice la Justicia sobre la investigación de Rita Barberá. La conciencia de impunidad es la que permitió sustraer casi mil millones de euros en Andalucía de los ERE (corrupción institucional) y los cursos de formación: de los gerifaltes abajo, todos tenían conciencia de que la justicia no iba con ellos, o sea, que tenían bula. Hay algunos más que prefiero dejar en el tintero, por no hacer enojosa la enumeración que ya conoce usted, amable lector. Quiero con esto decir que los que han cometido truhanerías y vilezas con conciencia de impunidad son más que las margaritas en primavera.

A todos estos, habría que añadir los que, sin ser personajes social y políticamente relevantes, tras haber cometido alguna barrabasada, los medios de comunicación están en franca “lucha” para que sus actos ilegales queden impunes, léase los titiriteros, o los ocho de Airbús, por poner unos ejemplos recientes. Últimamente se encuentran reacciones de los medios (y de muchos de los “nuevos” políticos) que, mediante campañas orquestadas, buscan conseguir la impunidad para delitos que quieren que dejen de serlo, o, al menos, que no se peche por ellos. Usan descalificaciones del sistema jurídico, político y social que, tras una campaña mediática, acaba pareciendo que tienen razón. Véase lo que ocurre con el célebre Véase lo que sucede con el célebre Alfon. Me ha sorprendido mucho que, ante el juicio de los “Ocho de Airbús”, en la puerta de los juzgados de Getafe hayan estado representantes del PSOE, que fue el partido que mandaba en la momento de los incidentes, los secretarios de los sindicatos, Toxo y Méndez (totalmente desparecidos en los últimos meses) y hasta el mandamás de Podemos. Y me sorprende que el argumento que dieron en la calle fuera que el juicio contra estos personajes era, en realidad “un ataque a la libertad sindical, y a la de huelga, como un derecho conseguido tras mucha lucha por los trabajadores”.

Razones semejantes han sido las manifestadas por los corifeos que defendían la libertad de los titiri-flautas del teatrillo de Tetuán, en Madrid. Ante las acusaciones que se les han hecho, de exaltación del terrorismo, la comisión de asesinatos de un juez y una monja (que mereció la protesta de la monja independentista), el argumento más reiterado es que la detención iba contra la libertad de expresión, de creación, incluso contra “el arte”. Vaya usted a saber cuál es el concepto de arte y de lo artístico en que se basan tales manifestaciones, que son esperables de gentes como el Güili Toledo o el San Juan, pero no tanto entre gentes de mejor criterio, aunque hayan sido activistas del Patio Maravillas.

La cosa es que este segundo tipo de “impunes” completa, junto al primero, un panorama verdaderamente deplorable de nuestra sociedad. Menos mal que la Justicia, con mayúsculas, poco a poco va consiguiendo llevar a los “impunes” a los tribunales.

A ver en qué acaba todo.

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